Crítica exprés: Canto general (Los martes, milagro)

Publicado el 09 noviembre 2015 por Universo De A @UniversodeA

Con la caída del Teatro Real como modelo de teatro público (que yo siempre ponía como ejemplo), y el que se haya vuelto uno de los peores teatros de Madrid, surge inmediatamente la pregunta de quién debería de ser su sucesor… otras tres instituciones públicas gestionan este tipo de teatros en Madrid: el Ayuntamiento; el INAEM (institución estatal); y la Comunidad (porque los Teatros del Canal no los tengo en cuenta para este juicio porque no voy casi nunca). Tendré que examinar por quien me decido.

Sin duda los teatros municipales, aunque mejorables en varios aspectos, tienen una importante candidatura: atención al público buena; programas de mano con información; programación interesante y variada… etc; y por si fuera poco, están volcándose en el tema cultural organizando sus propias exposiciones de entrada libre; sin mencionar sus habituales actividades extra como los Encuentros… etc.

Y dentro de estos, estoy empezando a descubrir que el Teatro Fernán Gómez quizás sea una de las joyas de la corona: ya me había fijado en su programación extremadamente atractiva; pero además me gustan sus instalaciones; y estoy absolutamente maravillado con su atención al público (probablemente sea el mejor teatro de Madrid a ese nivel, ¡estoy encantado!). No tengo duda alguna de que seguiré yendo pues es un lugar maravilloso y realmente interesante.

Bien, como de costumbre, se me acumulan las cosas a publicar y no llego a tiempo… de modo que algunas ya quedarán para rellenar la publicación de un mes del futuro.

Para esta crítica llego a tiempo a medias, por una parte esta obra sólo tuvo una única representación, pero el concepto (de la poesía en escena, el ciclo de “Los martes, milagro”) se ha hecho anteriormente (y probablemente se seguirá haciendo en un futuro) y el autor, Carlos Jiménez repetirá el 8 de diciembre con “Guiomar” (a la que yo, con toda probabilidad, por lo que explicaré abajo, no iré), por lo que esta crítica podrá ser útil para los que se estén pensando acudir a las próximas sesiones de este evento.

Y es que la idea de traer la poesía a la escena, especialmente no siendo solamente una lectura dramatizada (como esperaba y se hace múltiples veces, en ocasiones de forma bastante exitosa, e incluso con actores conocidos como se vio alguna vez en la Fundación March), es muy buena, y ayuda a popularizar este género literario y acercarlo a la gente.

Por otro lado, la poesía recitada, puesta en buenas manos, llega a alcanzar su propio súmmum.

Desgraciadamente, hay formas y formas de hacer las cosas, algunas dan resultado (un caso realmente sobresaliente que yo no he dejado de alabar lo vimos hace bien poco en el Matadero) y otras, como es el caso de la obra de Carlos Jiménez de la que haré la crítica, pues no.

Por ello me apena muchísimo el fracaso de esta iniciativa de “Los martes, milagro. Poesía en escena”, que esperemos que logre reflotar (¿aunque qué se podía esperar cuando hay dos universidades detrás?), cosa que, indudablemente sólo conseguirá, si pasa a unas mejores manos y se hacen cambios drásticos.

Pero antes de meterme en lo que es la obra en sí, me gustaría abordar un tema que esta trata, y sobre el que estuve a punto de publicar algo el 12 de octubre, aunque finalmente no lo hice, pero es lo que tienen mis críticas, que siempre son mi espacio para reflexionar sobre todo lo reflexionable (mas siempre tiene que ver con el tema, faltaría más).

Las reacciones de determinadas personas ante la Fiesta nacional del 12 de octubre me han puesto enfermo, realmente indignado, hemos oído todo tipo de estupideces que parece necesario aclarar. Más de esas tonterías escuché en el coloquio posterior de esta obra, con lo cual, ya veo más que necesario hablar sobre el tema.

Ello no es una novedad, ese complejo de inferioridad les viene a los españoles desde los bajos Austrias; prende especialmente en las generaciones literarias del siglo XX, y aún prevalece hoy en día; tal vez debido a que el carácter latino es más destructor de mitos que mitómano (a ver cuando ves a un inglés o un francés hacer autocrítica, ¿qué batalla han perdido ellos?).

Y no nos engañemos, el chovinismo es malo, pero lo contrario tampoco es nada positivo, y no ayuda a progresar tampoco, porque mantener una buena autoestima colectiva, también es muy importante.

¿A qué me estoy refiriendo, y sobre qué estoy dando tantas vueltas sin llegar a entrar del todo en el tema? bueno, digamos que, hace tiempo, se estudiaba que en el antiguo régimen había dos fechas claves: la caída de Roma en el siglo V d.C., que marca el final de la época antigua y el comienzo de la edad media; y la caída de Bizancio en el siglo XV, que marca el final del medievo y el comienzo del renacimiento (la revolución francesa daría inicio a la Edad Moderna, por lo cual, sería el final de la etapa anterior). Desde luego, sí soy consciente de lo que afectó a la Europa de su tiempo la caída del Imperio de oriente (aunque no hicieran mucho por socorrerlo, Estados Pontificios incluidos) y el ascenso de los otomanos; pero yo estoy convencido de que hubo un hecho mucho más relevante en esa época, en ese mismo siglo, algo que realmente cambiaría la faz del mundo a todos los niveles: el descubrimiento de américa.

Sí, he dicho y lo repito: descubrimiento; porque América fue descubierta; fue un descubrimiento tanto para los europeos, como para los que vivían allí, e incluso para el resto del mundo. Sí, ya sé que habrá quien argumente que si que anteriormente pasaron por allí los Vikingos e incluso determinados pueblos asiáticos… ¿pero qué relevancia tuvo a nivel mundial?, ¿como repercutió eso?, la respuesta es sencilla: en nada; y por tanto es irrelevante. Se puede decir por tanto, con toda justicia, que América sí fue descubierta en 1492, puesto que a partir de ahí comenzó su relevancia mundial, ahí empezó a jugar un papel en la historia universal.

Y es que la historia del mundo no sería la misma, ni se podría explicar de igual manera si quitamos América a partir de su descubrimiento, y eso en todos los continentes. Por tanto es uno de los hechos más importantes y relevantes de la historia española, y desde luego, mundial. No creo que sea necesario dar demasiados datos para fortalecer este argumentario, pues la importancia de los EEUU en el último siglo es más que notoria; y en España en particular, la emigración a América fue una constante en toda su historia.

Pero claro, hace falta buscarle los tres pies al gato, hace falta desacralizarlo todo, y por ello, ahora parece que está de moda cuestionar también esto. Los argumentos para ello son auténticas bobadas que no superan la prueba de la enciclopedia escolar, y qué son utilizados por gente muy poco informada y menos documentada, que intentan hacer demagogia barata que no se sostiene en pie.

La colonización española no fue en absoluto un genocidio; es más, salió asombrosamente bien teniendo en cuenta la época, el renacimiento, que, eruditos tan prestigiosos como Gregorio Marañón han calificado como una de las épocas más inmorales de la historia universal (el triunfo del maquiavelismo es un ejemplo de ello).

No me voy a molestar siquiera en hacer una amplia comparación de las colonizaciones de otros países (básicamente porque el argumento de “tú  más” me parece una bobada infantil) como: Portugal, nuestro vecino, y tradicionalmente esclavista (en España hubo esclavos de guerra, o como algo, muy pero que muy exótico; y en cualquier caso, no se iba a su caza en África), que arrasó con la cultura indígena de lo que ahora es Brasil, hasta tal punto, que cuando la propia monarquía de los Braganza quiso independizar la colonia como imperio, se encontró en muy graves aprietos para crear una identidad nacional nueva, puesto que prácticamente había que sacarla de la nada. Y ya no digamos siglos más tarde, cuando se supone que el barniz de la civilización es mucho mayor, en el siglo XIX, cuando las potencias Europeas creaban mágicamente nuevos estados en Europa del este y los dotaban de monarquías personalizadas por candidatos afines según la conveniencia política; el reparto de África por estas mismas potencias; o el intento de hacer lo mismo con Asia (del que fueron incapaces porque esas culturas milenarias eran demasiado fuertes)… etc; y tampoco me parece necesario poner ejemplos concretos como Francia e Inglaterra, países además racistas, que jamás consideraron a sus colonias para otra cosa que para beneficiar a la metrópoli… mientras que en España, Isabel I consideró que todos los habitantes de las nuevas tierras atlánticas eran sus súbditos, y por tanto se les debía de respetar como tal; y los colonizadores no tuvieron ningún tipo de prejuicio racial y se unieron con indígenas sin mayor problema (a ver qué otra potencia hizo eso). Y ya no hablemos de las colonizaciones de la edad antigua como la griega, la fenicia o la cartaginesa, que seguro que hay quien piensa que se hicieron a besos.

¿Qué los europeos llevamos enfermedades que diezmaron la población?, también vinieron de Asia con la peste negra que acabó con la mayor parte de la población de Europa, y no veo que se acuse a los chinos de genocidio por comerciar con especias; ¿qué hubo abusos hacia los indígenas? son casos concretos, hubo un auténtico encontronazo cultural, y ningún otro pueblo de todo el mundo lo hubiera hecho mejor, y menos en esa época, ¿o acaso alguien pretende defender lo contrario? y en cualquier caso, como ya he comentado, la legislación oficial los protegía; ¿qué se arrasó su cultura?, una vez más, un topicazo, a ver que otra nación tuvo a un Bartolomé de las Casas preocupado por la conservación de esas culturas, a ver en qué otra nación siguieron quedando arraigadas tradiciones milenarias dentro de la propia cultura… que se lo digan sino a los brasileños o a los indios nativos americanos (que yo sepa, la alta sociedad de Filadelfia la componen los descendientes de los peregrinos que vinieron con el Mayflower, y no ningún indígena de la tribu de los Lenape… en cambio los sucesores del último Emperador de Méjico, son Duques de Moctezuma de Tultengo, y por tanto tienen Grandeza de España…); a ver quién salió mejor parado.

Y por supuesto, siempre se peca de presentismo al juzgar estos hechos históricos (otra gran muestra de incultura que jamás tendría ningún profesional o entendido en el tema; pues jamás, jamás, se puede juzgar otra época histórica según nuestra visión actual.), en temas como la evangelización, que no era vista como algo malo hasta hace dos días (ahora se califica de “adoctrinamiento”; y ya no nos metamos en el tema de la inquisición, que ni se inventó en España, ni fue este el primer lugar en el que se implantó, y francamente, las versiones de los países luteranos fueron bastante peor…), que en cualquier caso, respondía al espíritu de la época, y era una manera de integración en la sociedad; y más, tratándose de la Iglesia, que era en esas épocas, tan desmesuradamente jerarquizadas e inamovibles, de las pocas instituciones que permitía el ascenso social. Esto podrá gustar o no, pero es un hecho indiscutible.

Por tanto, está claro, que lo del genocidio y el extermino cultural por parte de los españoles es un mito que se usa por parte de ciertas ideologías: chovinista, por parte de determinados países americanos, en cuyos himnos aún podemos apreciar el odio antiespañol, de alguna manera había que crear una diferencia: evocando un enemigo, un invasor; y desde luego por parte de determinados historiadores europeos (especialmente ingleses y franceses), ansiosos por recalcar la fama de sus países cantando los fracasos (más o menos exagerados) de otros (y lo simpático, es que luego nosotros vamos y nos lo creemos); y en el caso nacional, de muchos paletos incultos que sólo repiten como borregos lo que han oído decir a otra persona que ha leído una información demagógica, que ha sido sacada de otra sesgada, que a su vez ha salido de otra convenientemente adulterada según la ideología apropiada. Patético.

Y luego, lo dicho, ves a la gente repetir como loros unas chorradas, que, el pasado 12 de octubre, cuando casi se convirtió en debate nacional, yo ya me sentía enervado.

Y ya no me meto en el asunto de Cataluña o la estupidez de como un territorio pretende autoproclamarse nación cuando ni siquiera ha llegado a consolidarse como entidad política en toda su historia… y es que en España, el único nacionalismo medianamente (y digo medianamente, porque yo soy partidario de que hay que respetar los avatares históricos, y que volver atrás, para tropezar otra vez con la misma piedra, nunca es la solución… ¿cómo no vamos a estar condenados a repetir nuestra historia de esta manera?) legítimo, es el gallego, que es el único que se constituyó como Reino, y que, de hecho, fue el primero de Europa (con los suevos); pero eso ya es otra historia muy larga….

Y es que yo siempre diré lo mismo: lo malo no es saber, es no querer saber; y hay mucha gente que le gusta (o que quiere intencionadamente) permanecer en la ignorancia y la estupidez; que no digo yo que no sea mucho más cómodo que tener una opinión fundamentada (que siempre es mucho más agotador porque hay que tratar de estar seguro de todo antes de hablar); pero a esas personas a veces, simplemente hay que callarles la boca, porque tiene que haber un límite a tanta paletada y estulticia.

Por lo demás, comentar que no se han hecho programas de mano para estas representaciones (muy mal) y que sigue estando muy bien que se hagan coloquios después de una representación, aunque deberían de aumentarse y ser más días; en cualquier caso es una iniciativa a alabar.

Lamentablemente, el coloquio en este caso sólo fue un perfecto reflejo del absoluto fracaso de la obra: a medida que iban hablando y hablando, comentando lo que querían conseguir, más entendías que no habían logrado ninguno de sus objetivos; por lo que yo terminaba de confirmar que “Canto general” había sido un completo y estrepitoso fracaso.

-Canto general (Los martes, milagro): milagro, sí, milagro estuve a punto de gritar yo cuando al fin se acabó. Menudo desastre absoluto; apenas duró una hora y creía que llevaba cuatro; una pesadez total, incapaz de mantener la atención y el interés del público; pero no es para menos, no faltan razones más que obvias, paso a explicarlas.

La historia es muy patética, una excusa de lo más barata para intentar meter, con calzador, y empujando, los poemas de Neruda. Y encima se nota, pero de forma muy evidente. Por si fuera poco, está muy mal escrita, es imposible creerse, ya no una historia que no se sostiene por tópica, sino a unos personajes que son el más vulgar y ridículo estereotipo que haya visto en mucho tiempo. Es más que evidente que Carlos Jiménez carece totalmente de talento para la escritura, puesto que su texto es realmente pésimo, carente de imaginación y originalidad, he visto alumnos de la ESO que hacen mejores trabajos para la clase de lengua que este.

Y ya no nos metamos en la visión (como comento arriba, antes de la crítica) totalmente indocumentada, vergonzosamente parcial y sesgada, y ridículamente demagógica, que da del descubrimiento de América.

La dirección de Luna Paredes es de una pura diletante, no sabe qué hacer, no tiene recursos, y además se ve; así que tira por los caminos mil recorridos; y encima no le funciona; básicamente porque el material con el que trabaja es tan malo, tan pésimo, que se necesitaría un enormísimo talento para sacarlo adelante (y hacer bastantes cambios); obviamente, ella no lo tiene.

Y en cuanto a los actores, si no fuera porque luego los investigué, llegué a estar convencido de que eran estudiantes universitarios que se estaban intentando sacar unos créditos extra, o que les daban más nota por hacer esto… porque me parecía imposible que fueran actores profesionales, sino tipos que se habían metido a esto por pasar su tiempo libre de alguna manera. Así pues, las actuaciones de Daniel Migueláñez y Alfonso Gómez son vulgares, manidas, plagadas de clichés… malísimas en definitiva y totalmente inverosímiles (hasta el punto de que no dejas de pensar que hubiera sido más lógico que invirtieran los papeles).

Pero yo creo que dar una idea de como fue la representación, con mi particular e irónica manera, será lo más ilustrativo:

De oscuro pasamos a luz (que recurso más original)

-Pijo repelente; PR: o sea, tenemos que hacer un trabajo de la uni juntos, que mal, te lo juro por Snoopy. Es que yo tengo otros intereses… que son… bueno es que soy un cliché total, y más plano que el papel en el que he sido escrito.

-¿Intelectual perroflauta?; IP: sí, tenemos que hacerlo, la excusa para ello que da la obra no hay quien se la trague, pero es lo que hay; y tú al menos eres un cliché, yo estoy tan mal definido que ni para estereotipo valgo… En cualquier caso, para hacer el trabajo, he desarrollado una App basándome en… rollo intrascendente que dura cinco minutos… y por cierto, sabes lo que decía Neruda…

Interrupción; cambio de iluminación; el actor cambia de pose, de gestos, de voz… de todo, se pone en modo “voy a recitar, lo vais a flipar”.

-… “Y en las tierras sangre derramada / por los indígenas formada / ¡pero qué España más mala! / mal rayo la parta”.

-PR: o sea no, que mal me parece que los españoles fueran tan supermalísimos de la muerte, ¿se pasaron un poco no?.

-IP: sí, menos mal que estoy yo aquí para descubrirte los misterios del mundo, es que soy muy listo. ¿Sabes?, estoy pensando que esta obra teatral que estamos haciendo podría haber sido una obra maestra si el autor hubiera contrapuesto las dos versiones de la historia, crear un debate acerca de los beneficios y los perjuicios del descubrimiento de América, pero la demagogia y los prejuicios no requieren de ningún tipo de investigación….

-PR: sí, sí, lo que quieras; mira estos otros versos…

Parón drástico, luz blanca, el actor mira con mirada profunda, voz profunda, gestos profundos… ¡todo es más profundo que el mar océano entero con sus más bajos e inmensos abismos!.

-PR: “Cultura desechada / en el tiempo parada / si Malinche un polvazo no tuviera / la cosa de otro modo fuera”.

-IP: vaya, veo que te empieza a gustar Neruda…

-PR: ¡sí, acabo de hacer una evolución de personaje total en menos de un minuto!, ¿tú lo entiendes?, ¡yo no, pero qué importa!, voy a leer más poemas….

-IP: ¡ni hablar, me toca a mí!, ¡no vas a estar luciéndote tú todo el rato!; además me voy a subir a la mesa, pintar con tiza y poner papeles por toda la sala… se nota mucho que es una acción mandada por la directora y que yo soy incapaz de naturalizar como actor, ¡pero seguro que metiendo un poema no se nota!, ¡cambio de iluminación, que voy a recitar!.

En definitiva, el resultado final, es que parece una obra de aficionados, totalmente amateur, es más, mientras la veía, si me hubieran dicho que se estrenó en el conocido “Festival de teatro mínimo” de la Complutense (donde, con toda seguridad, también hubiera pasado desapercibida, porque es muy mala y no hace falta mucho para hacer algo mejor… y de hecho he visto obras muy superiores en ese festival) no me hubiera extrañado nada de nada.

En fin, teniendo en cuenta que Carlos Jiménez también escribe y dirige la siguiente obra de este ciclo de “Los martes, milagro. Poesía en escena” que se estrenará el 8 de diciembre (“Guiomar”, basada en los poemas de Antonio Machado), creo que podéis imaginar lo que podemos esperar… yo desde luego tengo claro que no pienso ir a averiguarlo, ni a confirmar un nuevo desastre, como dice el dicho: “santo Tomás, una vez y nada más”.