Crítica exprés: Festival de Música antigua Madrid (mam)

Publicado el 29 abril 2019 por Universo De A @UniversodeA

Muy impaciente e interesado estaba en este nuevo festival (como ya había comentado) del, avezado en estas cuestiones, Teatro Fernán Gómez, y que, sin embargo, hasta ahora, no había tocado prácticamente la música clásica (salvo casos muy concretos, como el ballet clásico, que todos deseamos que vuelva una y otra vez… y no será por falta de éxito), pues bien, ahora lo hace y yo soy el primero en apoyarlo, con mi asistencia y esta reseña de todo ello… lo que no significa que no vaya a destacar, como siempre, tanto lo que se ha hecho mal como lo que se ha hecho bien.

Pero, estando como estoy en el comentario previo al comentario de la crítica, permítaseme irme un poco por las ramas, y recordar que hace un tiempo comentaba que este teatro municipal necesitaba encontrar su identidad propia; más tarde dije que tal vez lo había hecho mediante los festivales musicales… y puede que llegue mucho más allá, especialmente desde que ha empezado a meterse en el musical.

De hecho, sería inteligente que lo hiciera, como teatro público, tiene ante sí una gran oportunidad que no tiene precio (y dado que también ha programado cabaret, aunque fuera del actual y de la más baja estofa -ejemplos 1, 2 o 3-, no sería nada incoherente); ¿de qué estoy hablando? pues hace muy poco, hablaba con un comentarista italiano (sí, lo sé, este blog está alcanzando unos niveles de referencia internacional que hasta yo alucino jajajaja) acerca de que en Madrid, aunque sí existe una institución teatral centrada en la recuperación, conservación y difusión del género de la zarzuela, y esta hace lo que puede para abarcar también el resto del patrimonio musical teatral español… lo cierto es que no entra directamente en sus funciones y competencias.

Así pues, ¿no sería genial que el Teatro Fernán Gómez empezase a hacer y recuperar más teatro musical, revista, opereta… etc? es un nicho de mercado que no está cogido por nadie, y es verdaderamente prometedor, tanto a nivel de éxito de público como de la gran aportación que se haría a la cultura en la capital del Reino.

Lo anterior y, como ya digo, poner en escena más ballet clásico, el cual es casi imposible de encontrar en la villa de Madrid (tal vez porque tampoco hay muchas compañías que lo hagan, hay que reconocer que la danza contemporánea se impone más en nuestro país… pese a su más que habitual falta de calidad e indiferencia del público).

Por supuesto, no sabemos que posibilidades tendrá quién se ocupe de la programación del teatro para ello, pero, desde luego sería una muy buena opción a valorar y que podría traer grandes triunfos futuros, a todos los niveles (cultural, económico… etc).

Este es, al menos que yo recuerde en mucho tiempo, el primer festival de música clásica que se hace en el Teatro Fernán Gómez, y, en todo caso, la primera edición de este en concreto. Dado que la diversificación de las celebraciones de este tipo en este teatro es cada vez es mayor (aunque se puede decir que ya hay unos consolidados, que podríamos calificar de tradicionales, como podrían ser los de Gospel, Mantras o Flamenco), no sorprende, y agrada extremadamente, que el Fernán Gómez se haya lanzado a la aventura de la música culta.

Y en el proceso ha hecho unas cosas bien, y otras mal; aunque muchas veces, curiosamente, son dos caras de la misma moneda, vamos a hablar de ello.

En primer lugar hay que mencionar a la competencia, que no es poca ni desdeñable, ya que, por suerte, Madrid es una ciudad muy bien surtida a nivel de música clásica, de muchos tipos, para todo aquel que quiera disfrutarla; el Fernán Gómez ha hecho bien no intentando competir a lo grande (básicamente porque tampoco tiene los medios artísticos ni técnicos) con los consolidados, como pueden ser el Teatro Real, el de la Zarzuela, el Auditorio Nacional o el Teatro Monumental; dicho de otro modo, sabe cuales son sus limitaciones y las aprovecha, sabe que le sería muy difícil intentar competir con grandes orquestas, grandes coros e instituciones muy consolidadas, por lo que opta por la menos manida música de cámara (si además extiende sus intereses por el melólogo, la opereta o el teatro musical de cámara… y demás de lo que hablo párrafos arriba, obtendrá un gran triunfo), menos habitual en las grandes salas de conciertos (básicamente porque no es su sitio).

¡Ah!, pero hay un “pero”: sí, tal vez en las grandes salas de conciertos se da esa situación, pero estas suelen ser de pago… y el hecho es que existen ya muy conocidos y consolidados festivales o fundaciones (el de arte sacro, la March) que ya se ocupan de estos asuntos con notoria periodicidad… y son gratuitos.

Hablando claro: aunque el Fernán Gómez ha elegido muy bien su nicho de actuación dentro de la música clásica, lo cierto es que va a necesitar legitimar clara y meridianamente el coste de sus entradas, pues, ¿quién va a pagar por algo que puede obtener gratis?.

Para lograr esa legitimación, sus conciertos deberán hacer una serie de mejoras muy importantes (por lo que he visto hasta ahora), a saber:

-Aumentar la variedad, originalidad y lo inédito de los programas.

-Traer a grandes e importantes formaciones musicales, no sólo nacionales sino también internacionales, especialmente aquellas con renombre e importante currículo (y no sólo las creadas hace dos días, los jóvenes están muy bien, pero no son lo único…).

-Encargos por parte del festival, especialmente para llevar a cabo estrenos en tiempos modernos de las más diversas obras… etc.

-Fomentar la teatralidad y espectacularidad del concierto (proyecciones, iluminación, videomapping tal vez… etc), sobre todo, mucha originalidad y un auténtico proceso de inmersión en la materia del concierto, al fin y al cabo, ¡estamos en un teatro, hay que aprovecharlo y darle sentido!.

-Conferencias dadas por ponentes de nivel, excelente y exhaustivamente preparadas. En los conciertos a los que yo acudí hablaba una persona del grupo o relacionada, lo que no está mal, pero no es suficiente… digamos que se aprecia la buena intención de los organizadores, pero se queda en eso. Lo ideal sería que hubiese un, digamos, maestro de ceremonias que introdujese lo que se va a escuchar en el programa (contexto histórico-artístico, el compositor, el grupo…) y a continuación interviniese o fuese entrevistado, uno de los componentes de la formación musical (tal y como yo lo planteo, incluso podría ser un mismo maestro de ceremonias para todos los conciertos).

-Ningún concierto deberá durar menos de dos horas (para que compense siquiera el traslado del público, de su casa al teatro) y, fuera de esta duración, debería haber varios bises.

-Mejorar la dirección de escena y la cuestión técnica; por ejemplo, a menos que vaya a anunciarse por proyección (lo preferible) cuál es la pieza siguiente o el movimiento correspondiente; debería hacerlo uno de los músicos, o los técnicos deberían mantener en todo momento la sala a media luz para que el espectador pueda leer y orientarse en el programa; para que, de cualquiera de los modos mencionados, el asistente sepa qué está escuchando y no se pase todo el concierto perdido.

… etc, en definitiva, que al espectador se le compense el precio de las entradas. Y como ya digo, aún con todo esto, la competencia es feroz, pues el Festival de arte sacro organiza sus conciertos en iglesias históricas (ventaja sobre él, que es sólo un mes al año), al igual que otros del estilo organizados por el ayuntamiento de Madrid; y la Fundación March cada vez se vueca más en la espectacularidad y calidad de sus conciertos, hasta el punto de que son grabados y emitidos por RTVE….

Hablando claro, si el Fernán Gómez se está planteando seriamente hacerse un hueco en la agenda del melómano de música clásica, deberá esforzarse no poco, y hacer ver que lo vale, pues lo dicho, no le faltan competidores, y brutales además.

Sin embargo, hay muchas cosas que me han agradado: el poster publicitario, el programa de mano (aunque la referencia de los movimientos de cada pieza dejaba que desear y era bastante liosa); la idea de hacer conferencias previas; los conciertos programados; la atención al público (¡además conseguí muy buenas butacas esta vez!); y, por supuesto… escuchar la música en directo, sin horribles micrófonos ni altavoces molestando e interfiriendo, auténtica música de cámara en esencia pura (verdaderamente, llega a dar la impresión de que el Fernán Gómez nació para albergar este tipo de eventos)… etc.

De cualquier modo, y aún con todo lo comentado anteriormente, yo apoyo absoluta e incondicionalmente este festival y os urjo a que lo hagáis también acudiendo a disfrutarlo.

Dicho todo lo anterior, procedo con la crítica propiamente dicha….

-Música antigua Madrid (mam): acudiré a una selección de conciertos, que, como de costumbre, iré reseñando y haciendo la crítica concreta a medida que vaya yendo. Como siempre, los más cercanos a estas líneas serán los últimos que se han visto.

De momento, comento mi opinión sobre lo que ya he visto, que es:

-TESOROS MUSICALES DE LA BIBLIOTECA DE ESPAÑA (L’APOTHÉOSE)

La conferencia previa, sonó absurdamente improvisada, coloquial, poco preparada… tanto, que, a pesar de lo interesante de algunas de las cosas que se contaron, la sombra del desprestigio se cernía sobre ello. Cualquier conferenciante sabe que no sólo hay que saber lo qué hay que decir, también hay que saber cómo transmitirlo, y aquel ponente transmitía una profunda inseguridad. Sin mencionar que tampoco resaltó suficientemente la importancia fundamental de la Corona española dentro de la creación y conservación del patrimonio musical, hemos tenido Reyes auténticamente amantes del arte y verdaderamente melómanos, gracias a los cuales hoy conservamos auténticas obras maestras.

Por otra parte, el concierto en sí mismo apenas duró una hora con bis incluido… lo que personalmente considero un desastre, es muy poco tiempo para uno de pago (cuando es gratis, pues ya es lo que hay).

Por lo demás, el programa musical ofrecido por L’Apothéose fue sencillamente triunfal, una auténtica delicia poder degustarlo, muy agradable e inspirador. Además, a parte del placer auditivo que supone, nos hace recordar cuantísima música nuestra está aún pendiente por descubrir y poner en valor. En ello debemos seguir y apoyar, por eso es tan fundamental la función de un festival como este, y lo que legitima el teatro público.

Por lo demás, encontré a todos los músicos perfectamente inspirados y ofreciendo lo mejor de sí mismos.

En definitiva, un éxito; asistir a este concierto fue un acierto y una gozada.

Como curiosidad decir que no me encontré con el típico público de chistadores-eruditos a la violeta; más bien al contrario, mucho aplaudidor de movimientos y unos asistentes bastante conformistas. El teatro se llenó bastante pero podría haberlo estado más… supongo que el festival está empezando y hay que dejarle coger carrerilla… desde luego, debería dársele la oportunidad de hacerlo.

El grupo, por su parte, ha grabado este mismo concierto, de modo que, francamente, si no se le puede ver en directo, yo recomiendo el conocimiento y la adquisición del trabajo que los que acudimos aquel día tuvimos el placer de escuchar.

Como anécdota, decir que aquel mismo día, y en aquellas mismas horas, el partido político Vox organizaba justo encima del teatro (no olvidemos que este está justo debajo de los Jardines del descubrimiento, más conocidos como Plaza de Colón) su último mitin previo a las elecciones… lo cual me dio de sí para una serie de interesantes analogías y reflexiones twitteras que se pueden leer aquí; pero esa cuestión poco tiene que ver con la crítica artística, así que no sigo escribiendo al respecto.

-DOMENICO SCARLATTI, ANTIGUOS MITOS Y SOMBRAS (DELIRIUM MÚSICA)

Como tantas otras cosas en este festival, existe una buena idea e intención… pero prácticamente se queda ahí.

El acto, conferencia incluida, dura apenas una hora. Y ni siquiera hay bises. Yo creo que eso también dice bastante, y no positivo.

La conferencia fue sumamente superficial, dada por el director artístico, no decía nada que no hubiéramos leído e imaginado ya de lo escrito en el programa de mano.

Los músicos estuvieron bien, las piezas fueron agradables (si te gusta el estilo de Domenico Scarlatti)….

Pero no se consigue la magia de trasladarnos a la corte del Infante don Gabriel. En realidad, lo peor de este espectáculo es que, promete mucho y ofrece muy poco. Y sobre todo, no tiene magia, de modo que la decepción ante la expectativa es inevitable.

Muy buena culpa de ello la tiene tanto la dirección de escena como los titiriteros (inexplicablemente sólo dos, a pesar de que están implicadas dos compañías: Pilpira Teatro y Teatres de la Llum… y aún más inexplicable viendo el resultado).

Así, la dirección de escena, indecisa, se zarandea entre un pequeño teatrillo y una pantalla muy grande, y los traslados de una a otra sólo saben resolverse bien una vez, el resto del tiempo resultan absurdos e inexplicables (como también lo es el que se utilice un proyector, de hecho, ¿para que necesitas a las personas entonces, si puedes proyectar directamente la película de sombras al completo?). Puedo entender que el teatrillo sea muy pequeño para lo que lo vea todo el teatro (aunque tenía un gran encanto barroco, y la decoración con flores de lis fue todo un acierto para evocar la corte del Infante Borbón); pero quizás hubiese sido mejor haberlo construido a una escala más grande. De cualquier modo, la dirección es incapaz de contar las historias mitológicas como es debido y, al final, aunque se nota y es muy evidente la falta de presupuesto, se percibe aún más la falta de talento y capacidad para contar historias… sí vale, se ven (o parece que se perciben, sino, directamente han hecho un plagio sin saberlo) sus referencias a “Fantasía” o a los cortos de Lotte Reiniger, pero ello les perjudica más que les beneficia pues salen perdiendo escandalosamente en la comparación.

No hay que negar que mucha culpa también se debe a los titiriteros, pues, a la falta de imaginación de la dirección de escena, hay que sumarles su escasa capacidad y creatividad como actores (tanto cuando ellos mismos hacen las sombras como con las figuras); y lo que es muchísimo peor y lo más condenable y grave de todo este asunto: salvo raros momentos, son absolutamente arrítmicos, pasan de la música pero rotundamente… sí, no negaré que se les ve cierta voluntad de no hacerlo, pero la realidad es que son incapaces de ir al ritmo de Scarlatti (en una de las sonatas hasta recuerdo que los músicos terminaron con la pieza y ellos aún seguían), no lo sienten… hasta me atrevería a decir que ni les gusta ni les interesa, que no son capaces de apreciarlo. Sea o no sea así, eso es lo que se percibe desde fuera.

Con todo, y aunque el espectáculo no es todo lo que podría y debería haber sido, no deja de tener cierto encanto y ser una experiencia interesante; así pues, si se tiene en cuenta todo lo anterior de cara a evitar decepciones, es disfrutable.

Como anécdota curiosa, comentar que justo al salir… allí volvía a estar Vox con una pantalla gigante dónde se analizaba el día electoral… madre mía, a este paso, esta gente acampa en Colón permanentemente. Y yo no podía dejar de apreciar la ironía de la situación, que le tengan tanto aprecio a los Jardines del descubrimiento, lugar que, si uno lo piensa, es el mejor y más brillante monumento a la emigración que jamás se ha hecho… teniendo en cuenta lo que figura en el programa de esta formación política, apreciaréis que la cuestión no deja de tener una cierta ironía dramática.