CRÍTICA | Foxcatcher dirigida por Bennett Miller (2014)

Publicado el 13 febrero 2015 por Ginebra Bricollé Nadal @Gine_1414

FASCINANTE ESTUDIO PSICOLÓGICO SOBRE LA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO DEL SER HUMANO.

Foxcatcher es una de esas películas que aspiraba a formar parte de ese selecto grupo de películas “Oscar”. La etiqueta sirve de paraguas para designar aquellas películas que por diferentes motivos y una pizca de azar se cuelan en la carrera para la preciada estatuilla. Finalmente, tras conocerse las nominaciones el film dirigido por Bennett Miller se quedó fuera de la categoría principal, y por tanto fuera de la lucha, aunque logró 5 nominaciones: mejor actor protagonista, de reparto, mejor dirección, mejor guión y mejor maquillaje. Unos reconocimientos que aun sin saber si ganará algún premio, tras ver la película se antojan insuficientes por la obra que nos regala el director de Capote y Moneyball.

La película parte de un suceso real. Una de esas historias que lees en los periódicos y que no das crédito de que semejante evento haya pasado, con el añadido de que se trataba de gente medianamente conocida en el la tierra donde los sueños se hacen realidad. Mark y Dave Schultz son dos medallistas olímpicos en la modalidad de lucha libre. Mark, el pequeño, sintiéndose siempre a la sombra de Dave recibe una oferta de John E. du Pont, heredero de una rica familia que se dedicó a las cursas de caballos e hizo fortuna durante muchos años. Apasionado de los deportes, y concretamente de la lucha libre ofrece a Mark la posibilidad de que se entrene en sus instalaciones de alto rendimiento y por tanto que forme parte del equipo “Foxcather” y le permita llegar más alto que su hermano.

Foxcather es una lucha de egos, una reflexión sobre el dinero, la fama y el poder. Una intensa competición entre complejísimos individuos que buscan sobresalir. Un tosco choque de personalidades. Y es que las virtudes de la tercera película de Miller empiezan en el guión que sienta las bases y define la película como un drama de personajes y no como un film deportivo. Poco a poco uno es consciente de la superposición de tres personajes extremadamente bien definidos que a través de sus actos y pensamientos se van nutriendo unos con otros haciendo avanzar la obra. Pero a la vez la historia es lo suficientemente inteligente como para no dejar las cosas claras en ningún momento y requerir que el espectador ya inmerso en ese triángulo saque sus propias conclusiones.

Aunque tarda unos minutos en aparecer John E. du Pont pronto se convierte en un personaje fascinante. Su relación con su madre, su complejo de inferioridad encubierto por su finjido conocimiento sobre la lucha libre olímpica. Su necesidad de amigos y personas de confianza y su férreo convencimiento que con dinero todo se puede comprar hacen un cóctel explosivo que está brillantemente llevado a la pantalla por Steve Carell. Despojándose de toda su vis cómica y con una creíble prótesis en la nariz y en la dentadura (brillante trabajo de maquillaje) nos regala la mejor actuación del año, nominada al Oscar a mejor actor. Una portentosa interpretación que recuerda a personajes tan fascinantes como Daniel Plainview de There Will Be Blood (Pozos de Ambición) en que una fina línea es lo que separa al personaje de la locura y al actor de la sobreactuación. Al cómico estadounidense lo acompañan Mark Ruffalo, interpretando a Dave Schultz, el hermano mayor y padre de familia sensato con una comedida y mesurada interpretación que le ha valido la nominación a actor secundario en los Oscar; y por último Mark Schultz es interpretado por Channing Tatum. El actor originario de Alabama que pareciera que solo sirve para películas gamberras y menear su cuerpo para deleite de fans de Magic Mike, demuestra que tiene más registros, o como mínimo una más, en una más que correcta interpretación en la que no se achica ante sus dos compañeros.

La sobria dirección, la cuidada fotografía de Greig Fraser y el montaje de Jay Cassidy Stuart Levy y Conor O’Neill no pretenden ser los protagonistas de la película y trabajan para y por el guión y los intérpretes reforzándolos en todo momento. Por último la banda sonora de Rob Simonsen le añade cierta frialdad siempre presente para mantener al espectador atento y construir un juego mental y alejándolo de la identificación con los personajes. En este sentido funciona como Gone Girl (Perdida) de David Fincher.

Foxcather es una película fascinante que te atrapa y te propone un asombroso estudio psicológico de tres personalidades en su lucha para conseguir dinero, reconocimiento, fama, superación y estabilidad; y que además cuenta con excelentes actuaciones de un irreconocible Steve Carell, Mark Ruffalo y Channing Tatum.

NOTA