Crítica: Intruso (2016) Dir. Travis Z.

Publicado el 20 diciembre 2016 por Proyectorf @Proyectorfant

Ficha técnica: Titulo Original: Intruder Año: 2016; País: EE.UU; Guión y dirección: Travis Zariwny; Elenco: Louise Linton, John Robinson, Moby; Duración: 91 min; Estreno en Argentina: 22/12/2016

A veces el silencio no hace ruido

Nos encontramos a primera mano con Elizabeth, una mujer más o menos joven que toca el violonchelo en la filarmónica de Portland quien, recientemente mudada a su departamento de Oregon, se encarga de cuidar el gatito de una amiga, mientras tiene idas y vueltas con su novio y algún que otro inconveniente profesional con su jefe de orquesta. Pequeñas subtramas que no terminan siendo muy relevantes a lo largo de la historia, lo importante es que ella pasa bastante tiempo en su departamento y ahí, está bastante sola.

Pero ¿está sola realmente? En realidad no. Sin saberlo aloja a un intruso. Una suerte de stalker analógico que encapuchado, se la pasa espiándola y dejándole pistas sutiles de loquito sobre su presencia, como comerle algo de la heladera o pegarle un mordiscón a una manzana que encuentre por ahí.

Ella practica el cello, habla por teléfono, o prepara su comida y él está ahí observando. Siempre a punto de intervenir pareciera, pero siempre escabulléndose un poco más y estirando la cosa, gambeteando nuestras expectativas de entrar en acción, conforme se desarrollan los hechos.

Intruso, se trata básicamente sobre eso. Una mujer recién mudada que atraviesa situaciones de intimidad, siempre acompañada por este loquito, sin saberlo.

La historia de Intruso, dirigida por Travis Z. intenta presentar ribetes de película de género de terror o suspenso de un modo bien clásico, generalmente errando en relación a sus intenciones. Tan directa, a veces se vuelve nimia. Está filmada por momentos con una puesta no tan tradicional y sus diálogos antinaturales o bien entorpecen las ya de por sí pobres actuaciones de sus intérpretes o bien están ahí para resaltar estas. Claro, no creo que sea culpa de los actores sino más bien de la dirección elegida.

La película se centra en el manejo de la tensión. A saber, este tipo a quien no le vemos la cara (y durante la trama se nos va llenando la mesa de sospechosos para que juguemos a pensar quien será el hombre encapuchado) siempre está en la casa de esta chica espiándola y eso nos debería poner nerviosos. Entonces, la tensión es real por estos hechos. Pero muy anunciada por la musicalización que aparece con potencia para resaltar la aparición del stalker para hacer alguna maldad y se va, dejando a la cinta en completo silencio hasta que esto se repita. Y totalmente dispareja e inefectiva, por esta dirección narrativa tan llana, con ciertos cortes que parecen salidos de alguna serie televisiva de los años noventa (lo cual me viene a la cabeza porque en la trama hay ciertos elementos que referencian directamente a este época en particular).

Ah! y aparece Moby. Sí, Moby, el músico conocido por éxitos tales como Porcelain, Why Does My Heart Feel So Bad o The Perfect Life. ¿Qué tal actúa Moby? mal, pero es difícil saberlo ya que está bastante parejo en relación a sus compañeros. Quedará para el recuerdo de esta película, que actua Moby. Y un gatito, que sería lo mejor del film...

En resumen; se trata de toda una gran anécdota que trata de jugar con la tensión de que en algún momento la cuerda se tocará para desembocar en algo, pero no sé sabe cuándo ni la precisión de sus características. Claro, la anécdota se vuelve larga y la tensión lejos de acrecentarse en el desarrollo de la trama y en la espera, se disipa volviendo la historia intrascendente y a la película aún más olvidable que esta. La protagonista toca el cello y su conexión con la música clásica se queda en una anécdota que no se utiliza demasiado en una película que en cuanto a musicalización, transcurre casi todo el tiempo en silencio. Pero ese silencio no promueve ni la tensión ni que nos sumerjamos con cierto realismo en su departamento, sino más bien, propicia la sensación de irrelevancia. Nos hace recordar en algún punto, que a veces el silencio no hace ruido ni provoca estridencia: Es un silencio que hace que todo sea intrascendente.

Por Lautaro Olivera