Desde antes del verano se venía hablando del nuevo trabajo de Marcelo Piñeyro, una película que prometía sensibilidad y ternura protagonizada por Belen Rueda y Mario Casas. "Ismael" por fin llegará a las carteleras el próximo 25 de diciembre y, pese a la expectación creada, no ha conseguido alcanzar los niveles tan altos a los que apuntaba.
Sería atrevido descubrir ahora al realizador argentino. Su carrera se ha desarrollado permanentemente entre los estados emocionales, jugando con la reacción de los personajes ante situaciones inesperadas ó límites. Ejemplos fáciles de recordar serían "El método" y "Kamchatka", dos éxitos que transmitían esperanza a la hora de afrontar "Ismael".
A través de "Ismael" vuelve a seducir con las distintas maneras que tiene el ser humano para afrontar algo sorprendente y de fuerte carga emocional. En esta ocasión un niño, Ismael, de apenas 10 años se monta en un AVE de Madrid a Barcelona para conocer a su padre biológico. Su llegada removerá muchos sentimientos escondidos, retomará conversaciones mal cerradas y cambiará la vida de todos los que le rodean.
La idea original, la base, es muy interesante. El enfoque y la manera de trasladarlo no tanto. Me parece talentosa la idea de conocer los secretos de la familia a la vez que lo descubre Ismael. Sin embargo, cuando los diálogos y las interpretaciones entran en escena, todo se vuelve forzado y poco real. Continuamente se deduce un trasfondo familiar oscuro que nunca llega a desvelarse, con conversaciones muy manidas y planas que no esconden nada más allá de lo que se dice.
Entre los intérpretes sólo Sergi López y Juan Diego Botto destacan en esta producción. La dupla protagonista compuesta por Belén Rueda y Mario Casas hace aguas por todas partes. Es de alabar la carrera que está buscando Mario Casas combinando papeles de corte adolescente con otras más maduras como ya realizó con éxito en "Grupo 7" ó "La mula". Es una lástima que en esta ocasión la jugada no le haya salido bien, desbordado por un personaje muy complejo interiormente que apenas encuentra respuesta en la inexpresiva cara del actor gallego.
El guión es una mezcla de tópicos sazonados por una innecesaria sensiblería. Las conversaciones son tan predecibles que pierden todo el sentido de la realidad. Y ése es el mayor defecto de "Ismael", contarnos algo que no parece real. En el cine no es tan importante ser verídico o realista, como el hecho de parecerlo.
"Ismael" no ha logrado emocionarme ni despertarme algo en el corazón. Era evidente su intención y, por tanto, se puede decir que no ha cumplido el objetivo. Sin despreciar una hermosa banda sonora, una loable puesta en escena y una idea original muy poderosa, falla en lo fundamental. Y al maestro no le podemos perdonar eso.
José Daniel Díaz