La vida del líder comunista James Gralton llamó especialmente la atención por tener el dudoso honor de ser el único deportado político de la República de Irlanda. En una época muy convulsa, él se enfrentó al clero y a los terratenientes pidiendo libertad y una salida para sus conciudadanos. Aunque murió en 1945 en Estados Unidos, para muchos es ya leyenda en su país.
Ken Loach, que se vuelve a acompañar del guionista Paul Laverty, plantea con ritmo y con las dosis exactas de drama y comedia, un relato realmente doloroso. Tras caer derrotados en la guerra ante los pro-británicos, la situación del trabajador es de una esclavitud consentida. No hace falta que te obliguen por la fuerza porque tú ya tienes asumido tu rol. Para ellos Jimmy es una bocanada de aire fresco, una pequeña luz al final del camino.
Sin embargo, el director está tan interesado en que los hechos se entiendan a la perfección y en dejar meridianamente claro quiénes son los buenos y quiénes los malos, que, a veces, la historia peca de simplicidad; como si todo esto se lo estuviera contando a un niño. Las conclusiones las debe sacar el espectador en función de unos hechos más o menos objetivos y eso es lo que Ken Loach no acaba de entender.
Pese a eso, la película está muy bien dirigida, con unos actores perfectamente mimetizados en sus personajes y con una dinámica en la cronología de los acontecimientos perfecta. Un título muy recomendable que nos sigue recordando lo mucho que se tuvo que pelear en toda Europa para llegar al status en que nos encontramos ahora. Sería imperdonable olvidarnos de aquéllos que lucharon por un mundo mejor y "Jimmy´s hall", al menos, ya ha conseguido que James Gralton sea inmortal.
José Daniel Díaz