[Crítica] ‘Joven y bonita’: adolescencia en cuatro estaciones
Patricia Esteban 7 marzo, 2014 0
François Ozon hace uso de las palabras del poeta Arthur Rimbaud cuando dice que “Nadie es serio a los diecisiete años” para mostrarnos a una chica de esta misma edad, joven y bonita como el título indica, y que hace uso de esas mismas armas entre los adultos que le rodean (o a los que busca deliberadamente). La joven Isabelle, interpretada por la actriz y modelo Marina Vacth, se prostituye no sabemos motivada por qué pulsión o razón, desprendiendo un halo de misterio que tan bien refleja la actriz.
Después de En la casa, y siguiendo con su prolífica actividad (36 trabajos entre largometrajes y cortos), Ozon nos vuelve a traer un film con un adolescente como protagonista. Y vemos aquí la adolescencia de esta joven de buena familia durante cuatro estaciones, desde el verano en que decide perder la virginidad, pasando por el otoño de la prostitución con señores mayores, el invierno del descubrimiento de la muerte, y la primavera como un (posible) nuevo comienzo. Todo puntuado por cuatro canciones de Francoise Hardy.
Es imposible no acordarse de Belle de Jour de Luis Buñuel cuando observamos a esta bella joven que no tiene ninguna motivación aparente para ejercer la prostitución. Motivación que Ozon, igual que el director aragonés, tampoco desvela al espectador. Lo único que sabemos de Isabelle es que pertenece a una familia adinerada que comienza una doble vida, estudiante de día y prostituta de lujo por las tardes. Y nos enseña esto el directo francés usando temas y motivaciones habituales en su filmografía; jóvenes intrigantes, mundos interiores ambiguos, pasiones, sexualidad, una doble moral o la búsqueda de la identidad. Y, sobre todo, mujeres como protagonistas. Puntuada aquí por la presencia de una de las actrices fetiche de Ozon, Charlotte Rampling.
[pinit]