Antonio Banderas sigue siendo el gran representante del cine español por el mundo. No sólo por su nacionalidad, sino también por su compromiso. Nadie duda que es uno de los grandes embajadores en Estados Unidos, muy por encima de otros que no creo necesario ni nombrar. "Justin y la espada del valor" es un ejemplo más de ese compromiso, una película de animación que nada tiene que envidiar a las grandes producciones hollywoodienses y que supera con creces "El lince perdido", su primera incursión en el género.
Ambientada en la época medieval, aunque ignorando exactamente dónde, la historia de Justin transmite valores como la amistad, dar la palabra, la honestidad y la humildad. Sin embargo, hay un mensaje que sobresale por encima de las demás: Perseguir y luchar por tus sueños.
El principal acierto de la película es utilizar el cine de aventuras como motor principal del guión. Pequeñas, pero fantásticas, dosis de humor complementan una trama donde no faltan los buenos y los malos, los personajes cómicos y los más dramáticos, los más tiernos y los más duros de corazón. Por momentos recuerda a títulos como "Destino de caballero" ó "La princesa prometida".
Con un presupuesto que ronda los 22 millones de euros, esta producción se ha convertido en una de las más caras y ambiciosas del cine español. La taquilla, por tanto, vuelve a ser fundamental para que más productos como éste salgan a la luz. La película lo merece.