Crítica: Kynodontas

Publicado el 05 septiembre 2010 por Palitoh24
Título: Kynodontas
Director: Giorgos Lanthimos
Guión: Efthymis Filippou y Giorgos Lanthimos
Género: Drama, Comedia
Duración: 94 minutos
Orígen: Grecia
Año: 2009
Reparto: Christos Stergioglou, Michele Valley, Aggeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis y Anna Kalaitzidou
Qué comportamiento debería tener el perro (ser humano)
Se podría decir, desde una mirada muy personal, que el siempre prestigioso Festival de Cannes últimamente no viene dando demasiado en proyección de films. A diferencia de años anteriores, en los que la selección de los jurados era mucho más respetable que la de estos días, hoy tenemos que saber aceptar que el festival de la palma cayó en la misma que la del resto del mundo: 70% de cartelera norteamericana y el resto veremos; obviamente, de esta última porción sale lo mejor, y entre esto, en el 2009 apareció esta pieza llamada Kynodontas, un film indefinible, hipnótico y seco que intenta postular una teoría social acerca de las aristas que definen las inmediaciones de la locura, el exilio, la ignorancia, y principalmente, el instinto animal en el hombre.
El cóctel imaginario del realizador Giorgos Lanthimos no puede dejar indiferente a un espectador que se aprecie de reclamar contenido y calidad en producciones cinematográficas contemporáneas. Por supuesto, estarán los conservadores que saldrán a destrozarla por su obviedad en el estilo narrativo y sus formas de relato tan convencionales, aunque nadie podrá replicar nada en contra de las imágenes que se exponen en este más ensayo que producto.
Kynodontas (2009) expone de una manera muy ambivalente pero certera la dicotomía que surge cuando uno trata de replantearse la conducta humana sin caer en la mirada acusadora o, por naturaleza, estructurada del "loco-cuerdo". Dentro de una actitud o un actuar más bien canino (como lo alude el título traducido), una familia de clase media-alta vive confinada dentro de un country que opera como una burbuja aisladora, en la cual los tres hijos (una adolescente y los otros ya bastante maduritos) viven sin tener noción de lo que hay afuera más que mediante indicios fabuladores que su ¿tirano? ¿protector? padre les expone como verdades. El único hijo varón habla con la muralla que divide el "adentro" del "afuera" dirigiéndose a su "hermano", un ser imaginario que los padres acordaron como real para que sus "niños" se traguen el verso de que al caérseles el colmillo -derecho o izquierdo, no importa- pueden atravesar el límite del hogar -sólo con un auto- y salir a enfrentar los peligros del mundo (aunque este ser más bien está afuera por romper ciertas reglas); la más chica juega a la médica y demuestra una grave inclinación hacia la conducta drogadicta, lésbica y peligrosamente sádica, todo dentro de la eterna inocencia a la que se ve expuesta por la represión implícita de los padres; y la más grande explora las posibilidades de conocer el "afuera" limitada por los conocimientos que mamó en el seno familiar, mientras es la que mejor representa el sentimiento claustrofóbico e instintivo, aunque no puede evitar caer en las redes de las líneas del guión de Rocky (1976).
Con una obtusa crítica a la cultura norteamericana y una alusión a las convenciones sociales de la Grecia actual, el film de Lanthimos divaga entre la comedia dramática y la excelencia técnica, destacando los muy originales planos y encuadres que compone el director de Kinetta (2005) para dibujar esa realidad en la que están sumidos ¿0 condenados? los tres protagonistas. De estos últimos, sólo cabe decir que estamos ante tres prodigiosas interpretaciones, destacando el inerte histrionismo (así de loco) de Aggeliki Papoulia, que se come la pantalla en cada escena en que aparece (aplaudiendo también el final de la película).
Ese divagar al que hacíamos referencia se desluce con la apática forma de pasear entre lo irónico, lo melancólico y lo risible que tiene la cinta. Cuando uno empieza a sentir ternura por los personajes, tranquilamente se puede sentir incómodo por la posible sensación de estupidez que emana de la pantalla, mientras la ignorancia y el infantilismo comparten territorio con la atrofia mental y la casi alusión a las deficiencias cognocitivas. Pero esto último no estaría mal, es sólo la ponencia de un director que quiere que todo el mundo vea lo que él ve, o quizás ría o llore con la posibilidad existente entre el paradigma de lo que está bien o mal, correcto o incorrecto, fácil o difícil. Y esto lo evidencia Christos Stergioglou en la escena en la que le desea al personaje de Anna Kalaitzidou una familia infertil, maligna y vulnerable, siendo estos los temores en los que se resguarda el indescifrable papel del padre para actuar de la forma en la que actúa.
Perder un hijo no es lo importante, sino "parir" un perro adiestrado que sea más un amigo que una mascota, un guardián respetuoso, como lo dicen en la mejor conversación rodada en el año.
Párrafo aparte merece la invitación al análisis que da lugar Kynodontas, dentro del eje pornográfico e hiper realista al que desea invitar en secuencias incluso innecesarias: ¿somos nosotros los locos al animarnos a vivir los "peligros" de la vida, o lo son ese padre y esa madre que privan de esa experimentación (comunmente llamada "experiencia") a sus hijos? ¿la sociedad y sus actores pueden ser diferenciables o diferenciales, distinguibles, independientes entre sí? ¿el contexto puede no condicionar la institución familiar? ¿los muros verdaderos no nos lo ponemos nosotros mismos al cerrar los ojos y "palpar" la realidad aceptando las maneras del hoy?
Como verán, Kynodontas no hace más que plantear preguntas, y mantener el hilo conductor del relato mientras hace gala de una calidad técnica insoslayable. Y eso, en estos días en que incluso Cannes viene flojito, obviamente se agradece.