Crítica | “La jungla interior”, la simbiosis poética

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Título: La jungla interior

Dirección: Juan Barrero

Guión: Juan Barrero

Reparto: Gala Perez, Enriqueta White, Luz Barrero

Género: Drama

Duración: 75 minutos

Año: 2013

País: España

Música: Ricards Casals

Fotografía: Juan Barrero, Daniel Belza

Productora: Eddie Saeta S.A. / Labyrint Films

Distribuidora: Cine Binario

Gala y Juan son una pareja de jóvenes enamorados que tras el fallecimiento de Enriqueta, tía de Juan, se encontraran desempolvando enseres en casa de la pobre mujer mientras hablan de planes futuros, entre esos planes estará el de Juan, que tendrá que partir a una expedición durante 5 meses a la jungla en busca de una Orquídea que se cree extinguida.

Así comienza la opera prima de Juan Barrero, un trabajo intimista llena de planos cerrados y que flirtea entre el documental, lo poético y en algunos momentos por lo escatológico. Nada más empezar, nos encontramos con una voz en off, a modo de prólogo, que en un perfecto danés, nos pondrá en situación al respecto de unos escritos de Charles Darwin, una referencia sobre una orquídea y un mosquito que por diversos motivos se atraen, para acabar polinizando. Todo esto nos sirve para construir una alegoría entre nuestra pareja de protagonistas y que nos permitirá entender mejor el entramado de enredaderas que se han formado alrededor de la película.

El documental inicial, da paso a un viaje al pasado en casa de tía Enriqueta, donde se hace un repaso a su vida en correlación a los objetos que se encuentran, como el que va desengranando un rompecabezas en busca de esa persona del que solo recordamos por lo que atesoro en vida. Lo que no saben es que ese ejercicio de recordar aquellos tiempos, les mostrara cosas que no se ven a simple vista y a Gala le aflorara un instinto maternal entre los trastos viejos del sótano que Juan no vera con buenos ojos, no sabemos si fruto del miedo que le provoca la idea o por recelos de no formar parte de ella.

Tras la fiesta que acontece en el pueblo, se produce el tan ansiado milagro con una escena rozando entre lo vulgar o lo poético, según la mirada que tengamos, para mostrarnos lo caprichosa que es la madre naturaleza cuando los actos más animales aparecen en escena. A partir de este instante, la película coge otro matiz primando lo escatológico y la hipersensibilidad, Juan marcha en búsqueda de una orquídea que se da por extinguida sin saber que ya la encontró, metafóricamente hablando, sin haber tenido opción de elegir o más bien fruto del engaño. Una cámara le será suficiente para capturar a su “Orquídea” particular, filmando la transformación de Gala durante el embarazo hasta su posterior parto, un ejercicio liberado de convencionalismos no apto para públicos que se asustan ante lo más mundano y zafio del ser humano.

En ese proceso de cambios comienzan a surgir las típicas dudas y miedos, y esa senda que explora Juan en la basta jungla parece cada vez más oscura y profunda como una vagina. Por otra parte Gala comprobará en sus propias carnes, que tener un hijo es más bonito en la teoría que en la práctica y que decisiones de tal calibre necesitan sopesarse muchas veces antes de actuar.

El deslizamiento del arco sobre las cuerdas de un violín por parte de Gala, los paisajes de la jungla o los momentos de confidencialidad entre ellos, se complementan para comulgar en una sola idea sobre la propia existencia y su origen entendido desde una visión más ancestral. Una historia audaz y atrevida llena de sinceridad para mentes poco acomodadas, un homenaje a la memoria de las personas que nos han dejado y a las que están por venir. Estamos ante una composición que profundiza en las raíces del pasado siguiendo por el acto de copulación entre dos seres para finalmente, adentrarse en lo inquietante que es la evolución en la naturaleza y como estos cambios aparecen en nosotros según las circunstancias.

Si hay algo que se le pueda achacar y que ya hemos comentado anteriormente, es que puede acabar siendo muy explícita, en ocasiones, rozando en algunos momentos, lo ordinario, pero como ya hemos comentado esto va más en la forma de ver que tengamos, por mi parte estoy curado de espanto ante estas lides y creo que algunas escenas son necesarias ante visiones más retrogradas de otras películas, que en muchas ocasiones no tienen la suficiente fuerza como para creerme su historia romántica.

Barrero firma una película provocativa para mentes abiertas, aplicando técnicas a su libre antojo para componer un poema a base a recuerdos y experiencias de la vida como pocas veces se recuerda. Una retrospección sobre a donde vamos como especie y como la naturaleza evolutiva nos doblega según sus necesidades, un ejemplo de las pequeñas joyas que se ruedan en España y que rara vez veremos en grandes salas de cine lamentablemente.

Lo mejor: Su fuerza poética o la muestra realista y sincera de lo que implican las relaciones de parejas con sus dificultades y alegrías. Lo peor: La historia de Enriqueta se queda entre dos aguas para acabar difuminándose sin remedio, podría haber encajado mejor con las dos microhistorias.

Crítica: Iván Heral