Crítica: La teta asustada

Publicado el 01 marzo 2010 por Palitoh24
Recital autóctono de la memoria
El segundo film de Claudia Llosa es un canto, literalmente hablando, a lo propio. Un concierto de imágenes en donde se exponen las pertenencias espirituales heredadas de los antepasados y la naturaleza, yendo desde lo más inhóspito de los miedos hasta lo más exterior del alma, como lo es el canto y la composición artística.
La protagonista, Fausta (Magaly Solier, hipnotizante en su gran trabajo), es una muchacha que se golpea contra el mundo ante el repentino fallecimiento de su madre, que como única herencia le deja un repertorio de creencias religiosas y legendarias, miedo a los hombres -a causa del terrorismo de Perú entre los '80 y los '90-, y un sentimiento de vacío interior alimentado por más creencias propias de su región. Con este panorama, Llosa abre su tésis sobre las emociones ligadas al arte en un mundo de transición (la consulta médica), globalización influyente (el reflejo con taladro en mano) y odas a la cultura peruana (las preciosas escenas de las celebraciones matrimoniales).
Con una fotografía deslumbrante y atractiva a más no poder, haciendo una postal por cada fotograma, la película se va moviendo en un ritmo calmo en el que el espectador podrá detenerse a admirar todos los hipoíconos de este producto plenamente cinematográfico, con un guión más que original (las conversaciones en Quechua son muy reveladoras), actuaciones súper creíbles, un montaje sensible y hospitalario, una banda sonora sensacional que comparte ese sentimiento de reivindicación de "lo propio", y un metraje correcto en su andar.
La teta asustada es cine en estado puro. Un sol que brilla cálidamente pero no quema, sino que se deja ver para prestarse a alucinar con paisajes hermosos, metáforas socioculturales muy significativas y un gustito que se da a sí misma con respecto a una historia de amor contada a vuelo de pájaro. La semiósfera peruana es casi tan protagonista como Solier, que se devora la película, y sus mensajes y subtramas son recursos en los que Llosa se basa para pintar en cuerpo y alma un relato conmovedor, contundente y creíble, donde las imágenes hablan su propio lenguaje. La escena frente al mar lo dice todo. Una mirada sensible pero avasalladora sobre los fantasmas del ser humano, sus costumbres y sus dilemas.