Cuando Steven Spielberg estrenó en 1983 Indiana Jones En Busca del Arca Perdida, Hergé, genio detrás de Tintín, exclamó tras comprobar las similitudes entre Indy y Tintín, que si había algún director que pudiera hacer una buena película basada en su personaje, ese tenía que ser Steven Spielberg. Desde luego lo que no me cabía duda era que Steven Spielberg, junto a Peter Jackson colaborando como productor, no podía hacer un bodrio y que el resultado final tenía que estar a la altura. O al menos eso era de esperar.
Esta no es la primera incursión de Tintín a la pantalla grande. Recordemos aquella producción francesa llamada Tintín y el misterio del Toisón de Oro estrenada en 1961 y filmada en España. Aquella estaba filmada con actores reales, y esta nueva versión de Spielberg, rompe moldes y lleva un paso más allá la técnica de motion capture, usando a actores reales que trasladan su actuación a los monigotes tridimensionales. ¡Pero vaya “monigotes”! El nivel alcanzado es tan excepcional que muchas veces parece una película de imagen real, y hace cuestionarse el límite entre película de animación y una de acción real. No sé lo que nos puede deparar en el futuro…
En el reparto nos encontramos con Jamie Bell (conocido por hacer de Billy Elliot) dando vida a TIntín, el polifacético Andy Serkis (que ya hiciera de Gollum, King Kong o más recientemente de César, el simio del Origen del Planeta de los Simios) al capitán Haddock, y Daniel Craig (el nuevo agente 007) a Ivanovich Sakharine. La animación de todo es tremendamente real, y en el caso de las caras es sorprendente cómo se recoge hasta el gesto más sutil.
Pero después de comentar el incuestionable apartado técnico de la película, que ya es algo palpable sin haberla visto, me remonto atrás en el tiempo a cuando empezaron a enseñar las primeras de la superproducción. De primeras me quedé muy extrañado principalmente por dos motivos: lo primero, que hayan optado por un estilo fiel pero realista, y por otro lo que viene de la mano del anterior punto, que tengan ojos. Esto puede sonar muy raro, pero en los cómics los personajes tenían dos puntitos negros la mayoría de veces (había excepciones, como los del capitán Haddock). Entonces había que encajar esto y habría que acostumbrarse. Por otro lado es lógico que tengan un look realista, ya que unos personajes clavados a los del cómic no encajarían en los entornos realistas. Entonces la pregunta es ¿consiguen transmitir la misma sensación que la obra de Hergé? Sí. Absolutamente. Incluso los hay más parecidos que otros, como Adam, el segundo al mando del Karabudjan. Pero al final me sentí muy a gusto con todos.
Estrechamente relacionado con los personajes hay un punto inédito en papel, pero esencial en este caso, que se trata del doblaje. Por supuesto, en la obra de Hergé los personajes no tenían voz, así que han tenido un reto al que hacer frente: que las voces suenen tal y como nos las imaginábamos y que no desentonen. Pues bien, en el doblaje tenemos una de cal y otra de arena. La elección de actores (hablando de la versión que he visto, la española) no me ha podido parecer más acertada. Tintín transmite el espíritu aventurero y curioso que le caracteriza, mientras que Haddock tiene la voz grave que era de esperar, pero con ese punto de simpático y bonachón que era de esperar del bueno del capitán.
Llegados a este punto… ¡¿alguien podría explicarme qué demonios pasó con la palabra Haddock en el doblaje?! Me explico, porque tengo motivos para indignarme al respecto: ¡Capitán Haddock (Jadock) por Dios, y no Adock como dicen! Pero lo que me pareció muy extraño es que el nombre fueran cambiando y a veces lo dijeran de una forma y luego se pasaran a la otra. Es más, incluso le van cambiando la entonación (¡aunque sea el mismo personaje el que lo diga, lo varía durante la película!): Ádock, Adóck y Jaddock. Esto molesta y mucho, más aun a alguien que toda su vida lo ha leído de una forma determinada. Pero si hubieran decidido decirlo siempre de una forma determinada hubiese sido comprensible; que varíe según plazca, no.
Otra cuestión que me planteaba era cómo hilarían las dos historias en las que se basa la película y las libertades que se tomarían. Cogieron El Cangrejo de las Pinzas de Oro y El Secreto del Unicornio (más su continuación, El Tesoro de Rackham El Rojo). En mi opinión no pudieron haber escogido mejor, ya que son en estos tres tomos donde aparecen pro primera vez personajes emblemáticos de la colección y donde se asientan las bases para futuras historias (la siguiente película ya ha sido confirmada, con estreno para el 2014 y basada en Las Siete Bolas de Cristal y El Templo del Sol). Lamentablemente nos quedamos sin ver a Tornasol, aunque se puede perdonar y entender el porqué de la ausencia, ya que para el que se haya leído El Tesoro de Rackham El Rojo, sabrá que su inclusión habría alargado la película sin llevarnos a ningún sitio. Así que el simpático y torpe profesor se nos irá al 2014. Eso sí, no puedo negar que me haya quedado con las ganas de verlo.
Pues bien, hay que dejarlo claro desde ya: han hecho un magnífico trabajo adaptando la mayoría de detalles de las historias, pues aunque se encuentren en distinto orden o contextos, están ahí presentes de alguna forma. No se han limitado a seguirlos de cabo a rabo, literalmente como ya hiciera Zakc Snyder con Watchmen. En este caso eso era imposible si querían hilar las dos historias, más aun teniendo en cuenta que arranca con El Secreto del Unicornio, su eje central, donde en el cómic conoce al Capitán, pero en esta versión no.
Pero si hubo algo que hizo que mirara receloso a la película antes de verla, fueron las escenas de acción, que según parecía en el trailer enseñaban a un Tintín mucho más espectacular que se parecía más un James Bond o Indiana Jones en sus momentos más fantasmas. Tintín se caracteriza también por tener momentos imposibles o secuencias de acción muy poco probables. Pero siempre resultan muy sutiles, en un contexto de acción fantástica-realista. Y claro… Esto me hizo pensar en que la esencia de ese Tintín que yo conocía se perdería y Steven Spielberg se aprovecharía de las últimas técnicas de animación, y pionero como siempre, diseñaría unas escenas de acción alucinantes pero que poca relación guardaban.
Sin embargo, fue una grata sorpresa comprobar que estaba equivocado. ¿Eso quiere decir que las secuencias no son espectaculares? No. Más bien todo lo contrario. Es más, hay una que implica un sidecar hecha en plano secuencia con una ejecución tremenda. Pero con estas escenas de acción, que son inventadas para la ocasión, han sabido transmitir el humor del cómic y, aunque sea cierto que son mucho más grandilocuentes, no se alejan demasiado del espíritu original. Pero lo que desde luego no se muestra es un Tintín que de repente sea una especie de superhombre habilidoso. Más bien podríamos decir que tiene suerte, algo muy presente en la creación de Hergé.
Otra cosa que sabía hacer muy bien el señor Hergé era mantener un ritmo de lectura que te incitaba a continuar leyendo sin parar. Debido a que sus aventuras aparecían originalmente en publicaciones semanales (empezó en 1929 con el suplemento infantil Le Petit Vingtième del diario Le Vingtième Siècle, continuaría en el diario Le Soir y acabaría en el semanario Tintín en 1976), siempre se dejaba con ganas de más al lector, con una última viñeta que enseñara a algún personaje sorprendido por algo aun desconocido para el lector o algún truco por el estilo. Por lo tanto podemos afirmar que Tintín siempre ha sido una cómic con una acción muy dinámica, pasando de una acción a otra de forma ágil.
El Tintín de Spielberg también consigue transmitir esa sensación de agileza, de que en un cuarto de hora ya te hayan contado muchas cosas, pero sin tener por ello que enseñar unos personajes planos, situaciones insulsas o un ritmo frenético como podría tener una película de Michael Bay, ya que ni es lo que se buscaba ni desde luego queríamos. Por lo que al final han obtenido un producto redondo. Una película de aventuras que, esta vez sí, es para toda la familia. Los adultos que leyéramos Tintín, disfrutamos viéndola como una adaptación y con algún que otro gag que los críos no entenderán (en general muy buenos por cierto; habiendo algunos que implican a Hernández y Fernández calcados del cómic, y alguno inventado por ahí genial digno de Pixar), y los que no se embarcaron en las aventuras de Tintín, tienen una buena oportunidad para hacerlo, quedándoles una buena película de aventuras.