[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloLeiva hasta cuando pierde gana. Te puede gustar más o menos sus canciones pero jamás podrás ser indiferente a un señor que desde la pluma explora la vida de todos desde la suya, girando los espejos de lo cotidiano hacia las minúsculas maravillas repentinas. El artista lo ha dicho en alguna entrevista, que encuentra las grandes canciones en las cosas más sencillas, en los giros diarios, y nos atrevemos a sumar que hasta en los silencios Leiva, joven maestro, se lleva el gato al agua. Nuclear, sin desmerecer a sus vástagos Diciembre (2012), Pólvora (2014) y Monstruos (2016), es la jugada perfecta, su máximo acercamiento a la grandeza, dando el salto desde una producción de rock clásico con una austeridad benedictina (lo cual, por cierto, no le resta en nada).Expertos abre con el verso “Creo que fui demasiado sincero y no lo quiero pensar, es tan real que te cagas de miedo y no lo vas a olvidar” y lleva pensar que es la gran declaración de principios del Leiva en modo Nuclear; musicalmente adictiva, es una de las pocas canciones (junto con En el Espacio y Godzilla) que contiene arreglos de metales, lo cual es un acierto indudable.
Superpoderes es la clásica demostración de las inmensas dotes de Leiva para la melodía sencilla que funciona hasta el milímetro (en esto podría darse la mano con el McCartney de toda la vida). “Últimamente siempre estoy en mi peor momento” lleva el vértigo al estómago, porque Leiva también sabe presentar -con dignidad y fragilidad- su ángulo herido en la preciosa No Te Preocupes Por Mí.
Para poner aparte, preferiblemente en un pedestal, está Maniobras Suicidas, el tema más beatle de un no-beatle. Desde la rica paleta de punteos cristalinos de los versos, pasando por un estribillo merecedor de una copa de Europa y hasta ese solo tan Harrison, impresionante contrapunto al Hammond que sirve de puente con el cuarto final de la gran canción de Nuclear y una de las mejores composiciones de Leiva, solo o acompañado.Lobos es la canción que siempre ha querido componer Dan Auerbach. Humeante, rock de piedra caliza y puño colorado. El tema titular es el regreso del aliento, un midtempo que se beneficia de una melodía perfecta, un fuego manso que calienta los huesos del oyente y alimenta con otro estribillo de oro para la galería.
En El Espacio va en ascenso en cuanto a emociones y electricidad, desde unas estrofas que calan hondo, hasta el ascenso a las alturas de un coro inmenso, portento de buen gusto y saber hacer. El Leiva que escuchamos aquí es el jinete de la ola, y es en la coda llevada por la guitarra eléctrica y los metales donde nos conquista con esa media sonrisa de viejo pirata.
Como Si Fueras a Morir Mañana es otro de los highlights instantáneos de Nuclear, con una de esas killer-lines tan propias del de La Alameda de Osuna: “Hazlo como si yo ya no te jugara nada, como si fueras a morir mañana, aunque lo veas demasiado lejos”. Parecer hablarnos y también hablar consigo mismo, en una suerte de irresistible auto-reto. Costa de Oaxaca es la sombra de Sabina mirando desde la barra del bar. Aquí Leiva se quita corazas y apela al corazón abierto para confirmarnos que en las distancias cortas es donde nos gana para su causa. Godzilla es una nana creciente a tres voces, con los compañeros de viaje Enrique Bunbury y Ximena Sariñana aportando sus esencias, recordándonos que Leiva es un hombre de familia musical, que le gusta ser parte de la manada. Sus acompañantes musicales a lo largo de los doce cortes de Nuclear le cobijan con pericia: Carlos Raya en la guitarra y produccción, Chapo González al bajo, José Bruno a la batería y César Pop en los teclados, junto con el brother Juancho, Angie Sánchez y Ovidi Tormo de Los Zigarros. Nótese que Leiva comparte guitarrista y bajista con otro tótem patrio: Carlos Tarque.
A Ti Te Ocurre Algo es un guiño al rock clásico de todos los tiempos, con esos aires a lo Baba O’Riley que se funden con una letra de una sencillez emocionante, con una frase de tanto poderío como “Quiero que sepas algo, nadie me puede hacer más daño que yo”.El cierre es perfecto, con la maravilla El Gigante de Big Fish, ya un clásico de Leiva. “Te conozco tantísimo que me pareció oír: Sácame de aquí” es la telepatía del corazón, la capacidad de leer entrelíneas, desde la emoción, un SOS que ha sido alguna vez el de todos.Hoy son pocos los discos con esta entidad, con esta simple y elegante vestidura confesional. Como decíamos en el primer párrafo, Leiva es un joven maestro y un viejo amigo para cada escucha; es el que se sienta en el sofá frente a la realidad matinal, enciende el cigarrillo, se ajusta el sombrero e invita a plantarle pecho a la vida desde una canción.
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