Nada nos hubiera gustado más que responder afirmativamente a esa pregunta, pero lo cierto es que Líbranos del mal puede incluirse en la lista de películas de terror más flojas que hemos visto últimamente. Como no podía ser de otra manera, la lista de tópicos que uno puede esperar de una película de posesiones se repite de manera constante a lo largo del metraje, pero en este caso no se utilizan de una manera efectiva. De una supuesta película de terror pasamos a un thriller policiaco y de aquí a una película de acción en la que -literalmente- los personajes luchan contra el demonio a modo Tekken.. Puede que la atmósfera creada gracias a una buena fotografía y dirección de arte nos haga pensar que algo está a punto de romper el cascarón, pero lo cierto es que en ningún momento tenemos la sensación de amenaza tan de agradecer en este tipo de producciones.
En un intento por dotar de profundidad a los personajes se ha caricaturizado la imagen de ambos protagonistas; extra duros, extra machos, fans de los chupitos de whisky que se beben de un trago mirando al frente, recitando frases estúpidas y aún más estúpidas si hablan con una mujer en un bar e incontrolables cuando se trata de defender causas mayores que involucran a niños y a mujeres. Sin embargo, la secuencia de Edgar Ramírez convertido en atractivo cura cantándole a un poseído algo similar a un hit latino para exorcismos compensa todo lo dicho con anterioridad, y pedimos desde este humilde blog un spin-off de manera inmediata.
En resumidas cuentas, Líbranos del mal no es una película para fans del género, ni para fans del subgénero ni para el público en general. Es una película aburrida y mal planteada que no puede evitar caer en el temido hoyo de las comedias involuntarias y las películas de terror fallidas.