SinopsisRachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?Tú no la conoces. Ella a ti, sí.
CríticaEl libro no ha estado mal; de hecho, me gustó y todo (un poco), pero después de leer que iba a ser el siguiente Gone Girl, pues me esperaba algo más arrebatador. No he leído Gone Girl, que conste, pero si la protagonista es la mitad de genio del mal que en la novela, La chica del tren no le llega ni a la suela de los zapatos. Lo siento, Rachel, pero tu historia y tú sois bastante insulsas. En mi opinión, el misterio que hay detrás de Perdida es mucho más consistente y adictivo. (Hasta qué punto he llegado en mi vida que me pongo a comparar adaptaciones con libros. Me podéis desterrar ya.) Para empezar, el primer tercio se hace pesado. El hecho de que haya tres narradoras hace que los primeros capítulos tengan algo de interés; la intríngulis reside en saber qué une a estas tres mujeres. Para evitar soltar todo el misterio de golpe, Paula Hawkins utiliza un tipo de narración fragmentada y con pocos detalles que hace que sepamos lo justo y necesario. Nos frustra y, por lo tanto, nos empuja a seguir leyendo. En mi caso, funcionó sólo al principio; es decir, arrancó bien, pero no tanto como para querer leerlo todo de una sentada. Como ya he dicho, las estrategias narrativas son interesantes, pero hasta ahí. Los personajes me resultaban tan cansinos que ralentizaban el ritmo de lectura. Por favor. Lo peor de todo es que, aunque fueran terribles, eran de lo más realistas. Ahí reside mi angustia. Con todo, a pesar de soporífero y maligno en algunos pasajes (sobre todo los del segundo tercio y parte del tercero, lo que es el cuerpo en sí), las voces de las tres protagonistas se distinguen con claridad: Anna es tan egocéntrica e insoportable que da miedo (me ha despertado a mí el instinto homicida) y Rachel aburre y se repite como el ajo (o como el gin-tonic, que seguro que le gusta más… aunque ni se acuerde). Las partes de Megan han salvado la historia. Una trama lenta y previsible, pero no por ello mal hilada; los detalles convergen de forma creíble. No es una maravilla y el final (la parte que, para mí, ha sido más adictiva) parece de película de domingo por la tarde (solo le falta la media hora de anuncios y listo), pero si os gustan las novelas de misterio y os gustó Perdida, quizá esta os haga más tilín que a mí. No veo por qué las reseñas la encumbran tanto, sinceramente.