Hacía tiempo que una
película española no contaba con el presupuesto y promoción que ha recibido la
nueva película de Juan Antonio Bayona. “Lo imposible”es, de largo, el gran
estreno de la semana en la cartelera española y uno de los bastiones sobre los
que se sustenta la viabilidad del cine español en este 2012 tras “Las aventuras
de Tadeo Jones” y “Tengo ganas de ti”. Duro realismo que, por un exceso de
dramatismo lacrimógeno, da como resultado una propuesta irregular aunque muy
bien presentada. “Lo imposible” lo tiene
todo para triunfar. Warner ha apostado fuerte por esta producción española, con
opciones de recibir alguna nominación en la próxima ceremonia de los Oscar. La
puesta en escena con un tsunami de calidad irrefutable, centrado en la angustia
y no en el espectáculo vacío de una sobredosis de efectos especiales, es la
mayor virtud de esta historia. Ese inicio queda en la retina de cada
espectador, deseando que ese ataque de la naturaleza tenga un temprano fin.A partir de ese momento,
la película, que está basada en lo que vivió una familia española durante el
mayor tsunami de los últimos tiempos en Tailandia, empieza a decaer. El interés
por mostrar la fuerza de la familia, su unión indivisible y los efectos de algo
que jamás podrás olvidar, buscan la lágrima fácil. No deja que las situaciones
embarguen al público; Bayona decide que debe ser explícito, forzar la lágrima y
lo que podía haber sido un perfecto ejemplo de superación, se quede en un
dramón de sobremesa.El director, que ya
sorprendió en su debut con “El orfanato”, saca partido de dos actores de gran
calado internacional. Ewan McGregor (Henry) y Naomi Watts (María) se han
involucrado en el proyecto a lo grande. Su ayuda en la promoción del film puede
ser fundamental en el éxito de taquilla de este primer fin de semana. La actriz
americana tiene el papel más difícil y lo resuelve con acierto. Se notan sus
continuas reuniones con Maria Belón, persona en la que se basa su personaje.La conexión entre ambas va más allá de las
escenas de una película, quizás sea el inicio de una bonita amistad.Y mención especial merece
Tom Holland, el joven que no se separa ni un momento de su madre. El esfuerzo
interpretativo que requiere esta producción es innegable. El chico saca lo
mejor de sí mismo para dar verdad a un personaje superado por las
circunstancias. Hay que admitir que esta película
española puede ser un incentivo para nuevos proyectos de este calado. No tiene
nada que envidiar a ninguna gran superproducción americana y el escaparate a
nivel internacional va a poner el cine patrio en boca de todos. Los riesgos
merecen recompensa y, al igual que ocurriera con la irregular “Agora” de
Alejandro Amenábar, la valentía de trabajar con tanta responsabilidad dará
buenos frutos con total seguridad.Tras Amenábar y Bayona,
¿quién se sube al carro de la responsabilidad? Más vale que sean muchos
directores y muchos “mediaset” los que arriesguen porque hoy más que nunca
necesitamos demostrar que podemos ser competitivos. José Daniel Díaz