[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo
A pacientes no hay quien les gane y esa evasión de mil arrebatos les sigue rindiendo dividendos a Los Bonsáis. Esta pareja musical asturiana es la viva representación de los que se hicieron músicos a la vera de nombres de peso como Aventuras de Kirlian y Le Mans. Helena y Nel (las dos ramas de este bonsái sonoro) han titulado su primer disco largo Hinoki, que no es otra cosa que un ciprés japonés que crece muy lentamente pero que puede llegar a medir más de 25 metros de altura (claro metamensaje sobre saber trabajar su identidad desde la paciencia). Este LP llega tras unas cuantas referencias (singles, mini-Lps), que fueron preparando el terreno para un disco que se hizo de rogar.Hinoki contiene once temas que ocupan menos de media hora de reproducción, en un alarde de máxima brevedad pop (hubieran sido la delicia de las estrictas emisoras de radio de los sesentas). Este nuevo cancionero destila madurez sin perder frescura e inocencia; esta es una profunda regresión a la actitud rebel/teen y también un homenaje a la delicada construcción de canciones preciosistas.¡No Quiero Salir! abre el álbum con una declaración de intenciones: Aquí no caben oscuridades, es un paseo bajo el sol desde las vistas de la habitación del hogar familiar. Septiembre toma la senda estival, con un estribillo que puede sonarnos a historias propias y un cristalino arreglo de guitarras. Los Demás es la oda al amor de instituto y centro comercial, es tan inocente que su escucha te sorprende sonriendo. No Es Para Tanto es una suave tonada acústica, donde Helena nos enamora con una voz irresistible que remite al primer cosquilleo en la tripa. La triada Nubes Y Claros, Buena Idea y Algo Extraño sube el pulso con la tesitura más indie-rock de Hinoki, mostrando su querencia por el limpio sonido de los primeros R.E.M.; La Travesía es minimalista, un llamado a dejarlo todo con una duración de apenas minuto y medio.Sin Avisar es una cucharada de perfecto pop clásico, posiblemente el mejor tema de Hinoki, que con alguna armonía adicional habría terminado en el terreno del doo-wop; una maravilla que invita a cerrar los ojos y forjarse imágenes del pasado. Presentimiento acelera el paso, para con su acelerón final darle paso a un cierre perfecto: Galaxia pone los pelos de punta con un recurrente “¿No sé qué voy a hacer?” que nos lleva en modo mantra sobre una planicie de eco y guitarras inmaculadas. Todo termina en una corta y moribunda vibración del crash. Así no más.
Los Bonsáis han creado un disco tan entrañable, curiosamente “tan musical”, que parece un espejismo. Hinoki ya es un clásico de tres tiempos: del pasado -de dónde pudo ser-, de hoy y del futuro.
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