El cine también puede servir para que la verdad salga a la luz. Ya no nos extraña que nuestro Gobierno nos engañe o que nos trate como si hablara con un niño de cinco años. La mentira se ha convertido en un arma poderosa para el gobernante y el que se entromete en esos asuntos no suele recibir halagos ni premios. Gary Webb lo sabe bien. Destapar lo que se escondía tras la masiva entrada de drogas en los barrios negros, no le trajo nada bueno. Más bien todo lo contrario.
Quizás lo que más sorprenda es la falta de corporativismo que subyace en la trama. Un hombre arriesga su vida y el resto de compañeros, a través de una burda manipulación, le dan la espalda. Esa falta de sensibilidad e independencia es una de las historias transversales que más impresionan. La soledad de David al enfrentarse a Goliath.
Michael Cuesta se atreve a contar la historia de este valiente periodista que puso la verdad por delante de su carrera. No nos engañemos. La película no es un thriller sobre Estados Unidos y el narcotráfico; "Matar al mensajero" es un drama humano que nos presenta hasta qué punto un hombre puede arriesgar su vida, la de sus seres queridos y su propia carrera profesional por abrir los ojos a un pueblo cuyo Gobierno se obceca en cerrar.
Este film es una más que interesante propuesta para todos aquéllos interesados en conocer la verdad más allá de lo que sale en los telediarios. La necesidad de comprender las causas y las consecuencias desde la libertad. Esta película no es más que un homenaje a todos aquéllos que se enfrentan a los poderosos aunque sepan que la vida les irá mucho peor. Me rindo ante ellos, ante los auténticos héroes de nuestra época.
José Daniel Díaz