Christopher Nolan toma la premisa de una historia familiar/conocida y la da vuelta alrededor de sí misma. Temáticamente y estructuralmente, refresca un género y desafía las convenciones humanas sobre la venganza y sus ramificaciones.
Memento es una película donde se pasan horas hablando de ella después de que ha terminado, un largometraje que ha convertido en una gran rareza. Es una experiencia estimulante. Es un brillante triunfo de la narración. Teniendo en cuenta la falta de personajes completamente desarrollados, Memento termina siendo más que un logro. Es una de esas películas raras, donde la falta completa de desarrollo de un personaje no descarta su credibilidad, en realidad va en aumento a medida que avanza gracias a su guion y edición.
Sin embargo, el final - o el principio - no ata todos los cabos sueltos. Hay más preguntas que respuestas al final. ¿Son importantes las respuesta a estas preguntas para la comprensión de la película? De ningúna manera. De hecho, pasar demasiado tiempo analizando la trama dará lugar a un gran dolor de cabeza.
Entonces, ¿qué hace que este detalle inverso sea más importante? Es la experiencia de sentirse como se siente Leonard. Como cada escena comienza de nuevo, no tenemos idea de dónde estamos, no nos ubicamos muy bien en una línea de tiempo. Este sentimiento conduce a una extraña conexión con el héroe. Leonard es la búsqueda de un hombre que violó y asesinó a su esposa. Dado que no puede recordar nada de lo que ha sucedido después de su muerte, él está viviendo con un solo propósito: la venganza. Parece como si esta necesidad de venganza fuera un instinto de Leonard, y esta idea abre una puerta interesante en materia del juicio de la condición humana. ¿Somos una especie que ansía venganza? ¿Esto es algo instintivo? Estas preguntas y sus respuestas empujan a Memento para convertirse en una película que se trata de mucho más que un simple truco.
Memento es un completamente experiencia apasionante que exige y merece varios visionados.
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