Este mítico director, casi de culto, es ya una leyenda. Sus películas han sacudido con dureza la psique humana jugando con el espectador, enseñándole cartas que desaparecían al momento. "Seven", "The game" ó "El club de la lucha" son ejemplos del cine sorprendente y desgarrador que siempre le ha caracterizado. El año pasado parecía que por fin la Academia le iba a conceder el Oscar gracias a su particular visión del creador de Facebook en "La red social"; nada más lejos de la realidad. Una vez más el clasicismo vencía a la modernidad.
Para quienes no hayan leído el libro de Stieg Larsson, deciros que la sinopsis del film se resume en una farragosa investigación que lleva a cabo un periodista (Daniel Craig) necesitado de dinero y reconocimiento, que acaba removiendo los pilares de una familia poderosa que esconde grandes secretos.
Para sus pesquisas se une a una extraña joven (Rooney Mara), habilidosa en la informática y muy sensibilizada con el dolor femenino. Esa sensación es la que la anima a colaborar para formar un tándem explosivo.
Últimamente nos estamos acostumbrando a unos títulos de crédito fantásticos. Esto, que no deja de ser anecdótico, es indicativo del cuidado con el que se tratan las películas. "Drive" y "La chispa de la vida" ya me sorprendieron gratamente en este aspecto pero "Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres" impresiona especialmente con una mezcla de imágenes oscuras y extrañas de gran fuerza visual.
Rooney Mara, que ya colaboró con Fincher en "La red social" como ex novia del peculiar creador de Facebook, no desperdicia esta joya de personaje. Introvertida, dura, asocial, liberada en todos los aspectos, con una fuerte carga que su carácter no permite mostrar. Es, sin duda, la mayor diferencia sobre otros thrillers de intriga que hayamos podido disfrutar.
Su compañero, Daniel Craig, sigue granjeando una carrera meteórica. Especializado en películas de acción, aquí sortea con oficio un personaje aparentemente simple pero de gran desarrollo emocional. Fincher demuestra una vez más su gran e intensa labor actoral; algo que es palpable en todas y cada una de sus películas.
Consciente de lo que se busca en este tipo de films, David Fincher, aunque su excesiva duración pueda complicar el resultado, mantiene perfectamente el ritmo del metraje. No deja espacio para el aburrimiento, mentalizado del tipo de espectador al que va dirigido. Existe un acertado contraste entre acción e intriga, seduce al público con incógnitas que lejos de despejarse se enredan más y más.
Solvente, como siempre, es un lujo disfrutar de directores como Fincher, aunque parece ser que él a la crítica no nos tiene tanto aprecio. No siempre llueve a gusto de todos.
José Daniel Díaz