Crítica: Mr. Nobody

Publicado el 09 agosto 2010 por Palitoh24
Título: Mr. Nobody
Director: Jaco van Dormael
Guión: Jaco van Dormael
Género: Drama, Fantasía, Romance, Sci-Fio
Duración: 138 minutos
Orígen: Bélgica, Francia, Canadá, Alemania
Año: 2009
Reparto: Jared Leto, Diane Kruger, Sarah Polley, Linh Dan Pham, Rhys Ifans, Natasha Little, Toby Regbo, Juno Temple, etc
Eso que llaman "vivir"
Cómo empezar. Por dónde. Se hace difícil, porque uno se sienta a intentar describir las sensaciones provocadas después del visionado de una película, y termina a veces diciendo algo totalmente opuesto a lo que tenía en mente. No es crítica, es sólo una opinión (para lo primero ya hay gente a la que se le paga por hacerlo). No, ésta vez será diferente. El teclado me desafía. Me pienso, cómo me estaré viendo en este momento, qué cara estaré poniendo ante la incertidumbre de tener que hablarles a mis queridos lectores sobre Mr. Nobody, una joya manifestada cinematográficamente a cargo de Jaco van Dormael. Será difícil, pero lo intentaré.
¿Y por qué se hace tan difícil? Porque cuando uno se para frente a la cartelera y ve tanto título berreta (sin ánimos de atentar contra los gustos de nadie ni de ofender la creación de algunos), tanta porquería sin contenido, sea del país que sea, se siente como resignado. Y resulta ser que allá a lo lejos hay un tipo que con un poco de la imaginación propia -en medio de esta era de adaptaciones, remakes y demás insultos a la creación ajena- logra concebir un producto profundo, reflexivo, intenso y emocionante, que desborda cine en cada uno de sus fotogramas; Pero el cine posta, no eso que nos hacen consumir hoy... el cine de autor, el cine de antaño, el de las influencias, el de las referencias. El cine de la imagen.
Finalmente me determino a empezar por las actuaciones:
Jared Leto, ahora genio de las miradas, que deja de lado el papel del carilindo afeminado y la miradita supuestamente rebelde de 30 seconds to Mars para terminar llevándose todos los laureles por una interpretación mo-nu-men-tal, en la que, ayudado por la magia del maquillaje y demás artimañas, es capaz de aparecer en el 80% de las escenas encarnando al mismo personaje en diferentes facetas, y seguir vivo para contarlo.
Después, Diane Kruger... ¿Qué más se puede decir de esta mujer? Tarantino nos enseñó su talento en alto nivel, y ahora Van Dormael la catapulta a la cumbre de la actuación, al permitirle a este hermosa mujer que nos deleite con un papel inquietante y emotivo, que se hace indispensable para los que la estamos viendo y para Nemo Nobody (Leto), quien hará un montón de cosas hasta determinar que ella puede ser el amor de su vida (hay tres mujeres en una disputa que desafía el espacio y el tiempo).
Sarah Polley, tremenda, fenomenal, avasalladora y firme en su personaje. Esta mujer asombra en cada aparición, y eso que, si se quiere, hasta la inclusión de la mujer que encarna quizás sea lo que más molesta en la intrincada historia del realizador belga.
Los padres de Nemo, interpretados por Rhys Ifans y Natasha Little, son de extrema importancia en la trama, y Little e Ifans no se quedan atrás en sus aportes. Lo mismo sucede con Linh Dan Pham (¿es posible que en menos de cinco minutos totales de aparición en el metraje la contribución sea tan valiosa? Parece que sí).
Pero los que se llevan todos los aplausos son la perejita adolescente protagonizada por Toby Regbo y Juno Temple. Estos dos jovencitos son una delicia actoral. Logran una química impresionante, y conmueven con el realismo al que nos dejan participar con su extraña pareja.
También tenemos el apartado técnico (parece que me decidí a escribir mucho), con fotografía, montaje -¡que se tardó un año en lograr!-, dirección de arte, sonido y dirección magestuosas. Y su mención especial merece la banda sonora: otro exquisito acierto a cargo de Pierre van Dormael.
No quiero inflar esta peli, porque quizás mis lectores al verla tengan muchas expectativas y después eso le juegue en contra. Sólo quiero intentar definir algo que con un tipo de cine como éste cuesta mucho. Van Dormael logra plasmar la esencia del experimento artístico (las tomas fotográficas a toda velocidad, los planos ficticios, esa suerte de diapositivas que se suceden mientras Leto explica a modo científico las teorías psicológicas, sociológicas y físicas que dan sentido a todo el revoltijo que estamos presenciando) con un cine distinto, trascendente, que cuenta lo suyo con la imagen a pesar de que con su historia literaria bien podría ser un bestseller. Pero precisamente el mayor logro de Mr. Nobody está en que esto es cine, y es imposible de imitar, adaptar, transferir o lo que sea, aunque se aprecia con una sonrisa satisfactoria en la cara las referencias/homenaje al cine de Kubrick -al parecer, 2001: A space odyssey es el que más pisó fuerte en la inspiración de Van Dormael-, Aronofsky y otros que ya pasan por la apreciación propia.
En fin, el film tiene de todo, aunque lamentablemente no sea para todos. Con justa razón saldrán los que dicen que es tediosa (dura 138 minutos), abstracta (gracias a Dios que lo es), o incluso innecesaria, ya que el final termina traduciendo todo lo que veníamos sospechando pero sosegados por el placer visual de la propuesta nunca protestábamos.
Y no me quejaré, aunque sí saldré a defenderla, con uñas y dientes. Porque Mr. Nobody es una mirada original y muy propia (tanto del creador, como de los que lo interpretan) de un montón de cosas que hacen al ser: amor, tiempo, decisiones, tristezas, incertidumbres, sueños, ilusiones, historias, imaginación... en resumen, eso a lo que se le llama vivir.