Título Original: Reality Director: Matteo Garrone Guión: Ugo Chiti, Matteo Garrone, Maurizio Braucci, Massimo Gaudioso Música: Alexandre Desplat Fotografía: Marco Onorato Interpretes: Aniello Arena, Loredana Simioli, Nando Paone, Graziella Marina, Nello Iorio, Nunzia Schiano, Rosaria D'Urso Distribuidora: Wanda Vision Fecha de Estreno: 9/11/2012
LA CAJA TONTA
Matteo Garrone se posicionó en el punto de mira del panorama internacional con su anterior película, Gamorra. En ella Garrone desnudaba por completo a la camorra italiana, lanzando una fría mirada muy contemporánea a la mafia italiana. Ello le valió el gran premio del jurado en el festival de Cannes (premio que repetiría este mismo año con Reality) además de los principales premios en los premios del cine europeo, así como nominaciones al Globo de Oro y al BAFTA. Reality se presenta como una película diametralmente opuesta a aquella, casi como una leve comedia. Pero poco a poco en su evolución, la mirada desnuda de Garrone va despellejándola hasta acercar esa realidad de la que habla el título a una sociedad en la que sus hábitos han cambiado y rinden culto frente al televisor y desde una perspectiva casi surrealista acaba en cierta forma uniéndose a la cruda realidad de aquella. Una película que además cuenta, de forma intrínseca con una conexión con Gomorra, y es que su protagonista, un sensacional Aniello Arena, cumple cadena perpetua desde hace veinte años por ser un antiguo sicario de la camorra. Garrone, enamorado de él tras una función teatral, ya intentó conseguir, sin éxito, que estuviera en Gomorra. Ahora su experiencia personal parece ser vital en la película de un hombre libre, que desea ser encerrado para así conseguir la libertad.
Garrone se acerca al fenómeno de la telerrealidad, lo hace concretamente hasta el Gran Hermano. Su mira satírica no busca nunca criticar la presencia de estos programas, ni cuestiona su función. Realmente la lanza de Garrone va hacia el trato que se les ha dado en la sociedad. La película se centra en criticar en como la televisión ha suplantado por completo a la religión convirtiéndose en lo que ella representa. Así la familia rinde culto por completo, sentándose todos juntos a observar su programa, todos se unen con el objetivo de llegar a formar parte de ella, y arrastran al más alejado a sus creencias, de una manera sectaria. Los más pequeños de la casa, tienen un papel clave, la televisión forma parte de sus vidas desde que nacieron, es prácticamente el centro de su educación, su visión idealizada trata de acercarse a la de los más mayores que poco a poco se ven sumergidos en ello. Los ídolos creados por la pequeña pantalla, merecen la más profunda admiración, se les persigue, se les adora, el único objetivo es ser como ellos, una figura casi apostólica.
Un fenómeno global pero que Garrone trata con una mirada muy italianizada, de hecho no es difícil ver en la película muchas reminiscencias del Fellini más radical. Desde esa carroza con la que abre la película, a lo esperpéntico de todos sus personajes, un sentido del humor que por momentos roza lo extravagante, y una maravillosa cantidad de planos largos y elevados, así como incluso la misma presencia de los estudios Cinecittá de Roma que fácilmente nos hace acordarnos de Entrevista. Luciano, su protagonista, se nos presenta vestido de Drag-queen, rápidamente podemos saber que no está a gusto con su identidad. Sobrevive como puede con pequeños chanchullos y llevando una pescadería en Nápoles. Todo cambiara el día que sus hijas le presionen para participar en un casting de Gran Hermano. Pronto se obsesionará con la idea de que va a entrar en el programa, y se sentirá incluso observado, haciendo que esto cambie por completo su personalidad, despojándose por completo de la realidad y rozando la locura.
En cierto modo, el planteamiento de Garrone podría simplificarse, y despojar la presencia del programa televisivo para narrar la obsesión del hombre por conseguir una quimera. Así el protagonista podría estar convencido de que la lotería le va a tocar por una visión, y se desquitaría de todo creyendo a ciencia cierta que su sueño se va a cumplir. Pero poniendo a la televisión en el objetivo, Garrone va más allá, ¿Es real lo que vemos tras las cámaras? ¿Cómo se comporta el ser humano delante de una cámara? Así, mientras que Luciano cree que está siendo observado por los responsables del programa para facilitar su entrada en el concurso, su comportamiento cambia radicalmente. Su radical comportamiento como buen samaritano, despojándose de todo lo que tiene para ser visto como alguien noble o generoso borra completamente del mapa la presencia de alguien que ya no puede ser feliz si no logra su objetivo. Un hilarante tratamiento con un enfoque mucho más dramático del que parece a simple vista.
En Reality nada es real. Lo idolatrado no deja de ser una mera mentira, la televisión, como fenómeno cultural ha acabado superando al ser humano. La presencia de un referente tan importante de la cultura pop como el Gran Hermano, acerca globalmente a una película con un alma puramente italiana y que en el fondo parece querer hablar más de la decadencia social en Italia en la era Berlusconi que de los temas que toca de manera más visible.