RESIDENT EVIL: VENGANZA
Título Original: Resident Evil: Retribution Director: Paul W.S. Anderson Guión: Paul W.S. Anderson Música: Tomandandy Fotografía: Glen MacPherson Interpretes: Milla Jovovich, Sienna Guillory, Colin Salmon, Michelle Rodriguez, Shawn Roberts, Boris Kodjoe, Johann Urb, Oded Fehr, Kevin Durand, Li Bingbing Distribuidora: Sony Fecha de Estreno: 05/10/2012
CUADRADO, EQUIS, EQUIS, CÍRCULO
¿Existe algo más excitante que acercarte a ver la cartelera de tu cine más cercano y ver que proyectan Resident Evil: Venganza? Está claro que no hay cosa que deseásemos más que esta quinta entrega de la saga basada en el famoso videojuego. Dejando el sarcasmo a un lado, lo cierto es que ya hace diez años que vimos en la primera entrega de Resident Evil, una película de zombis de lo más entretenido. En todo este tiempo la saga ha ido degenerando hasta límites insospechados, la amenaza primero atacó Estados Unidos, luego se expandió por el mundo, como bien se encarga la buena de la Jovovich de informarnos al principio de la película mientras vemos secuencias de las anteriores entregas, una buena forma de rellenar metraje sin complicarse y poner al día al espectador despistado que se equivocó de sala. El problema es que en el camino ése, en el que el mundo de iba al traste, mientras ella, cada día más, se iba convirtiendo en una superheroina (no en vano, por algo tenía poderes), y los zombis iban degenerando para dar más asquete y tratar de innovar aunque fuera un poquitejo, a nosotros nos abrasaban de una forma tediosa, con una y otra secuela a cada cual más horrible.
Esta quinta entrega que empieza con un epílogo de lo más repulsivo, un montaje de la escena que sigue al final de la anterior película (sin Ali Larter ni Wentworth Miller, pues se ve que se fue todo el presupuesto en disparos, así que se les suprime del lugar de los hechos sin más) pasada marcha atrás y a cámara lenta de una manera que no podía ser más terrible. Pero lo cierto es que tras la inevitable y ya comentada recapitulación de todo lo anterior, la película empieza con una vuelta de tuerca impactante, Alice tiene una familia, vive en un barrio residencial con su familia hasta que un día se ve atacada por una horda de zombis. Un comienzo muy extraño y Romeriano que te hacen preguntarte si de repente no buscarán darle una nueva vuelta de tuerca a la saga y ejecutar aunque sea un pequeño reinicio. Nada más lejos de la verdad esto se disipa en seguida y tan sólo es una muestra para mostrarnos diversas realidades virtuales. Una completa lástima ya que esos cinco minutos se convierten en los más brillantes de toda la saga.
A partir de ahí, Alice despierta y toda la película tratará de escapar, a través de distintas salas que como hemos visto pueden representar lo que sea, hasta escenas de anteriores películas para abaratar costes de producción y reciclar. Más que nunca, Resident Evil: Venganza es básicamente un videojuego. La evolución transcurre nivel a nivel, cada vez la dificultad y los malos aumentan, y por si fuera poco sus actores son tan expresivos como un puñado de pixeles. Además se sacan de la manga un montón de clones, de modo que si mueres, puedes vuelves a nacer, vamos, exactamente lo mismo que jugando a la consola, pero por desgracia no puedes apagarla o entretenerte buscando prostitutas como si jugaras al GTA.
La película se hace tan rutinaria que acaba resultando de lo más tediosa, ni el ver a Milla Jovovich dando piruetas hipercoreografiadas tiene gracia si no aprietas tus los botones para hacer el combo. Al menos la pinta es menos austera que las anteriores y se ve que han invertido un poco más en efectos especiales y en que en un montón de balas se acerquen al espectador en 3D a sabiendas de que la espectacularidad es su única arma de interés. El señor Paul WS Anderson, en compañía de su señora vuelve a demostrar que su aportación al cine es algo así con la versión mínima de Michael Bay, dónde los tiros y las explosiones y los accidentes de coche están a la orden día, para rellenar un guión que básicamente se limita a 3 muecas de su mujer. Una patochada más que unir a una saga estirada hasta el hastío y que pide a gritos la jubilación.