[Teresa Cerón López] @ecosdelviniloRosalía Vila es calle. Pero una calle soleada y muy ancha por la que se escuchan voces que hablan alto y con pasión. Como canta ella. Rezumando pureza y calidez. Personificando el quejío y la vanguardia más fresca sin morir en el intento, a pesar de las voces malsonantes de los que se hacen llamar puristas.Acabo de escuchar su nuevo disco El Mal Querer (Sony Music) y reconozco que ha superado con creces mis expectativas, que ya de por sí eran altas desde su anterior trabajo Los Ángeles, con el que Rosalía (parapetada por el gran Refree) recorrió escenarios de España y de Europa, e irrumpió de sopetón en EEUU haciendo un poquito de ruido. Plantando una semillita que no ha tardado mucho en germinar en este nuevo material. Con El Mal Querer, al igual que ocurriera con su anterior disco, Rosalía reinterpreta y reinventa la tradición. Si bien Los Ángeles era un disco más sobrio y académico, en este nuevo trabajo, el tándem Rosalía-El Guincho (encargado de la producción con la propia Rosalía) consigue el maravilloso milagro de que vibren las palmas y los oles, entremezclándolos con la música urbana. Sin miedo a lucir los aretes de oro, ni el pantalón del chándal, pero moviendo las manos con la elegancia de Lola Flores en su Réquiem por la muerte de Federico García Lorca.Y es que lo nuevo de la artista catalana es una especie de novela compuesta por once capítulos que, a modo de canciones, narran las etapas y vicisitudes de una relación amorosa asfixiante y tóxica. El amor mal entendido en fase de augurio, boda, celos, disputa, lamento, clausura, liturgia, éxtasis, concepción, cordura y poder. Once temas compuestos por Rosalía, los cuales desprenden una luz tan intensa, que queman. Al igual que sus palmas y las bases electrónicas luminosas que, junto a las baterías, guitarras y violines, hacen de El Mal Querer un remix cultural precioso y perfecto. Un todo compacto en el que los géneros entremezclados respiran aliviados.La dulce y frágil voz de la artista caracolea, al tiempo que nos habla de pasiones tentadoras que huelen a pólvora y sangre reseca. Once cortes en los que nos adentramos por ambientes de exceso donde todo dura hasta el amanecer y se lucen piedras tan hermosas, que podrían anularte como ser humano si las miras mucho, mientras la pasión desmedida gana la batalla a la razón.Destacan las tres canciones que sirvieron de adelanto, y se convirtieron rápidamente, en sonadísimos primeros singles del disco. Me refiero a Malamente, Pienso en tu mira y Di mi nombre, acompañadas por tres videos en los que su protagonista derrocha magnetismo y una estética impactante.En Nana nos acuna con ese torrente de voz que tan bien conoce el significado de la palabra esencia. En Maldición le da la mano a la vanguardia, mientras que en Que No Salga La Luna y Reniego hace un alarde de raíz.Personalmente me emociona A Ningún Hombre, un grito de libertad y fuerza femenina férrea que muero por ver cómo ejecuta en vivo y ante su público femenino. Maldición es una especie de batiburrillo sonoro, un collage de vanguardia que no desmerece a Bagdad, el corte más debatido de El Mal Querer por ser un sample del mítico Cry Me a River de Justin Timberlake, co-autor del tema. Un soberbio homenaje de Rosalía aplaudido por sus fans y esa gran parte de la crítica que ve en la artista catalana duende y color. La voz de la actriz Rossy de Palma es el hilo conductor de Preso, una breve pero intensa reflexión sobre cómo se puede bajar a los infiernos por culpa de un mal amor.
Todas y cada una de las canciones de este magistral disco se sustentan en arreglos minimalistas y coros que derrochan vida y flamenco. El Mal Querer empapa como la lluvia torrencial porque se basa en la verdad. Una verdad que a veces duele y te invita a pensar.
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