Cuando el 9 de noviembre del año pasado fui a votar, el presidente Mariano Rajoy me tachó de delincuente, criminal y golpista por el simple hecho de votar y expresar mi opinión. Aunque no se puede esperar más capacidad de raciocinio de un hombre con la inteligencia de una pelota de ping pong, no deja de ser profundamente insultante e hiriente que te digan en la cara que el hecho de que votes y expreses tu opinión es antidemocrático, y que encima la persona que te lo dice está profundamente convencida de eso. Pero éste live-action de “Shingeki no Kyojin” me resulta todavía más ofensivo. No me ha decepcionado y cabreado tanto un live-action desde “Dragonball Evolution”, de la que “Shingeki no Kyojin, part 1” no tiene nada que envidiar, y no lo digo en el buen sentido.
La cuestión de los live-action (adaptación en imagen real de mangas o animes) es un tema polémico, y todas las adaptaciones que se han hecho han tenido resultados muy dispares, desde propuestas muy bien llevadas (“Old Boy”, “Rurouni Kenshin”, “Azumi”, “Battle Royale”, “20th Century Boys”, “Crows”, “Ichi the killer”, “Space Battleship Yamato”, “Crying Freeman”), hasta obras insatisfactorias, deficientes o incluso mediocres (“Death Note”, “Garo”, “Shinobi”, “Nicky, la aprendiz de bruja”, “Speed Racer”, “Blood: The last vampire” o la infame “Dragonball Evolution”, cuyos responsables deberían ser juzgados en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya).
Lo que diferencia a un buen live-action de una mala adaptación no sólo es la fidelidad a la historia, contexto, ambientación y atmósfera de la obra en la que se basa. También resulta necesario evitar, o al menos cambiar, ciertos aspectos que en el manga o en el anime quedan bien, pero que trasladados a la imagen real lucen ridículos y espantosos. El director del live-action de “Shingeki no Kyojin”, Shinji Higuchi, no lo tenía difícil, pues la serie anime es bastante seria y no da lugar a situaciones cómicas/sexuales que estuvieran fuera de lugar. Pues Higuchi, por algún motivo que escapa a la razón, añade en el live-action dichas situaciones que el anime acertadamente evitó, lo que resta seriedad a la película y dificulta que se la pueda tomar en serio.
Resulta incomprensible como Higuchi, director que mostró un buen hacer en la notable “El hundimiento de Japón” (una de las mejores películas de catástrofes de la historia del cine), puede haber tomado decisiones tan erróneas en ésta película, no sólo añadiendo escenas cómicas y sexuales que están totalmente fuera de lugar, sino cambiando la historia, el contexto, la ambientación y la atmósfera de la serie anime. Es decir, quitar o cambiar todo lo que hacía bueno y genial la serie anime.
Todos los actores, salvo Satomi Ishihara, están horribles, ofrecen unas actuaciones penosas. No sólo los actores no se asemejan físicamente a sus personajes, siendo el caso de Armin el más flagrante (en la película hay titanes que se comen a personas y personas que vuelan con espadas, pero no han querido que Armin sea rubio, eso es demasiado irreal), sino que la personalidad de los personajes en la película es totalmente distinto a la personalidad de los personajes en la serie. Y no sólo han cambiado drásticamente la personalidad de los personajes, sino que incluso cambian por completo la relación que tienen con ellos. El caso más grave es el de Levi Ackerman, el personaje más carismático de la serie, que sin embargo en la película lo han cambiado por una versión sucedánea del personaje pero totalmente distinto, convirtiéndolo en un capullo integral totalmente odioso y que lo único que hace en la película es hacerse el chulo.
El único personaje de la película que se mantiene totalmente fiel al de la serie es Hanji Zoe. También recrean con bastante fidelidad el momento en que un soldado, asustado por el asedio de los titanes al que se está viendo sometido, se vuela la cabeza, y el momento en que Eren rescata a Armin de ser devorado por un titán y es engullido por éste. Eso es lo único que la película respeta de la serie, el resto, totalmente cambiado, y a peor.
La historia, radicalmente cambiada en la película con respecto a la serie, ya no tiene una ambientación post-medieval. El mundo de “Shingeki no Kyojin” en su adaptación live-action está muy industrializado, tiene una ambientación más propia de la segunda guerra mundial. Han cambiado los caballos y los carruajes por… ¡lanzagranadas y camiones! ¡Incluso se ve un helicóptero! Y mientras que la serie tiene una atmósfera muy luminosa y luce unas tonalidades muy contrastadas y unos colores muy vivos, la película muestra una atmósfera muy oscura, con una luz muy tenue, con colores deprimentes.
Es imposible entender lo que ha hecho Higuchi con “Shingeki no Kyojin” y porqué lo ha hecho. La serie anime es impresionante, espectacular, fabulosa, genial, buenísima, una pasada. No había que cambiar nada, estaba todo muy bien, simplemente sólo había que hacer lo que hizo Zack Snyder con “Watchmen”, una adaptación en imagen real directamente tal como estaba en la obra original, haciendo sólo los cambios necesarios para evitar la ridiculez. Sin embargo, en el live-action de “Shingeki no Kyojin” parece que todos los responsables pusieran su empeño en destrozar la obra original, y no contentos con eso se han esforzado en que el lamentable resultado tenga un ritmo tedioso y aburra exasperantemente.
Aun así debo admitir que la película tiene un par de cosas buenas. No han escatimado en sangre y escenas gore. No es que haya sangre porque sí, sino que cuando tiene que haber sangre y gore la hay, y en abundancia. Y teniendo en cuenta que para la película no han debido de tener ni de lejos el presupuesto que merece y necesita un live-action de la serie, hay que reconocer que los efectos especiales están muy bien currados, y personalmente me han gustado. Otra cosa es el diseño de los titanes, que salvo el titán colosal y el titán de Eren, cuyos diseños son muy fieles al de la serie, y tres o cuatro titanes que estaban bien, el resto estaban muy mal diseñados. En la serie los titanes daban miedo porque tenían rostros grotescos y deformes, en la película son simples japoneses con un poco de maquillaje que les cambia el color de la piel, pero que sus rostros son completamente normales. Es decepcionante el diseño de casi todos los titanes en la película.
En conclusión, el live-action de “Shingeki no Kyojin” se va tan ricamente a la papelera de mi escritorio, y espero con ansias la segunda temporada de la serie anime, porque de la segunda parte de la adaptación live-action no quiero saber nada.
Lo mejor: Que no le hayan hecho esto a “Evangelion”.
Lo peor: Que se lo hayan hecho de “Shingeki no Kyojin”.
Mi calificación es: