Basado en un libro de Dennis Lehane, responsable también de la versión literaria de "Mystic river", esta historia de suspense te sumerge en la delgada línea que separa la razón de la locura. A lo largo del tiempo los centros psiquiátricos han sido lugares perfectos para recrear situaciones que nuestra mente lucha por comprender. Hay quien dice que el director italoamericano ha firmado su propio "el resplandor". La afirmación puede parecer exagerada pero en cierta manera no deja de ser una búsqueda para comprender lo incomprensible.
Habrá quien compare este film a otro muy recordado de su carrera, "el cabo del miedo". Sin embargo en este caso el rostro se enmarca en un ambiente más complejo donde discernir realidad y ficción en algunos momentos es casi imposible.
Teddy es un agente federal que junto a un nuevo compañero se dirigen a una isla en medio de la nada famosa por albergar una de las cárceles psiquiátricas más peligrosas de Estados Unidos. La misión es encontrar a una paciente fugada que ha huido del centro. Lo que empieza como una investigación rutinaria y rápida acaba convirtiéndose en una búsqueda de su propia identidad.
Leonardo Di Caprio vuelve a regalar una interpretación de altura. Su idilio profesional con Scorsese le ha generado un gran respeto entre la crítica y el público y de momento no parece que vaya a acabar como demuestran los incesantes comentarios que hablan de una nueva colaboración donde el actor se convertiría en el mítico Frank Sinatra.
Sus compañeros de reparto, con Mark Ruffalo y Ben Kingsley a la cabeza, también salvan sus complicados papeles con destreza y misterio. Personajes tan complicados requerían de una dirección de actores especial y muy minuciosa. En este apartado se puede decir que el trabajo realizado es notable.
Hablando objetivamente el film también peca de una serie de defectos que bajan la valoración global. El montaje en algunos momentos es de aficionado, con saltos que te hacen dudar si el montador era un principiante o pretendía confundir al público. En el debe también habría que situar que pese a la ambientación que rodea a "Shutter island" jamás logra alcanzar un clímax de tensión que mantenga al espectador agarrado a su butaca. Me atrevería a decir que su visionado es excesivamente amable y durante buena parte del metraje predecible.
Aunque Martin Scorsese no consigue su mejor trabajo, las sensaciones de buen cine siempre se mantienen intactas.
José Daniel Díaz