Aunque no estábamos muy convencidos de que “Soy el número cuatro” mereciera la pena, hemos ido a verla por tres razones: Los trailers (en los que se intuyen unos efectos especiales bastante conseguidos), su director y la última (y quizá más importante) que no había demasiado donde elegir…
La película según dicen podría perfectamente ser un capítulo de Smallville (yo no la sigo así que no lo puedo asegurar), es decir, tenemos un joven extraterrestre con poderes que intenta camuflarse y llevar una vida normal como estudiante, algo errante eso sí, debido a que “los malos” intentan acabar con los nueve supervivientes que, como él, consiguieron escapar de su planeta. Él es el número cuatro y también el siguiente en la lista negra.
La primera parte es algo más pausada que la segunda, el director se toma su tiempo para presentar a los personajes, bastante esterotipados, eso sí (protagonista fugitivo con super poderes, protector que ejerce de figura paterna, interés amoroso del chico que no es otro que la típica inadaptada con alma de artista e incluso el amigo graciosillo y punching de los abusones del instituto). Lo bueno es que la película no aburre en ningún momento y justo cuando el ritmo empezaría a decaer, comienza la acción pura y dura.
D.J. Caruso demuestra una vez más ser un director excepcional ya que con sólo 60 millones (no son 30 como los de Kick-ass pero tampoco son 90 como los de esa bazofia ridícula llamada Percy Jackson) consigue hacer unas set-pieces realmente espectaculares y con un regustillo ochentero que se agradece (en realidad toda la película lo tiene, no demasiado pero se nota). Hay además un par de sorpresas en la trama bastante curiosas.
Los actores están correctos en general, quizá destacaría a Timothy Olyphant en particular pero es más bien secundario. Diana Agron, algo desmejorada con respecto a Glee, también está bastante convincente en su papel de artista atrapada en un pueblucho de mala muerte.
Conclusión: En “Soy el número cuatro” se unen los protagonistas de dos de las peores películas que he visto en el cine (“Alex Ryder” y “Hitman”) para hacer una que me ha sorprendido gratamente. Contando la recaudación mundial (el doble de su presupuesto, 120 millones) no sería raro que se animaran a hacer una segunda parte (y espero que así sea porque no cierra casi nada) en la que seguramente conoceríamos al resto de los supervivientes y seríamos testigos de un nuevo romance entre los dos secundarios (una pareja que daría muchísimo juego, por cierto). El tiempo dirá si podremos saber cómo continúa la historia o estamos ante un nuevo “Jumper”. Lo que sí es seguro es que para pasar un rato entretenido, “Soy el número cuatro” cumple de sobra.
Nota: 7,5