En The Prestige (El Gran Truco), Christopher Nolan nos entrega una película en la que más allá de los trucos de magia empleados por ilusionistas, la premisa retrata de manera realista los peligros de descender a la oscuridad causados por un apetito obsesivo de venganza. Cuanto más una persona cruza por ese camino de venganza, más difícil se vuelve ponerle freno.
La trama es complicada, la forma en que se la trata no hace que sea más fácil de entender, claro que al final todo se revela. El director Christopher Nolan tiene historial en jugar con la cronología de sus historias, mientras toca temas sobre obsesión y engaño. Su película Memento, una película sobre la venganza que está puesta en escena completamente a la inversa, es el mejor ejemplo de su afición por este juego. En el caso de The Prestige emplea flashbacks y flashforwards. La primera escena, en el inicio de la película, uno de los ilusionistas dice "Mira de cerca", así que no pueden decir que no estábamos advertidos. Si se encuentran con dificultades para seguir la historia desde el principio, la perseverancia será recompensada una vez finalizada.
La película habla de una pelea entre un ilusionista llamado Robert Angier (Hugh Jackman), y otro ilusionista llamado Alfred Borden (Christian Bale). Ellos comienzan como amigos que van aprendiendo los trucos de su comercio juntos. Pero entonces sucede una tragedia que hace que se conviertan en enemigos. Cada uno de ellos pasa el resto de la película tratando de convertirse en el ilusionista más grande de Londres. Uno de ellos es mejor que el otro, pero el otro es realmente mejor en el desempeño con una presencia en el escenario más confiada.
Los dos ilusionistas, individualmente, perfeccionan sus propias versiones de un truco llamado "El Hombre Transportado". Mientras cada uno de ellos intenta sabotear el acto del otro, mientras ellos intentan ser legítimamente el mejor ilusionista, rápidamente se hace evidente que su motivación principal es la venganza. Una tragedia que se convierte en una cadena de tragedias como los dos hombres intentando ser mejor entre sí.
Destacable es la manera que los hermanos Nolan repetidamente nos dan la respuesta sin hacerlo realmente. Mientras que ciertos elementos se revelan y se sienten claros, la naturaleza de ellos no llegan a ser cristalizados hasta el final. Similar a la revelación lenta y real de los trucos. Lo que comienza como una competencia profesional se convierte en un deseo de reivindicación, tanto a nivel profesional como personal. La obsesión de cada hombre es absoluta, un foco potencialmente mortal que hace que todos los demás aspectos de sus respectivas vidas sean irrelevantes. En el final, también plantean dilemas filosóficos sobre la naturaleza de uno mismo y el papel de la ciencia en la era moderna.
La película da una gran mirada atmosférica gracias al director de fotografía Wally Pfister, y al diseñador de producción Nathan Crowley que presta autenticidad al período de la película. Londres es extenso y oscuro, donde las diferencias de clases están vigentes, llenos de una variedad de teatros, sirviendo de contrapunto al crudo aislamiento y nieve de Colorado en el que Angier finalmente se encuentra a sí mismo.
En conclusión, The Prestige tiene suficientes trucos bajo la manga, y los sabe usar. Llena de complejidad con un deseo obsesivo de venganza que conduce inevitablemente a la tragedia. Además de ser una película increíble, el director nos hace pensar y plantearnos situaciones de vida. The Prestige es una excelente representación del tormento humano.
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