Como sorpresa se puede definir el éxito de "Slumdog Millonaire", una película que puso en la palestra mundial el cine de Bollywood. Antes ya nos había impactado con "Trainspotting", peli indie inglesa que retrató una generación perdida al borde del colapso. Y hace apenas dos años "127 horas" presentaba de la manera más cruda la lucha de un hombre por sobrevivir. Por todo esto, cabría esperar cualquier cosa de Danny Boyle aunque podemos estar seguros que la indiferencia no será el resultado final.
Con estos precedentes "Trance" no podía ser tan simple como parecía. Un atracador que, tras recibir un golpe en la cabeza, olvida dónde escondió el cuadro que acaba de robar podría ser un argumento típico y tópico. En las manos del director inglés eso no podía ocurrir. Ya había advertido que, tras organizar el evento inaugural de los JJOO de Londres 2012, le apetecía centrarse en un proyecto propio, lejos de las grandes fortunas.
Con una estética agobiante, el mundo de la hipnosis se muestra de forma devastadora. El control mental es el arma más poderosa que existe. Su poder es inimaginable. Según pasan los minutos vamos accediendo al lado más oscuro de cada uno de los personajes y, lo que es más importante, a sus debilidades y miedos. El robo pasa a un segundo plano y, de repente, toda nuestra atención se centra en lo que esconde cada uno de los personajes. El director nos reconduce a donde quiere, nos convertimos en marionetas en sus manos.
Merece la pena revisar la filmografía de Danny Boyle y "Trance" no es una excepción. Un buen argumento, bien interpretado, que, jugando con el thriller y el cine de autor, nos ofrece un espacio donde nada es lo que parece.
José Daniel Díaz