Crítica | “Tres hermanos y una herencia”, la sonrisa perdida

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Ficha técnica | Título original: Les trois frères, le retour. Director: Didier Bourdon, Bernard Campan, Pascal Légitimus. Guión: Didier Bourdon, Bernard Campan. Reparto: Didier Bourdon, Bernard Campan, Pascal Légitimus, Sofia Lesaffre. Género: Comedia. Duración: 106 minutos. Año: 2014. País: Francia. Fotografía: Pascal Caubère. Música: Olivier Bernard, Didier Bourdon. Productora: Pan Européenne Production, France 2 Cinéma, D.B. Production. Distribuidora: Vértigo Films.

Después de ver “Tres hermanos y una herencia” uno se pregunta si realmente se necesitan hacer secuelas de comedias tan intrascendentes como su antecesora “Tres hermanos muy primos”. Nos encontramos con una saga que tira del humor más fácil  y socarrón en busca de una complacencia rápida del espectador. Esto a veces puede dar resultados buenos, pero cuando ambas películas giran en torno a dos herencias que reciben el trio de protagonistas está claro que los guionistas no han hecho ni el más mínimo esfuerzo en intentar trabajarse una historia que no intente parecerse a la original.

“Tres hermanos y una herencia” vuelve a reunir a estos tres hermanastros franceses con la misma escusa de siempre, una herencia que desencadenará toda una trama de enredos cómicos aunque añadiendo un poco de drama familiar a la fórmula. Nada que no hayamos visto antes en multitud de comedias, pero si al menos fuera capaz de suscitar alguna sonrisa al espectador se podría pasar por alto su nula originalidad.

Cuando se nos vuelven a presentar a los mismos personajes en esta secuela uno tiene la impresión de que son lo suficientemente diferentes para poder crear situaciones cómicas interesantes, pero cuanto más ves la película más sientes que cada una de estas diferencias entre ellos se va desvaneciendo, y esto juega en contra de la historia. Las sub-tramas que se mezclan con la historia principal tampoco hacen mucho por ayudar, ya que uno cree que son innecesarias y al final tampoco son relevantes dentro de la historia, aunque en un principio lo parezcan.

Didier Bourdon, Bernard Campan y Pascal Légitimus son un trío de humoristas conocidos como “Les Inconnus” que aquí se encargan de dirigir, escribir y protagonizar la película. La complicidad entre ellos se nota en toda la película, pero eso no se traduce en una relación humorística con el espectador, haciendo que la mayor parte de gags queden totalmente descafeinados y hagan que el espectador desconecte de escenas que deberían hacer gracia pero no llegan a conseguirlo, creando una sucesión de sketches que el guión no es capaz de darles sentido por muy absurda que intenten que sea la película.

Lo peor que le puede pasar a una comedia es que no haga reír al espectador y aquí es lo que pasa. Cuando intentas trasladar gags que funcionan en otros medios tienes que ser inteligente para trasladarlos a la gran pantalla, y los guionistas son incapaces de adaptar el típico humor televisivo o teatral al cine. En definitiva, si queréis buscar una película que os haga reír y pasar un buen rato en la butaca no creo que esta comedia francesa sea una buena recomendación.

Crítica: Nacho Lapuente