Zipi y Zape han acompañado a los niños españoles desde su creación en 1948, aunque en los últimos años no estuviesen tan presentes como antaño. Esto se solucionó con la exitosa adaptación de Óskar Santos en 2013, que inició lo que en ese momento parecía que se convertiría en el inicio de una gran franquicia con 'Zipi y Zape y el club de la canica'. Tres años después llega a los cines, en la fecha más apropiada para disfrutarla en familia, 'Zipi y Zape y la isla del Capitán' con Óskar Santos repitiendo tras las cámaras.
Tras hacer una de sus gamberradas –aunque esta vez sin querer… del todo– Zipi y Zape se quedan castigados sin Navidad. Mientras tanto, el padre de los mellizos consigue una entrevista con un editor que quiere publicarle su novela. Pero este editor vive en una isla, y cuando llegan se pierden con el coche y acaban cenando en la mansión de la Señorita Pam, donde aguardan los personajes más variopintos. En esta segunda entrega todo es más menos artificial, más fluido: los diálogos son más vivos, menos robóticos, la aventura está mejor narrada y los personajes, a pesar de ser la mar de histriónicos, son más divertidos y menos impostados. Los giros de guión, además de inesperados, son divertidos y cada secuencia es como una nueva y más divertida aventura. Si en algo se han lucido Óskar Santos y Jorge Lara a la hora de escribir ha sido en los secundarios: Sor Enriqueta y la niña de las gafas son, sin duda, los personajes más divertidos de la película. Luego nos encontramos con el macarra, que en realidad no es lo que aparenta. 'Zipi y Zape y la isla del Capitán', además de ser divertida, da un mensaje a tanto a los padres como a los hijos que hará que estos se comprendan un poco mejor.Óskar Santos hizo un buen trabajo en la anterior entrega, pero en ésta se supera. La realización es más efectiva y llamativa, dando al espectador momentos realmente espectaculares. El ritmo no llega a decaer, e incluso se hace corta. Casi todos los actores están perfectos en su papel, y destacando a Elena Anaya, Iria Castellanos y Ana Blanco de Córdova. Curiosamente los que bajan el nivel interpretativo de la película son los nuevos Zipi y Zape: Teo Planell y Leo Gómez. Están más bien sosos, como recitando sus frases con poca emoción. Pero como esto es una película de aventuras, y las aventuras las viven tan bien, no hay mayor pega en el tema. Otro punto en el que ésta entrega se supera respecto a la anterior es en los efectos especiales generados por ordenador. En 'El club de la canica' se notaban demasiado a pesar de ser buenos en algunas escenas, pero no eran suficientes para lo que la producción requería. En ésta, sin embargo, son de lo mejor que se ha hecho en España, una referencia a partir de ahora.
Si la primera película estaba más enfocada a la nostalgia de los padres, 'Zipi y Zape y la isla del Capitán' va dirigida tanto a adultos como a niños. Y en ambos casos divertirá, emocionará y mantendrá en vilo durante los ciento cinco minutos que dura. Una gozada que demuestra que el cine español está a la altura de cualquier otro mercado.