El Tenorio Tímido
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El cine clásico es una fuente inagotable de inspiración y homenaje, incluso en nuestros días. Y es que hay fragmentos del séptimo arte que nunca envejecen, como también pasa con las historias de amor. Hoy Harold Lloyd nos contará una.
No todo es Chaplin
Tres grandes pilares con nombres de actores sostentan el cine mudo: Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd. De los tres, el primero es el más conocido universalmente, mientras que los otros dos lo son en mucha menor medida.
Nacido en 1893, quizás Lloyd era el más temerario de los tres. Si bien Chaplin era famoso por sus bufonadas de tartas en la cara (por definirlo de alguna manera), y Keaton también arriesgaba un poco, Harold sin duda puso su vida en riesgo en numerosas ocasiones. Famosa es la escena en la que cuelga de lo alto de un edificio, la cual se rodó sin usar dobles y con unas medidas de seguridad rudimentarias típicas de la época.
El sastrecillo tímido
Esta es la historia de un aprendiz de sastre con un terrible miedo a las mujeres (siempre tartamudea y se pone muy nervioso cuando tiene que atender a alguna clienta) y que, paradójicamente, intenta que algún editor le publique el libro que está escribiendo: un manual para seducir a las mujeres. En este, nuestro héroe plasma toda su imaginación a la hora de conquistar a cualquier tipo de chica, a pesar de indicar que se basa en su experiencia personal (la cual sabemos que es nula).
Cuando se dirige hacia la gran ciudad en tren para presentarle el manuscrito en una editorial, conoce a una joven llamada Mary Buckingham con quien entabla conversación por accidente (el perro de esta se escapa justo antes de salir el tren y Harold lo recoge con un bastón), y termina enamorándose.
El editor rechaza su manuscrito por ser muy malo, ya que lo ha mostrado a las trabajadoras y se han reído de él. Pero después de que el sastre se haya marchado de allí, su secretario le convencerá que puede ser un buen libro humorístico, por lo que decide mandarle un sustancioso cheque por ventas anticipadas en lugar de echarlo a patadas. Al recibir una carta de la empresa, el aprendiz la rompe pensando que es la rutinaria carta de rechazo, pero su jefe descubre que dentro había un cheque, y se lo hace saber.
Justo en ese momento, lee en el periódico que la chica de la que se enamoró se va a casar con un millonario. Entonces, entra una mujer quien, al leer la noticia, se desmaya, ya que resulta ser la aún esposa del contrayente, y pide al joven que detenga la boda para que ese rufián no destroce otra vida. Rápidamente, Harold sale en busca de la pareja.
El hombre medio con gafas
La película es más bien un seguido de cortos unidos por una trama argumental, pero de forma que la mayoría funcionarían por sí solos. Todo junto forma una bonita historia de amor, frustración y comedia donde, como suele ocurrir, los disparates son accidentales y nunca premeditados.
A diferencia de Chaplin, quien a menudo se ponía en el papel de pobre mendigo, Harold Lloyd abarca un personaje más general, con el que más gente se puede identificar: el hombre de las gafas es de clase media, y sufre los problemas que podemos tener todos. En este caso, un problema de amor.
Uno de esos indispensables clásicos del cine que son obligatorios de ver, para entender sus predecesores, e incluso la producción de hoy día.
¿Sabías que todas las escenas de riesgo de la película fueron realizadas por el mismo Harold Lloyd sin dobles, y todo estaba perfectamente sincronizado al milímetro?