Volvemos al séptimo arte más barato, con un clásico (por la cola) de ciencia ficción protagonizado por unos adolescentes algo entrados en años.
Teenagers from Outer Space
Año: 1959
Director: Tom Graeff
Reparto: David Love, Dawn Bender, Bryan Grant
Duración: 86 minutos
Productor: Tom Graeff Productions
Anticomunismo oculto
Los años 50 fueron la década de oro para la ciéncia ficción de bajo presupuesto, y la serie B se ganó un renombre que ha perdurado a lo largo de la historia del cine. Bajo presupuesto no siempre ha sido sinónimo de mala calidad, recordemos que Últimatum a la Tierra también fue creada con escasos fondos y hoy día es considerada una obra maestra.
El cine B entró en un momento en el que el mundo acababa de dejar atrás las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y entraba en la Guerra Fría. A menudo las películas de marcianos servían como propaganda anticomunista; la trama de las mismas advertía de estar atentos a los peligros desconocidos del exterior, cuyo único objetivo era el de eliminar nuestro status quo.
Adolescentes invasores
Un grupo de extraterrestres llega a la Tierra con la intención de utilizar el planeta como granja para una espécie de monstruos gigantes, ya que las condiciones atmosféricas son las óptimas. Uno de ellos parece preocuparse por la suerte que correrán los habitantes ante su creación, y decide traicionar a sus compañeros y huir para avisar a los humanos.
Derek, retenido por Thor tras desertar.
El líder del grupo, Thor, recibe órdenes de matar al desertos si realmente se pone en peligro la atención. Mientras, Derek (que así se llama el fugitivo) llega hasta la casa de Betty y su abuelo Joe. Casualmente, en su casa hay una habitación disponible para alquilar y Derek, haciéndose pasar por extranjero, se queda allí.
Pobre en recursos, rico en ideas
Detrás de este título, y el de muchos otros de serie B, se encuentra Tom Graeff, un director que también sufrió el síndrome de Ed Wood de no contar con el respaldo de una gran productora a pesar de tener grandes ideas, y que al final quedan plasmadas de forma pobre o demasiado extraña. Un hombre con mucha imaginación y poco talento, Graeff tenía, además, ciertos problemas mentales; hasta tal punto que se suicidó en 1971.
Efectivamente, los efectos especiales cutres (¡la sombra de una langosta como monstruo gigante!) son el plato fuerte de esta producción. Una verdadera lástima, ya que la idea original tenía mucho potencial y prometía un buen espectáculo, que acabó en lo que podemos ver. Sin embargo, como metraje histórico, merece la pena verse. Al menos, para echarse unas risas.
¿Sabías que la película se financió con aportaciones de los propios actores?
James Ruthven
Cinéfilo en extremos. Estudiante de traducción. Una vez ví un dirigible. Me convirtieron en grillo. Y mejoré...