Críticas exprés: Sofía / Alma y cuerpo / Galletas / FlamencoMadrid 2016 / Lorenzaccio

Publicado el 19 junio 2016 por Universo De A @UniversodeA

En la última crítica que escribí sobre los teatros del ayuntamiento, ya comentaba que: “El Teatro Español está a punto de cerrar la temporada en la Sala Margarita Xirgu (la antigua sala pequeña) con “Sofía” (que intentaré ir a ver); ahora, con el cese definitivo de Pérez de la Fuente, queda la incógnita, que con este último montaje se descubrirá, de si hicieron bien o mal” y “En cualquier caso, y como yo no juzgo sin antes conocer, mantengo la pregunta: ¿será “Sofía” la expiación o la condena definitiva de Pérez de la Fuente?, espero responder a tal cuestión próximamente”… e irónicamente, puede que esa obra sea la mejor explicación de lo que ha pasado finalmente… pero dejemos eso para la crítica.

En realidad, las obras con las que se cierra la temporada en todos los teatros municipales, son el símbolo perfecto de la gestión del director.

En cualquier caso, llegados al final definitivo de la etapa de Pérez de la Fuente en el Español (y dejando de lado que el proceder para llevarla a cabo haya sido cuanto menos cuestionable, e incluso calificado de mobbing, por más de un medio, y también por mí… otro escándalo más, otro espectacular culebrón que, y parece algo frecuente, hace que lo que pase fuera de las tablas sea más dramático que lo que pasa encima de ellas) parece el momento perfecto para reflexionar lo que nos ha dejado, los pros y los contras de su gestión (como también hice con otros como Gerard Mortier, por otra parte), todo ello valorado de una forma genérica y sin concretar:

PROS:

-Múltiples actividades culturales (exposiciones, encuentros, visitas teatralizadas… etc) que hacían que la actividad teatral fuera más allá del escenario, dando su sentido al teatro público.

CONTRAS:

-Pésimas elecciones en todos los aspectos (artísticas, producciones terribles, desorganización… etc).

En definitiva, tal vez Pérez de la Fuente se haya revelado como un aceptable gestor cultural, y si sólo se hubiese ocupado de todo lo que no estaba relacionado con el escenario, probablemente hubiese hecho un trabajo respetable… pero desgraciadamente no fue así, y, si analizamos todo aquello que se ha estrenado en el tiempo en el que él ha dirigido los teatros del ayuntamiento, la valoración es necesariamente mala… en realidad, lo dicho, irónicamente, las obras que cierran la temporada son un perfecto retrato de la gestión de Pérez de la Fuente: dos desastres absolutos en el Español; otra vergüenza ajena de Facal en el Matadero, pero una buena también en la otra sala de allí; y dos cosas bastante buenas en el Fernán Gómez… yo veo un promedio más bien malo, y más, en los teatros históricos, cosa que no debería suceder.

En realidad, si nos fijamos, una vez más, como ya he dicho muchas veces, lo que se ve en todo esto, es que claramente Pérez de la Fuente carece de la capacidad para elegir a la gente adecuada para que trabaje con o para él, no es capaz de atisbar el talento artístico, y no puede ver más allá de sus propias narices… y hay demasiados montajes que prueban eso (y repeticiones de un mismo error, Facal montando dos obras en una misma temporada, por ejemplo), demasiados fracasos muy evidentes y estridentes como para obviarlos.

Sí, dije que “Sofía” condenaría o exoneraría a Pérez de la Fuente, y el veredicto es un claro “culpable”; tal vez las cosas no se hayan hecho bien de cara él (aunque él tampoco hizo muchas a nivel laboral, no olvidemos sus enchufismos descarados… así que tampoco se queje), pero no hay duda de que su salida de la dirección de los municipales era muy necesaria y lógica… aunque a ver por quien nos lo cambian, no creo que el remedio vaya a ser peor que la enfermedad, pero nunca se sabe… ya veremos, a la espera habrá que quedar, y será mejor tener esperanza.

Atención al público maravillosa. El texto del programa de mano es una vulgar autojustificación que va contra la propia obra porque demuestra que no ha logrado nada de lo que se propuso.

Cito literalmente el programa de mano: “Juan Carlos Pérez de la Fuente me preguntó: ¿somos capaces de hacer una obra de teatro sobre un personaje como la reina Sofía sin encharcarnos en la chismografía ni el habitual discurso sectario? y la respuesta a esa pregunta es, humildemente la obra que van ustedes a ver”, falso, pues la respuesta la tiene que dar el espectador (ya que la obra en sí misma, es parte de la pregunta), y mucho me temo que, como ya he dicho arriba cuando valoraba la gestión de Pérez de la Fuente al frente de los municipales, sólo se puede conseguir tal objetivo si se cuenta con la gente adecuada… y ese desde luego no es Ignacio García May; una vez más, Pérez de la Fuente confío un encargo, una idea interesante, a alguien que no lo merecía ni estaba a la altura… y así se demostró por milésima vez. Tal vez por eso “Sofía” sea un perfecto ejemplo de porque era lógica la caída de Pérez de la Fuente, pues se coge un tema con potencial, y llega un “artisto” que lo destruye hasta dejarlo irreconocible e inutilizable (algo que ha sucedido casi de forma constante, siendo los buenos resultados más una excepción que una regla).

-Sofía: lo peor de esta obra es que es mala por sí misma, ya sin entrar a valorar otras cuestiones, me explico, si fuera una ficción (y lo es, pero eso lo explico después) totalmente inventada, sería un mal espectáculo igualmente.

En cualquier caso, si hacemos balance de como queda doña Sofía, la valoración es mas bien negativa y tirando hacia la ideología republicana de una forma bastante clara.

El texto de García May es algo horroroso y esperpéntico, total y absolutamente indocumentado, plagado de tópicos, frívolo, carente de profundidad, que huye totalmente de la introspección psicológica y se dedica a contar anécdotas de muy dudosa veracidad, algunas directamente falsas (muchas de ellas están, por encima, sumamente manidas).

En realidad, lo peor de todo, es que se nota demasiado el desinterés, la desgana en escribir la obra, la poca o ninguna motivación que le producía a García May escribir sobre la actual Reina Madre de España, su incapacidad para dejarse fascinar por el personaje histórico, y en el texto se nota de una forma muy evidente que todo ha sido un encargo y una obligación (aunque es cierto que grandes genios de la historia han trabajado por ese procedimiento y han hecho maravillas… pero obviamente, García May no lo es).

Desde luego, no se puede tomar en serio ni a nivel biográfico ni histórico, para empezar porque parte de una ficción, y además, todo lo que se cuenta, que pueda ser ligeramente relacionado con hechos históricos que sucedieron, procede de una investigación extremadamente superficial que no habrá pasado de unos cuantos números de revistas de la prensa rosa… eso ya sin mencionar las leyendas urbanas absurdas, o las anécdotas manidas… en definitiva, no hay una auténtica investigación, una documentación, un intento serio por intentar acercarse a la figura de S.M. la Reina Madre doña Sofía.

De hecho, la verdad es que cualquier amante de la historia podría estar interrumpiendo la obra a cada frase que dice la actriz, puntualizando, corrigiendo, negando cosas… y eso siempre resulta muy pero que muy desagradable y frustrante… por tanto, y para evitar amargarse durante toda la representación, necesariamente hay que verla como una ficción total, con leves ramalazos que recuerdan a cosas que sucedieron, pero poco más.

Y como texto en sí mismo está absolutamente desordenado, es caótico y difícil de entender, confuso, incompleto… vamos que está muy mal; o sea que ni salvación narrativa tiene.

Todo ello sin mencionar que está plagado de repugnantes y anodinas opiniones personales, valoraciones propias, juicios de muy poca consistencia y totalmente subjetivos… pero sobre todo, una extrema ignorancia en general.

Tal vez por eso, García May, consciente de los enormes defectos de su texto, se dedica a mover a su actriz por todo el escenario desesperadamente, a que esta esté siempre haciendo algo, y tratar de que pase algo en todo momento para evitar el aburrimiento, ya sea a través de las luces o del sonido… pero el material del que se parte es tan pésimo, que difícilmente se puede distraer durante demasiado tiempo la atención del espectador en un barco que hace aguas por todas partes.

Respecto a la actriz única y principal, Victoria Salvador, la pobre mujer se esfuerza, desesperadamente, en defender a un personaje que hace aguas por todos los lados (aunque, y esto es importante decirlo, tampoco se molesta en imitar o interpretar a doña Sofía, en ningún momento ves a la Reina Madre española), intenta sostener lo insostenible desgañitándose con exasperación, y que un texto carente de verosimilitud (histórica o dramática) se mantenga… entabla cual Quijote contra los molinos una fiera, descomunal y desigual batalla… pero como el personaje de Cervantes, necesariamente tiene que perderla porque no tiene material con el que trabajar, sí, reconoces su trabajo y esfuerzo, pero también eres consciente de que, tristemente, no ha servido para nada, pues era una batalla perdida de antemano que no merecía la pena ser librada siquiera (pero de algo hay que comer, pensará con toda razón Salvador).

En definitiva “Sofía” es, sobre todo y ante todo, una ficción absoluta, y como tal debe verse y valorarse; siendo así, hay que juzgarla como obra dramática, y como tal hay que calificarla de desordenada, caótica y en última instancia pesada y absurda; en realidad, lo peor y lo más triste que se puede decir de esta producción es que lo único que podría impulsar a ir a verla (y aún así, se saldrá decepcionado) es el morbo que produce su temática; si no tuviera eso, carecería totalmente de interés, y aún teniendo eso, una vez vista, todo ese potencial interés se esfuma completamente; porque la realidad es que la obra es mala a todas luces y no creo que pueda contentar a nadie.

Muy buena atención al público. El programa de mano es la cursilada esperable.

Pessoa, el famoso escritor portugués, parafraseó un conocido dicho afirmando que “por la boca mueren el pez y Oscar Wilde”, pues bien, a esta frase permitidme que añada “y Carlota Ferrer también”; ¿qué quién es esta señorita?, pues veréis, quien siga con frecuencia este blog, tal vez recuerde que, previo al famoso asedio, fue una directora que acudió a este blog, en las irónicas palabras de uno de mis comentaristas “agraviada”, por una crítica que hice de una obra que dirigió y en la que, curiosamente, a ella era a la única a la que dejaba mínimamente bien; ahora, me gustaría citar algunas de las palabras que ella me dirigió en su comentario, recordémoslas (todo ello lo podéis consultar, en cualquier caso, aquí al completo):

“Soy Carlota Ferrer directora de Los nadadores nocturnos. Es gratis criticar en un blog y es gratis ser un osado descalificador, pero infórmate si quieres tener credibilidad (…)  la producción sale de mi bolsillo y del de José Manuel Mora (…) ninguna institución pública me ha dado de comer”.

Pues Carlota, bonita, preciosa, ya en su momento respondí como se merecía a tu osado comentario descalificador (qué ironía, ¿no?, me acusas de un comportamiento que tú misma adoptas, porque al contrario que tu texto, el mío sí estaba perfectamente argumentado… así que de descalificación nada, se llama crítica, a ver si aprendemos algo del tema que te va a venir muy bien… aunque tampoco creo que tengas esa capacidad), e incluso otro comentarista no dudó en hablar de “todas estas obras que no son mas que refugio de vividores. Que si siguen existiendo es normalmente por estar subvencionadas, ya sea directamente o por los cientos de subterfugios que conocemos todos”… pero ahora, señorita Ferrer, eres tú quien pierdes la poca credibilidad que podrías tener (si es que alguna vez la tuviste, porque del Matadero fuisteis con la obra a La abadía, ¡fíjate tú que casualidad!, otro teatro semipúblico), porque ¿ahora también vas a pretender afirmar que estás dirigiendo una obra en la sala principal del Español con tus ahorrillos de las propinas, o de la comunión, que te han dado de sí para contratar a actrices consagradas, con cierto caché como Silvia Abascal o Irene Escolar?, ¿y también vas a taquilla esta vez?, ¡será toda una novedad histórica para el Teatro Español!… Carlotilla, tu versión no se sostiene… y lo que es más intrigante, ¿cómo has llegado de la noche a la mañana a un sitio tan importante y relevante dentro de la escena nacional?, ¿ha sido por tu talento?, puede ser, ¿pero tú talento para qué Carlotita?, ¿me lo quieres responder en otro comentario?… ciertamente es gratis criticar en un blog, yo no me lucro con ello, nada gano ni nada pierdo… pero tú sí que has ganado mucho (a todos los niveles), y cabría preguntarse cómo y porqué (desde luego, hay algo que está muy claro, no es por tus méritos ni tus capacidades artísticas)… parece que una institución pública ha hecho mucho más por ti que darte de comer… y para eso no hace falta informarse mucho, a la vista está, “blanco y en botella… leche”; no es una osada descalificación amiga mía, se llama “verdad”, otra cosa es que quieras oírla, o en este caso, leerla.

-Alma y cuerpo: ¡Ah!, ya he dicho muchas veces en este artículo (y también en el resto del blog), que si le encargas algo a alguien mediocre, que no está a la altura, o no tiene talento, pues nada bueno puede hacer y sólo repite las mismas estupideces que ya ha hecho… bien, pues he decidido convertir mi hipótesis en tesis recuperando algunas de las cosas que dije sobre “Los nadadores nocturnos” que se pueden aplicar totalmente a esta nueva producción cuya directora y dramaturgo son los mismos, pues evidentemente, no se puede esperar novedad de quien no tiene capacidades creativas, y lo que se ha dicho para lo anterior, también vale para esto:

“Cursilada monumental, todo un elogio a la vanidad y la egolatría del autor”.

“Ha llegado a los escenarios de un TEATRO PÚBLICO, seguramente con cualquier tipo de SUBVENCIÓN que pagamos todos”.

“Pero una de las cosas que más me enerva es que parece haberse creído que porque haya leído cuatro libros resulta que (…) va de culto por la vida, considerando que abre nuevos horizontes en el arte….”.

“A continuación ya se empieza a volver insoportable (y es que esta representación está necesariamente destinada a ser corta, es imposible aguantar esto mucho tiempo)”.

“En realidad, uno se acaba dando cuenta de que la historia hubiera sido interesante bien escrita y planteada de otra manera (…) hasta cierto punto resulta interesante, y planteado con una narrativa clásica hasta podría haber funcionado, e incluso ser una obra dramática muy buena (pero por supuesto, el autor, como persona que está por encima del bien y del mal, también está por encima de eso de usar esa chorrada de esquema que funciona desde hace siglos de introducción-nudo-desenlace; él es así de moderno y además está haciendo algo que nuuuunca jamás de los nunca jamases se ha hecho, ¡pero nunca!, aún llegaré más lejos, sería superoriginal y super-nunca-megavisto-de-la-muerte si no fuera por todos los anteriores que hicieron exactamente lo mismo, mil veces, y mucho antes que él)”.

“En definitiva, en otro caso quizás diría que es vulgar, pero es que esta obra ni siquiera logra eso, porque lo que destaca principalmente de ella es lo profundamente pretenciosa y cursi que es, quizás esta última palabra sea lo que mejor la defina”.

Lo sé, ¡qué viva el reciclaje!, me entran ganas de hacer todas las críticas así, construirlas a través de copia y pega de anteriores publicaciones, y quedarme tan ancho, pues al fin y al cabo, los “artistos” siempre hacen lo mismo… ¡oh!, ¡a quién voy a engañar, con lo que disfruto yo escribiendo las críticas!.

Pues lo dicho, este programa de “Alma y cuerpo” que estaba compuesto por dos obras, yo sólo fui a la primera “La habitación luminosa”, y a pesar de darme pena porque sabía que no volvería a la sala principal del Español en un tiempo… me prometí no regresar a ver la segunda parte aunque me matara el deseo de volver a estar en tan histórico lugar, ¡ni loco, ni muerto, ni borracho!.

¿La razón?, yo creo que es suficiente con decir que la representación dura apenas una hora, y estás deseando morir todo el rato (bueno, en realidad lo haces… pero de aburrimiento)… piensas durante todo el tiempo que total es una hora, que no puede tardar mucho más, que tanto da resistir un poco más… pero los minutos se vuelven días y los segundos horas, y da la impresión de que eso no se acaba nunca, que tu reloj se ha parado porque la aguja no avanza de ninguna manera, hasta casi te entra la risita histérica, especialmente cuando oyes el siguiente diálogo (creo recordar): “¿cuánto tiempo llevamos aquí?, una eternidad”… joder, que me vas a contar.

En definitiva, la experiencia de acudir a esta obra se podría calificar como una total y absoluta pesadilla, ¿pero cómo iba a ser de otro modo?: un dramaturgo como José Manuel Mora que no sabe hacer textos propios para cuanto más usar los de los demás (los cuales ni siquiera comprende para cuanto más); una directora como Carlota Ferrer que se crece y se ve totalmente sobrepasada por el presupuesto, así que se dedica a hacer unas extravagancias ridículas y absurdas (y demuestra definitivamente su falta de talento), y sobre todo, terriblemente cursis (fíjate, una de las cosas que no puedo repetir de mi crítica anterior es la de: “la dirección de escena, es quizás lo mejor, consigue que la obra parezca algo menos aburrida de maneras medianamente ingeniosas con la escenografía, no es que tenga mucho sentido, pero buscárselo a esta obra sería como buscar los tres pies al gato”… porque aquí la obra es aburrida a más no poder, total e irremisiblemente), sin mencionar unos errores de novata de auténtica vergüenza ajena (la mayor parte del auditorio, que subiera de los primeros palcos, perdería una parte importante de la escenografía porque a la señorita Ferrer le dio por imponer un tonto telón para crear una geometría en el escenario de lo más innecesaria), demostrando definitivamente una total falta de talento que se disfraza con métodos muy espectaculares y artificiosos pero que, siendo francos, no engañan a nadie.

Por su parte, el reparto artístico es bastante desastroso, pero también estaban muy mal dirigidos; habrá que referenciar a las conocidas, que no hacen nada que no las hayamos visto hacer antes: Abascal con su eterna mustia melancolía que se repite hasta la extenuación, haga sol o nieve; y Escolar con su descarada sobreactuación, probablemente proveniente de una gran escasez de experiencia vital y falta de observación del mundo real.

Concluyo haciendo una extraña analogía: cuando Ana Bolena fue coronada, el pueblo inglés no salió a ver a la nueva monarca impuesta por Enrique VIII porque no la consideraban como tal; y cuando Mora y Ferrer estrenaron en la sala principal del Español, impuestos por Pérez de la Fuente, todo el mundo pasó del tema porque ya se veía que era una mierda (que ironía, algo que fascina especialmente a Mora) y el teatro estaba casi totalmente vacío (y los pocos que había no paraban de hacer todo tipo de síntomas de aburrimiento: desde el bostezo no disimulado hasta la revisión concienzuda del móvil)… ya ves, a veces, sólo a veces, a cada cual se le pone en el lugar que le corresponde.

Una vez más, y no es sorpresa, la que bien podría ser calificada de la hermana pequeña, o incluso fea, de los municipales, cierra temporada mucho mejor que sus compañeras más históricas y prestigiosas… ¡es lo que hay!, y una de las grandes ironías de la gestión de Pérez de la Fuente, las que se suponían debían ser mayores y mejores inversiones resultan ser fracasos, y los proyectos más, digamos modestos, acaban resultando bien en muchos casos… fascinante y curioso a partes iguales.

Programa de mano aceptable (muy autolaudatorio), atención al público por lo general excelente, familiar y sumamente agradable… si es que no te toca quién yo me sé y tiene el día… porque entonces, mejor no hablar.

-Galletas: cuando entré a ver la obra, apenas tuve tiempo de mirar el programa de mano, por eso lo hice cuando salí… y menuda sorpresa.

Ninguno de los actores me había gustado demasiado, y muy especialmente, uno en concreto me había horrorizado y tenía claro que iba a ponerlo verde; sin embargo, me habían gustado tanto el texto como la dirección… ¡imagínate la sorpresa al descubrir que los tres últimos eran la misma persona: Antonio Zancada!.

Quizás la lección a aprender resida en que hay que saber para qué se vale y para qué no, cuales son tus virtudes y defectos, qué cualidades vale la pena potenciar y en cuales vas más bien flojo… así, Antonio Zancada crea un texto que es una sucesión de divertidísimos y muy afortunados sketches, que si bien en su conjunto no llegan a ser de una originalidad extrema ni una obra maestra, pues en el fondo no son originales ni algo que nunca se haya visto antes en ningún sentido; cierto es que son muy cómicos, funcionan muy bien, y que es un tipo de sentido del humor (absurdo en general) que a mí en particular me divierte mucho… francamente, considero que el escrito de Zancada es realmente bueno, con mucho humor y momentos realmente ingeniosos, aunque no pueda aspirar a ser algo genial.

Como director, Zancada también hace un buen trabajo: sabe darle el ritmo necesario a su texto para que dé resultado (algo especialmente difícil cuando nos hallamos ante más de una hora de sketches, lo cual fácilmente puede cansar); sus elecciones estéticas son de lo más agradables y encantadoras… la verdad es que todo lo que vemos en escena resulta grato.

Hasta que llega el momento de hablar de los actores, pues ahí, la cosa ya falla por todos los lados, pues, indudablemente, ni hubo una buena selección de reparto (pero teniendo en cuenta que una de ellos es su hermana, otro es él, y son cuatro en total… bueno, podemos imaginar que no hubo muchas dificultades en el proceso de selección, ni los típicos trescientos curriculums de Infojobs) ni una buena dirección de este (no se consigue suficiente versatilidad por parte de los actores, se nota una complacencia absoluta y dejarles hacer lo que quieran…); todo ello sin mencionar que Antonio Zancada es un actor pésimo, afeminado y amanerado, que no hay quién se crea en un papel que no sea de el de loca supergay (sin mencionar que, francamente; no creo que sea coincidencia que su partenaire masculino, Ramón Moreno, se pase una importante parte de la función con el pecho al descubierto; o que, aunque se toca el tema de la pareja homosexual múltiples veces, sólo aparecen de tipo masculino, nunca femenino).

Y es una pena, porque la obra, pudo haber sido magnífica (dentro de las limitaciones del texto) si se hubiera hecho de otro modo y con otra gente… supongo que la lección a aprender es que Zancada debería entender que si bien, sí vale para escribir y dirigir; ni la selección de personal, ni la interpretación es lo suyo… y siendo así, ¿por qué estropear tu propio producto?… lo dicho, es una pena, sobre todo porque él tiene un potencial que podría sacar adelante si va por el camino adecuado y no se mete en innecesarias camisas de once varas… cierto a veces queremos y creemos tener capacidad para todo, pero como se suele decir, nunca hay que confundir la pasión con el talento.

En fin, lo dicho: texto muy divertido aunque no brillante, en el que te reirás a carcajada limpia en muchas ocasiones; buena dirección que crea un ambiente sumamente agradable y estético; actores pésimos que confunden comedia con sobreactuación, pues son incapaces de creerse ni uno de los múltiples personajes que interpretan y que, de no ser por todo lo anteriormente dicho, hundirían la función sin remisión.

En definitiva, por mi parte sólo puedo recomendarla, muy especialmente si te va el humor absurdo, el propio programa de mano la define bien “provocando (…) la risa, una que perdura hasta después de la representación con ese “darse cuenta” de todo lo que se ha visto”… concluyendo: ¡diversión asegurada!.

Sin duda el Fernán Gómez ha encontrado un gran filón en los festivales musicales, tras los éxitos de los de Gospelmúsica trascendental esta misma temporada… y no hay duda de que aquel del que voy a hacer la crítica sería algo sublime, absolutamente triunfal… si estuviese bien organizado (de hecho, si no fuera por ciertas cosas que mencionaré, se hubiera merecido, con todos los honores, una crítica completa y un artículo para él solo).

Y es que algunas cosas son bastante desastrosas, aunque en cierto modo, también muy españolas, muy typical spanish; y ya no me refiero al hecho de que casi ningún espectáculo consiga empezar a la hora en punto; sino a los falsos encuentros con el público que se convierten en un vulgar photocall de fans con los artistas y que no aportan nada porque no están organizados como es debido (aunque ya sabemos, que en el caso de los municipales,  ni estando moderados necesariamente salen bien…); las clases magistrales que resultan algo penoso porque ni se hacen en un sitio acondicionado, ni los artistas están preparados para darlas (¡nadie gestiona eso!, unos las cobran y otros no… que mal) y se respira un caos absoluto… etc.

Bien es cierto que ha habido un gran esfuerzo para preparar este evento y que sea algo grande, a parte de lo anteriormente dicho: tenemos una preciosa exposición de vestuario que hará las delicias de todos los que vayan tiempo antes de la función (y recomiendo hacerlo porque se crean muchas colas), y otra (un poco falsa) de fotografía en el Café Colón; sin mencionar un montón de espectáculos, algunos con grandes representantes del arte flamenco… aunque también en eso está el gran fallo del festival: en la inexistencia de un bono para poder acudir a la mayor parte de los conciertos, pues, aunque por separado no resultan carísimos e inaccesibles (la mayoría están por los 19 euros sino más barato en algún caso), cierto es que cuando vas a más de uno, comienzas a notar un agujero importante en el bolsillo… y yo creo que el teatro hubiera ganado muchísimo más con un bono para poder ir a múltiples conciertos, de modo que se hubieran asegurado un ingreso seguro, y para los espectadores sería mucho más cómodo.

Por lo demás el público disfruta mucho de los conciertos, y una vez más, se puede decir que se puede ver el “typical spanish” en algo que S.M. el Rey padre, don Juan Carlos I, definió muy acertadamente como nuestra mayor virtud y nuestro mayor defecto: la pasión; y es que estos conciertos se viven totalmente, ¡olvidaos de formalismos, de guardar la compostura!, aquí la gente palmea, aplaude, grita “olé”, e incluso anima a los artistas… algo que yo, si bien en otros contextos hubiera juzgado fuera de lugar, en este me encanta y logra que me introduzca mucho mejor en el ambiente… todo muy castizo (de hecho, hasta cambiaron la locución previa, y la hace alguien con acento andaluz, ¡qué espléndido detalle!).

Como curiosidad decir también, que a pesar de que no es habitual, no hay demasiado público extranjero, y los fans del flamenco claramente están acudiendo, confirmando por tanto la calidad de este festival.

Aunque no hay duda de que junio es el mes flamenco en la capital del Reino: entre este festival y el evento de Suma Flamenca… ¡no paramos de zapatear!.

Respecto a la atención al público por lo general excelente, familiar y sumamente agradable… si es que no te toca quién yo me sé y tiene el día… porque entonces, mejor no hablar.

-FlamencoMadrid 2016: tal vez debería hacer una crítica separada de cada concierto, pero ni soy tan brillante especialista, ni creo que tenga mayor utilidad, teniendo en cuenta que no se repiten. Por otro lado, seguramente seguiré actualizando este artículo hasta que acabe el festival (si vuelvo), por si tengo más cosas que decir, añadir o cambiar de opinión respecto algo.

A decir verdad, diría que los mejores conciertos han sido al principio; y aunque hay una cierta desigualdad, mi promedio general hasta el momento, es que es de una buena calidad, de una cuidada selección de artistas que por lo general, resulta sumamente acertada (aunque algunos casos sí que te preguntas que coño pintan ahí); me parece por tanto, un buen reflejo del arte flamenco en nuestro país, con su pasado, su presente, y sus atisbos de futuro; una excelente combinación de danza y canto en la que se intenta compaginar todo lo posible para obtener un buen reflejo de este arte tan patrio.

No puedo tampoco dejar de comentar que me ha alegrado mucho descubrir que, algo que había criticado y protestado muchas veces en los anteriores festivales musicales, en esta ocasión se ha hecho bien: pues sí existe un gran cuidado técnico, y el sonido no se distorsiona, no suena excesivamente alto, ni pasan cosas raras con la música como sí había sucedido en casos anteriores… gran trabajo con el sonido, y todo un alivio para los oídos del espectador.

En definitiva, no hay duda, aunque tenga sus defectos (comentados anteriormente) y su desarrollo no necesariamente sea muy allá; el festival “FlamencoMadrid 2016” es una gran idea y un éxito que está potencialmente llamado a convertirse en el festival por antonomasia de este género musical… realmente podría llegar a ser algo muy grande, ¿lo conseguirá?, no niego que a mí me gustaría que sí.

Bueno, pues si no tuviésemos suficiente con los “artistos” españoles, ahora también vienen los franceses… supongo que el consuelo de todo esto, es que después de todo, pretendidos aspirantes a genios que se crean que han hecho la mayor creación de la historia del arte, no sólo los hay en España, y es una plaga que también sufren otros países.

Sin embargo, reconozco que he de alabar esta iniciativa de la Compañía nacional de teatro clásico (que tantísimo y tan descaradamente presume siempre en su programación de estar en gira por todos los sitios) de traernos otras obras extranjeras… bien es cierto que no faltan de este tipo en los teatros (musicales especialmente), pero así, tal cual, en su versión absolutamente original, como se representó por primera vez en el lugar que se hizo… eso no hay tantas oportunidades de verlo a menos que te desplaces. Todo un placer (a pesar del mal resultado que ya comentaré en la crítica) viajar a Francia sin moverse del encantador Teatro de la Comedia.

Programa de mano bastante interesante. Atención al público muy buena.

-Lorenzaccio: esta obra es una hija de su tiempo, y tal vez por eso no ha envejecido todo lo bien que hubiera podido hacerlo, quizás por ello no ha adquirido la pátina, el lustre que tienen todos los grandes clásicos que poco tardan en ser internacionales pues su mensaje es universal.

No voy a decir que la obra de Alfred de Musset no tenga grandes temas, momentos o frases espectaculares… pero sí diré que es demasiado evidente cuándo fue escrita y con qué propósito… en definitiva, no es capaz de escapar del periodo histórico (reinado de Luis Felipe I de Francia, siglo XIX) para el que fue concebida y tampoco puede ser comprendida de otro modo (es más, en muchos aspectos, suena terriblemente a ópera decimonónica, no resultaría nada difícil que un compositor de la época creara una adaptación, pues lo tiene todo para ello… lo que significa que forma parte de un tipo de teatro muy definido y con una estructura que respondía a la moda de su tiempo).

Así, lo dicho, el texto resulta muy desigual, pues tiene momentos muy buenos… pero en otros cae en picado y resulta sumamente forzado para nuestros días.

Y con eso se acaban las alabanzas.

Las casi dos horas y media que dura la función, a menos que se lleven con mucha, pero que mucha paciencia, pueden llegar a resultar realmente difíciles de soportar (es más, varias personas del público se fueron en distintos momentos de la representación); ello se debe a que la directora Catherine Marnas, se empeña en hacer su versión, su creación, en estar por encima del clásico, y decidir lo que es y lo que no es… y claro, se produce el predecible desastre; todas sus elecciones son una pesadilla: el montaje, la dirección de actores, la estética en general (decorados, vestuario… uff, que horror)… la verdad es que llega a resultar una obra desagradable de ver.

Por su parte, los actores, claramente mal dirigidos y constreñidos por una directora que se ha creído la mayor mente privilegiada que ha habido jamás, se dedican a sobreactuar, ser incapaces de naturalizar unos movimientos de escena absolutamente imposibles, y a soltar su texto de formas realmente espantosas y horrorosas.

Sin embargo, como detalle bonito a comentar, decir que, aunque la obra está al completo en versión original en francés (pero subtitulada, tranquilos), como gesto hacia el público español, el actor protagonista, Vincent Dissez dice alguna que otra frase en castellano.

En definitiva, el único motivo que yo veo por el que pueda merecer la pena acudir a ver esta obra, que cierra infortunadamente la temporada de la CNTC, es poder descubrir lo que se hace en el teatro extranjero, y profundizar en la cultura francesa… porque, por lo demás, es la típica artistada tontería con pretensiones ultramodernas y vanguardistas que, de haber sido producción española, hubiera puesto a caer de un burro sin piedad ni compasión.