Críticas express: Como si pasara un tren / El público / El lenguaje de tus ojos o el príncipe travestido

Publicado el 28 marzo 2015 por Universo De A @UniversodeA

No ha habido manera de publicar antes, últimamente no tengo tiempo para nada… y menos que voy a tener, la vida a veces es así… menos mal que tengo entradas programadas por un tubo para cubrir bastantes meses.

Así pues, aunque las críticas no llegan para su tiempo en Madrid, sí que serán útiles si salen de gira; y en todo caso, siempre es un histórico de este blog.

-Como si pasara un tren: la historia de la que se parte ya no es muy original, cualquier película de sobremesa de Antena 3 de sábado por la tarde las trata parecidas; por lo tanto, la única manera de que esta obra fuera un triunfo era con un texto impecable que consiguiera darle un tratamiento original e interesante… no fue así.

El texto es tópico y típico, mal estructurado, con personajes estereotipados y sacados de un arquetipo ya demasiado trillado; no hay sorpresa, y si la hay, es negativa, por lo mal que se resuelve en el argumento.

Es posible que la dirección sea lo mejor de la producción, aunque tampoco hace nada excepcional, pero ya se sabe que “en el país de los ciegos el tuerto es el rey”. Por otro lado, el simplismo de la puesta en escena no la beneficia en absoluto.

En el fondo, esta es una de esas obras muy de actores, muy especialmente porque, dado que no hay un texto profundo, les toca muy en parte a ellos salvar la función… pero va a ser que tampoco.

La única medianamente admisible, pues consigue dar cierta verosimilitud a su personaje debido a su gran naturalidad es Marina Salas; por su parte, la interpretación de Carlos Guerrero es muy obvia; y María Morales parece que esté siguiendo las pautas de una receta, punto por punto, resultando de lo más afectada.

El conjunto es, en definitiva, regular tirando a mal. Aprobado raspado, por ser generosos.

Por otra parte la atención al público en el teatro Español es tan excelente como siempre.

-El público: ¡la venganza post-mortem de Mortier!, pues él bien podría parafrasear la famosa frase histórica “volveré y seré millones” por “¡volveré y tiraré millones de euros españoles!”; no hay duda alguna, los belgas ya han vengado a través del antiguo director artístico del Teatro Real todas las afrentas que los tercios españoles pudieran haber hecho en su territorio.

Vamos que, apenas retocando la primera canción del musical de “Los productores”, podemos dar una idea justa de lo que es asistir a “El público”: “¡lo ha conseguido otra vez, lo ha conseguido otra vez!, ¡Gerard Mortier lo ha conseguido otra vez!; es increíble, es inconcebible, ¿pero como lo hace?… ¡es la peor obra de la ciudad! (…) querríamos levantarnos y abuchear, ¡hemos visto mierdas… pero ninguna peor que esta!”… etc.

Gerar Mortier ha vuelto, ¡pero vamos si ha vuelto!, “El público” ha sido su definitivo canto de cisne (bueno, ya veremos, que aún queda por estrenar “La ciudad de las mentiras”, ¡Madre del amor hermoso la que nos espera!, y que, aunque no creo que pueda ser peor que el último estreno mundial del Real, Mortier siempre consigue sorprendernos); un canto no bello, como de costumbre, sino extremadamente poco armonioso y desafinado; ya lo he dicho varias veces, cada vez aprecio más a Matabosch en su nuevo puesto (incluso cuando la atención al espectador deje bastante que desear) y creo que cada vez me voy a confirmar más en esa opinión, puesto que “El público” me ha traído terribles recuerdos de los bodrios que he llegado a tener que aguantar en este teatro, y las cosas completamente insufribles que hemos llegado a tener que soportar.

Pero no hay duda alguna, “El público” es la culminación de todas, es algo tan horrendo, tan espantoso, que sería muy difícil describirlo; pero vamos a intentarlo, y aún con todo, por mucho que diga, y haga esfuerzos titánicos para conseguir aproximarme a la experiencia que supone ver esta ópera, será imposible que consiga plasmar lo horrible que es este espectáculo.

Por supuesto no tiene historia, ¿argumento?, ¿qué es eso?, ¿para qué?, ¿tiene acaso alguna utilidad?, ¿¡qué tontería, no!?; así pues, el libreto es una serie de frases sin hilar, inconexas, incoherentes… vamos, que no tardas en entender porque Lorca quiso que sus abocetamientos (que son los que conservamos) de la obra definitiva fueran quemados, ¡ojalá respetásemos más a menudo la voluntad de los artistas y no nos dejásemos cegar por sus nombres!.

En cuanto a la música… ah, ¿pero hay tal cosa?; supongo que sí porque en el programa pone que es una ópera, y hay una orquesta en el foso, además una serie de gente en el escenario sacan sonidos extraños por sus bocas… en fin, habrá que creerse que eso que nos pretende vender Mauricio Sotelo es música.

Y ya no quiero hablar de todo lo que se ve en escena porque la palabra “vomitivo” e “insufrible” se quedan cortas como descripción aproximada; pero tampoco hay material para hacer nada mejor, para que nos vamos a engañar.

En realidad, lo que mejor ilustra la calidad del espectáculo, no es este en sí, sino las circunstancias a su alrededor:

-Una crítica dividida que tiene pánico de quedar de retrógrada, y aunque lo que ve le parece realmente una mierda, por lo tanto, y como no pueden escribir eso (¡seguro que a veces desearían tener un blog como este! jajajaja) dan críticas desiguales con un poco de cal y otra de arena para no quedar mal.

-El público habitual del Real, que ya se imagina el cataclismo, ni se molesta en acudir (y por eso -al menos en mi función- al final la ópera no recibe los merecidos y lógicos abucheos brutales); y el ambiente cambia radicalmente (en todos los sentidos), lo que se nota, no ya sólo en un vestir mucho más informal; sino en que la comunidad gay se lanza a defender lo suyo como si no hubiera mañana (pobres inocentones, lo que tuvieron que aguantar, siempre les meten de cada una doblada en este teatro…), al igual que hicieron con “Brokeback mountain” o “Muerte en Venecia”, en esta misma temporada. No en vano, parece que Mortier sólo sabe programar sus propios intereses y defender lo que a él le conviene; tiene gracia de que se quejara de que no había nadie con sus miras artísticas, puesto que parece que él fue incapaz de ver alguna que no fuera la suya propia.

-Un público que sale despavorido tras el primer acto; y al que los guardarroperos (tan ineficaces como es habitual) no les extraña nada que les pidan las prendas para poder irse tras el descanso, ni siquiera una mueca de sorpresa, saben lo que hay. Y es así como, el ya medio vacío teatro se convierte casi en algo íntimo, a pesar del colosal espacio, por las pocas personas que quedan en la sala. Hasta el día de hoy jamás me he salido de ningún espectáculo, pero juro que si había uno del que hacerlo, era este, aún no me explico porque aguanté.

Lo más triste de todo, es que este es otro nuevo caso que ilustra lo más bien poco afortunados que han sido los estrenos mundiales del Real (ejemplos anteriores han sido “The perfect american” o “Brokeback mountain”); en alguna ocasión he planteado el tema de los logros para el Real de Mortier… pero francamente, cada vez llego más a la conclusión de que prefiero menos vanguardia y renombre mundial, y más que el espectáculo me guste y quiera aplaudir al final, al fin y al cabo, para eso vamos al teatro, ¿no?.

Lo único destacable fue Pablo Heras-Casado, que, al contrario que Ivor Bolton, sí ha aprovechado su primera oportunidad en el Real y ha conseguido destacar para muy bien… ya hemos dicho que había puesto un pie muy firmemente en el regio teatro, y con franqueza, estoy deseando saber más de él.

La atención al público, como siempre, bastante pésima.

Para finalizar, voy a comentar algo de la temporada 2015-2016 pues ya salió; en ella se ven grandes títulos que sin duda cambiaran las tornas de la envenenada herencia de Mortier (que mal tiramos el dinero, de verdad) y muy probablemente se comiencen a vender butacas sin parar. Varios clásicos muy conocidos (alguno reaparece a pesar de no haber estado hace mucho), y compositores que son una apuesta segura, rellenarán una buena parte de la temporada… y además, quizás esta vez consigamos ver “La flauta mágica”, cosa que no pudo ser hace bien pocas temporadas.

-El lenguaje de tus ojos o el príncipe travestido: mezcla de cuento de hadas y comedia de enredos, esta obra es poco original y predecible. Aún así, podría ser muy buena, pero no está nada bien llevada por una dirección que no consigue embelesarnos, que es lo que tiene que conseguir cualquiera de estas narraciones.

Ninguno de los actores hace nada extremadamente destacable. Debido a su fama (por “La que se avecina”), parece necesario mencionar a la protagonista, Cristina Castaño, que, como siempre siempre sospeché, y definitivamente he confirmado, simplemente no sabe actuar (sin mencionar que tiene una voz muy mal modulada para el teatro); coló en “Pratos combinados”; empezó a impostar la voz de una forma insoportable en “Al salir de clase” (aunque luego lo volvió a corregir… menos mal); y en “La que se avecina” ya se vio definitivamente lo limitado de su registro. Juego, set, partido.

Por otro lado, la atención al público en las Naves del español es tan esmerada como es habitual.