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Critiquita 399: Los náufragos del Tiempo, P. Gillon y C. Forest, Glenat 2009-2010

Publicado el 24 enero 2014 por Lord_pengallan

Los náufragos del Tiempo es un clásico del cómic francés. Lo es por la popularidad que tuvo en su momento y porque es considerado el cenit del arte de unos de los mejores dibujantes realistas que ha visto el Cómic, P. Gillon, no por ser revolucionario, singular o una gran obra. Es así porque se creó para atraer al público adulto que pasaba del Cómic. Así pues, no se trataba de hacer un producto sofisticado formalmente o una rareza sino de ser sencillo y convencional. Como se deduce de su título es de Ciencia Ficción, la cual, como es francés, está más próxima a la Fantasía que a la anticipación pura y dura. Se ambienta 1000 años en el futuro (hoy unos pocos menos) y su protagonista es un hombre del presente de la obra (nuestro pasado) que fue hibernado para poder revertir la posible degeneración de la humanidad.
El guionista de los primeros nº es C. Forest, famoso por ser el creador de Barbarella, y eso se nota mucho. No le interesa el futuro, ni la tecnociencia, lo que le interesa es la relación entre los hombres y las mujeres desde un punto de vista masculino. Así pues, su futuro tiene muy poco de tecnológico y muy mucho de carne y sus historias son parábolas que hablan de la sociedad occidental de aquel momento, la de los 70, aunque la obra fue creada en 1964 no fue hasta 1974 que alcanzó su forma definitiva, la que con un nuevo color es la que podemos leer ahora. En aquella década Occidente estaba totalmente en crisis por la segunda ola de feminismo, la Crisis del Petróleo y la Guerra Fría. Aunque el 68 había fracasado, el cambio mental y mundial producido en los 60 era real de modo que los 70 fue una época en que Occidente tuvo que redefinirse a pesar de la resistencia conservadora que aún continúa haciéndolo. Esta sensación de fin del mundo planea en la serie, el futuro al que despierta el prota es apocalíptico, aunque lo que va a tratar Forest es una historia de inspiración folletinesca pues combina la aventura de entretenimiento con un cuadrilátero amoroso. El prota se debate entre la tríada tradicional femenina: la mujer puta, la mujer impuesta por la sociedad y la mujer elegida libremente por uno, las cuales tienen la misma cara porque por lo visto para Gillon la belleza es única. Las 3 le aman a su modo y él no sabe decidirse por una de ellas pues todas le atraen de algún modo. Así, sus historias hoy en día tienen un regusto machista (agravado por el erotismo del cómic y el hecho de que todos los hombres, excepto el protagonista, son feos y todas las mujeres jóvenes y hermosas).  
Critiquita 399: Los náufragos del Tiempo, P. Gillon y C. Forest, Glenat 2009-2010
C. Forest abandonó la serie en su 4º nº por desavenencias con Gillon. El motivo es claro: ambos son creadores muy diferentes. Forest es un tipo gracioso, hedonista y fantasioso preocupado por las relaciones heterosexuales en ese momento en crisis (cómo se debe tratar a la mujer moderna?), mientras que Gillon es un tipo grave, espartano y realista interesado por los problemas sociales. Las historias que cada uno que quería contar no eran conciliables. Así, C. Forest se marchó acabando con ello la considerada por los que leyeron esta serie en su época como la mejor etapa de la misma. Mi opinión es que eso es exagerado aunque se entiende porque la serie cambia bastante por lo que se puede ver como que la cosa se desvirtúa, pero desde luego el mejor episodio de la serie, "Universo caníbal" (en el volumen 2 de la edición española), pertenece a esta etapa. Humor, tragedia, acción y reflexión en el interior del aparato digestivo de un gusano cósmico.
Gillon se quedó en solitario y en cierta media eso, desde una perspectiva actual, le viene bien a la serie ya que prácticamente anula su machismo al eliminar rápidamente a la puta, una pena, y rebajar la importancia de la disputa romántica, que sobre todo era una pelea de gatas, así como el erotismo de la serie. Así, Los náufragos del Tiempo pasa a ser una historia clásica de aventuras con el típico aire grave y solemne de Gillon y un guión bastante sentencioso pues el dibujante es también un filósofo. El tema de esta parte es el heroísmo. Todavía es tiempo de héroes se pregunta Gillon a lo largo de su etapa, la cual tampoco deja de mirar a su presente como prueba que el final se sitúa en una Venecia en ruinas, nada de paisajes futuristas o lugares aún no conocidos por el Hombre. Aunque la serie degenera a partir de la marcha de C. Forest, a quien no hay que añorar mucho pues hay que reconocer que no podría haberlo evitado, la decadencia es algo muy humano, y que con él la serie también era algo indefinido y sin rumbo claro, sigue siendo bastante interesante. Lo más flojo es el final porque Gillon ya no tiene interés en la serie (3 años tardó en hacer el penúltimo episodio y 5 el último) y no sabía cómo terminarla pues nunca se la encaminó hacia un sitio. Por eso el fin de Los náufragos del Tiempo no resuelve nada, ni siquiera el único conflicto presente a lo largo de todo él: con qué mujer se queda el prota, aunque concluye que la humanidad nunca cambiará. Pero las 2 historias anteriores compuestas cada una por 2 episodios son entretenidas. La 2º, "El sello de Beselek" y "Ortomentas" (ambos forman el volumen 4 de la edición española), me parece casi a la altura de la del gusano. Gillon construye un mundo singular y atractivo y su historia de una revolución contra un poder religioso fanático es una lectura agradable.
Critiquita 399: Los náufragos del Tiempo, P. Gillon y C. Forest, Glenat 2009-2010
Gillon como dibujante hace en Los náufragos del Tiempo un trabajo mejor que como guionista. El francés fue un superdotado. Un dibujante realista magnífico con mucha personalidad, la cual se ve sobre todo en que su narrativa no tiene nada de francesa, un cómic de Gillon puede pasar fácilmente por estadounidense. Su estilo es claro, el dibujo se reduce a la silueta, pero usa la mancha, otra cosa que va en contra de lo habitual en el cómic francés. La línea, en el caso de Gillon finísima, define y la mancha da volumen y cierta tenebrosidad a las viñetas, cosa que en este caso encaja bastante bien con el tono de la serie. Sin embargo, Gillon no es un dibujante de Ciencia Ficción puesto que es realista, quizás por eso la biología y lo medieval es lo que predomina en su futuro. La tecnología que dibuja es ridícula. Sus naves parecen tostadoras más que otra cosa y, en general toda, su maquinaria parece primitiva, más de los 50 que de los 70 o del futuro. A pesar de eso,  la serie gana bastante en Ciencia Ficción con él en solitario. En todo lo demás Gillon hace un trabajo notable. Hace creíble, atractivo y singular el futuro gracias a unos diseños originales y verosímiles de inspiración oriental (al francés le atraía el Extremo Oriente) o decimonónica para arquitecturas y vestuario, excepto el de los trajes espaciales que son muy sesenteros, y hace visualmente atractivo al cómic gracias a la composición elegante de sus viñetas y un dibujo realista abracadabrante. El color oscuro y sobrio en el que predominan los ocres y los grises no es suyo y no está mal pero, como se puede comprobar, el dibujo de Gillon no lo necesitaba para nada.
Así pues, Los náufragos del Tiempo es un cómic singular con un extraordinario dibujo realista. Su historia es viejuna pero está bien contada, no hemos cambiado lo suficiente como para que su parábola ya no funcione y sigue siendo entretenida.  

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