Quizás recordáis que tras leer Lex Luthor, dada su calidad, me entró curiosidad por leer el Superman de Azarello. Al final gracias a la biblioteca de mi barrio he podido hacerlo.
Aunque esta minietapa, duró tan sólo un año, se apellida acertadamente Azzarello, no es un proyecto suyo. Es una idea de J. Lee que surge de su anhelo por dibujar un cómic que pase a la Historia. Para ello, como por experiencia sabe que guionizarlo está fuera de su alcance, hace todo lo posible por enrolar a guionistas notables a ver si paren alguna obra maestra. El pobre no cae en la cuenta de que con su dibujo difícilmente eso ocurrirá porque no da el nivel. Esto se ve muy bien en esta obra. Lo explicaré un poco más adelante. Así, J. Lee, deseoso por pasar a la Historia por ser el coautor de un clásico, no le valen ser el creador de un nefando estilo de dibujo superheorico y un buen editor, enroló a Azzarello para que hiciese lo que quisiese ya que su presencia aseguraba la rentabilidad del proyecto.
Ante esta tesitura Azzarello decidió hacer lo que quería sin importar si J. Lee sería capaz de seguirle. Esto fue una equivocación ya que un guionista nunca debe superar las limitadas habilidades de su dibujante. La decisión de Azzarello fue reflexionar sobre el aspecto divino de Superman con lo que eso supone de diálogos y momentos íntimos o introspectivos, que es justo lo que todos sabemos que el dibujante surcoreano no sabe hacer. Así, la obra se desarrolla torpemente, también porque es confusa, hasta llegar al clímax, en donde la violencia salva cual Superman a J. Lee y así deja de quedar en evidencia y la cosa termina mejor de lo que empezó.
En conjunto la minietapa es redonda. La historia está bien desarrollada en crescendo, aprovecha muy bien toda la mitología de Superman y concilia perfectamente lo industrial, lo sofisticado y lo singular. Esto último en su momento no se vio por su cadencia mensual y su ritmo lento, pero queda claro a partir del momento en que todo estalla. Sin embargo, fijándonos más vemos que Azzarello es confuso. No queda muy claro qué quería decir. Da vueltas entorno a ideas sin ser capaz de llegar a una conclusión o hilarlas en un discurso. El guionista quería plasmar lo que es ser una divinidad entre mortales sin serlo del todo y con problemas paternofiliales, algo que es muy viejo pues ese es un tema de Homero, en un mundo cristiano, pero no fue capaz de meterse en la piel de Superman. El otro gran fallo de Azzarello fue ignorar a J. Lee. A un dibujante que necesita del vestuario, del peinado y del color del pelo para que sus personajes se distingan no puedes meterle a hacer 1º planos, su cura y su Superman, los protas del relato, son indistinguibles en las cortas distancias porque ambos son jóvenes, morenos y llevan el pelo corto. El célebre caracolillo estaba para algo, si bien creo que es original del cpt. Marvel. A un dibujante que sólo sabe dibujar posturitas no le puedes meterle a representar conversaciones o momentos íntimos o introspectivos porque queda impostado y ridículo. A un dibujante incapaz de expresar emociones no puedes meterle a representar drama. Finalmente, a un dibujante que sólo es capaz de dibujar cuerpos idealizados de hombres musculosos y mujeres hiperfeminizadas no puedes meterle un montón personajes que son personas normales. En fin, lo último que puede dibujar J. Lee es a un cura con cáncer terminal y Azzarello se lo calza ya en la 5º viñeta mientras que hay que esperar hasta la 6º página para ver a Superman. Por otro lado, el cristianismo es demasiado real, aburrido y controvertido como para quedar bien en un género de acción escapista y fantástico. Así que ahí tampoco está muy fino Azzarello. Así pues, el trabajo del guionista tiene tantas luces como sombras.
Lo malo es que J. Lee sólo aporta sombras. Es un dibujante muy limitado y conservador, sabe hacer muy pocas cosas y nunca quiere innovar o hacer las cosas de forma diferente. No cree que ser variado y versátil es importante así que siempre va a piñón fijo. No le importa la época, el guión o su obra anterior a la hora de dibujar por lo que aquí no sólo ofrece un dibujo convencional y estereotipado que hunde toda pretensión de ser singular, sino también exhibe una incapacidad absoluta para lo que no es lo típico de los Superhéroes: conversación, sentimientos y reflexión, de tal modo que tampoco llega a buen puerto la parte discursiva, el fondo de la historia. El guión de Azzarello le supera tanto que cae en el ridículo muchas más veces de las que acierta. No obstante, hay que concederle al torpe de J. Lee que es valiente, ambicioso y que lo intenta. Por eso hace al final una de las pocas citas del mainstream a una Obra de Arte Universal.
Esta obra me la he leído en una nefasta edición, la única fácilmente encontrable hoy. Es un libro de bolsillo con lo que eso supone de reducción. Así que si les interesa el tema esperen a que ECC se digne a sacarlo de forma decente, es curioso que buscando historias unitarias de los iconos DC no haya aún editado esta, o busquen las algo viejas grapas de Planeta, la edición, más fiel al original de todas las que pueda haber en el futuro, o su posterior recopilación en tomo de tapa dura. Leer grapas en formato libro de bolsillo es un horror.
Así pues, esta minietapa, "Por el mañana", es una entretenida e interesante historia con ideas brillantes (la montaña Rhusmore viviente, lástima que no se la explote demasiado, o todo lo de la Zona Fantasma), pero Superman no es un personaje para Azzarello a pesar de que este lo intenta y J. Lee no es un dibujante para un cómic con aspiraciones. Por ello, aunque es una buena historia gracias a su intriga y su épica pelea final, "Por el mañana" está lejos de obras del guionista del mismo estilo: Banner!, con un vigoroso Corben es uno de los mejores cómics de Hulk publicados, y Lex Luthor.