Si bien las técnicas de estampación son milenarias en China y el grabado en madera (xilografía) se practicaba en Occidente desde finales de la Edad Media, la mayor dureza –y por tanto resistencia- de la piedra hará que la litografía (1796, Aloys Senefelder) revolucione la impresión de imágenes, permitiendo un aumento considerable de las tiradas y abaratando el producto final, favoreciendo de este modo su difusión a nivel popular.
Aunque la caricatura se había extendido gracias a la xilografía, la expansión de la litografía impulsa la edad de oro del género, que comienza en 1820, cuando aparecen la gala La caricature y la británica The Monthly Sheet of Caricatures, a la que sucederá Punch en 1841.
En 1817, el adolescente suizo Rodolphe Töpffer se inicia con su padre (pintor) en la técnica de la litografía que en los años 30 utilizará como base para sus cuadernillos de ilustraciones secuenciales que hoy se consideran los primeros cómics de la historia.
En 1837 Godefroy Engelmann inventó un sistema de litografíado a todo color al que denominó “cromolitografía”. Para conmemorar la Exposición Universal de París de 1867, Bognard Lithography editó la primera serie de pequeñas cromolitografías coleccionables –a las que pronto se conocerá aquí por el apócope de “cromos”- de que tenemos noticia, ilustrados con la imagen de los diferentes pabellones.
Chocolates Juncosa editó en los años 30 la colección Historia Natural, que incluía algún cromo con dinosaurios, como el nº 47 dedicado al iguanodonte.