Como sabemos, a veces, los cromos de la España de posguerra, más que divulgar, desinformaban. Así, cuando Enrique Pertegás buscó documentación para dibujar sus cómics Ultus, rey de la selva o Silac, el hombre león, se encontró con el “Rinoceronte Tricornio” (Triceratops), que aparecía en la colección de la casa Chocolates Díaz Animales prehistóricos. Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. Agárrate bien, que vienen curvas.
Otra chocolatera, Chocolates Guillén, de Hospitalet de Llobregat, es la artífice de la colección Historia natural, a la que pertenecía la serie “Animales prehistóricos”, que distribuyó junto a sus productos en los años 30. Las figuras de estos cromos se recortaban para pegarlas en el álbum. Se trata de la serie de cromos más desastrosa que hayamos encontrado, no ya en España, sino en cualquier latitud. Y si no me creen, pasen y vean:
Se abre la serie con el cromo dedicado al “Animal Pterodáctilos” que, como puede verse en la imagen, es un herbívoro bípedo que recuerda bastante a Iguanodon. El siguiente cromo tampoco tiene desperdicio, pues se trata de “El Mastodonte”, proboscídeo cuya imagen no difiere en absoluto de la de Triceratops. Tras un mamut algo más razonable, continúa la serie “La serpiente gigante de mar”, una especie que recoge cualquier tratado de paleontología que se precie. A unos cazadores prehistóricos, que parece que van a enfrentarse a todas estas bestias anacrónicas con hondas, sigue el “Dinosaurio”, que podría hacer pensar en una representación genérica del orden, pero que el texto acota bastante en cuanto a dimensiones, por lo que debe referirse a una especie (¿cuál?) concreta: “Gigantesco animal de los tiempos geológicos. Antediluviano, medía 15 metros de largo”.
El octavo cromo, dedicado a “El megaterio” muestra a un reptil con un cuerno nasal enorme (véase arriba), que podría corresponder a Ceratosaurus; el texto no aclara gran cosa: “Animal prehistórico del cual se han encontrado fósiles en América”. Más adelante encontramos al “Mastodonte Drogus”. Lo de drogus aporta algo de luz taxonómica, al menos, en cuanto a de dónde sacaba la inspiración el encargado de poner los títulos a los cromos, ya que la imagen que aparece en el cromo es la de Stegosaurus. El lamentable “Plesiosaurio” que le sigue tiene patas en lugar de aletas y la cola enroscada como un sacacorchos. Y cierra la serie el “Megaterio Olus”, que resulta ser otro ceratópsido...
Animales prehistóricos es, de nuevo, el originalísimo título de una colección lanzada alrededor de 1940 por Ediciones Barsal, fundada por Juan Barguño y Emilio Salvat en Barcelona, y que publicaron numerosas colecciones de cromos durante la posguerra. No conocemos el equipo creativo al que se encargó esta colección, pero está claro que no dedicaron un solo segundo a documentarse. El resultado es espectacular en término desinformativos, y no hay ni un cromo que no merezca la pena comentar, pero vamos a centrarnos en los arcosaurios mesozoicos:
En la segunda serie encontramos plesiosaurios más afortunados, nadando en su elemento y dejando que su cuello se flexione a voluntad, aunque “El mosasauro” es retratado sobre unas dunas junto a su retoño, posiblemente ya fiambre a causa de la caló. También a “El Pterodáctilo gigante”, un pobre animal albino acorralado contra unas rocas y con el pico retorcido cual sacacorchos; para colmo, el texto indica que “se caracterizan por tener el cráneo débil”. Sigue “El iguanodonte”, cromo que se ilustra con la imagen de un estegosaurio… Cierra la serie “El Archaeopterix”, que sale mejor parado que sus compañeros mesozoicos. El único arcosaurio de la tercera serie es “El Tilosaurio”, pero no hemos encontrado el cromo.
Vamos a cerrar el post con una colección más moderna, lo que no la hace sino más reprochable, en tanto la información disponible había aumentado desde los tiempos de escasez (material e intelectual) de la posguerra. La empresa de Barcelona especializada en souvenirs y postales Comercial Escudo De Oro S.A. (1956) publicó junto al editor madrileño L. Domínguez una colección a la que pertenece la serie “Animales prehistóricos y reptiles” (al menos, hay que reconocerles algo de originalidad con respecto a los antecesores que hemos visto, al añadir “y reptiles”), que vuelve a mostrar las carencias paleontológicas de nuestros abuelos.