Revista Cine

Crónica Berlinale 2013: "Camille Claudel 1915" arte a la crudité

Publicado el 12 febrero 2013 por Fimin

12 de Febrero del 2013 | etiquetas: Festival de Berlín, Festivales 2013 Twittear cronica-berlinale-2013-camille-claudel-1915-arte-a-la-crudite

Durante el rodaje de "Hors Satan", Bruno Dumont recibía una llamada de 'una tal' Juliette Binoche asegurándole que quería rodar con él. Lo que viene a continuación es una de las colaboraciones más estimulantes que nos podría brindar el cine europeo, dicho de otra forma, Camille Claudel intenada en un asilo, reencarnada en la piel de Juliette Binoche, y retratada por el certero ojo de Bruno Dumont. ¿Oso de Oro?

¿De qué va?

Camille Claudel, internada por su familia en un asilo sin poder volver a esculpir, espera la visita de su hermano Paul. 

¿Quién está detrás?

Definido por muchos como la mezcla imposible entre Pasolini y Bresson, el cine de Bruno Dumont transforma lo anodino en cautivadora obscenidad.

¿Quién sale?

O mejor dicho, se sale. Juliette Binoche sin maquilaje, ni trampa, ni carton, se suma al carro de las favoritas a Mejor Actriz. Se come la cámara. Literal.

Crónica Berlinale 2013:

¿Qué es?

Bruno Dumont al servicio de Juliette Binoche

¿Qué ofrece?

"Riembaud ha roto las celdas de mi prisión materialista" esboza Paul, hermano de Camille, en un arrebato filosófico. Pues bien, Bruno Dumont y Juliette Binoche no son Riembaud, pero hacen lo propio con Camille Claudel, situando la acción en 1915, rescatándola de la visión materialista en que se encontraba multiplemente atrapada, para desnudarla y sumergirla en un profundo sufrimiento existencial que también significa un obra de cine extraordinaria. La etapa más lunática y crepuscular de la escultora gala es retratada a la crudité por la visceral mirada del director de "La Humanidad" y la versión más natural posible de la protagonista de "Código Desconocido". Provocativa, íntima, áspera, densa, poética, hostil, extremadamente natural y profundamente éspiritual, "Camille Claudel 1915" deambula entre 'taradas' y habla a base de contundentes primeros planos cuya sinceridad emocional ya hubiera deseado Tom Hopper para sus "Miserables". El excitante contraste que surge entre la frontalidad y la sofisticación que tanto, y tan bien, distingue el cine de sus padres, encumbran a esta criatura, tan delicada como salvaje, en el podio de la Berlinale. Loca, si, pero ante todo, grande.

Nota: 8.5


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