Era jueves 4 de agosto de 2016. Intenso calor en El Puerto de Santa María pero aprovechando las venturas que da el caer el sol y como se refresca el ambiente con la primera luna no se nos ocurría mejor plan que asistir a un concierto en un espacio que todavía no habíamos reseñado en La Caravana del Rock. Me refiero a The Coffee Dreams, que tras su sonoro nombre esconde un local coqueto, cómodo, con varias marcas de cerveza y con un sonido espectacular. De lo mejor que hay en El Puerto y que desde aquí le deseamos todos los parabienes y que tenga una ilustre travesía en esta complicada singladura de remar contra las temibles olas que es programar música en vivo, aunque la excepcional imagen que presentaba la sala augura un éxito que confiamos sea mantenido en el tiempo.
El programa doble se abría con los locales HANDICAP, banda de la que hemos escrito en diferentes ocasiones y que es una debilidad personal y que les tocaba la difícil misión de “abrir fuego”. Los hemos visto en numerosas ocasiones pero podemos decir sin temor al equívoco que esta ha sido la vez que más nos ha gustado. Tras su intro que deja a las claras su sonido setentero con influencias garajeras y punk llegaba uno de sus antiguos temas “Swamp love”, donde ya se podía observar la perfecta sincronía de la base rítmica de Rick Franco a la batería y el enérgico Juanlu Monge al bajo que dejaban paso a más clásicos recientes como “Underworld”, “Empty dreams” y “Cosmic voodoo” con un Sergio Bastida de maestro de ceremonias, todo actitud con esa personal voz suya transitando entre Iggy Pop o Nick Cave. Llegaba el momento de los nuevos temas con “Rockin´waves” y “Down in the river” y en cada esquina Nammu Lovett y Sergio Guzmán ofrecían el tono adecuado a las seis cuerdas, con más efectos, fuzz y wah wah que sumar al theremin y el sintetizador de Bastida. “Paper heroes” y “D.D.D.” daban paso a los últimos cortes, los también recientes “Fire asteroids” y “Fuck the police” en unos cincuenta minutos de actuación donde dejaron el pabellón muy alto y demostraron que son una realidad como banda.
*Foto José Vaca.
El plato fuerte era Kurt Baker Combo, que llegaba con las altas expectativas y un numeroso grupo de seguidores del estadounidense pero afincado en la capital del reino. Una hora de power pop donde notamos la influencia de la música de los 60, 70 y 80, esos sonidos en quintas que proceden desde Los Ramones a Terrorvision y que serían la música perfecta para cualquier graduación en una “high school”. Cuarteto que lo que ofrecen es honesto, siguiendo la misma línea en todos sus temas y que mereció elogios entre los más underground e indies que allí se congregaron y que dejaron al de Maine en un buen lugar junto al cuarteto que le acompaña en su hora y cinco minutos sobre el escenario.
Noche interesante en un local que puede convertirse en señero y que reflejaba una entrada más que razonable con unas cien personas que se dieron cita para disfrutar de la profesionalidad de Kurt Baker y de la confirmación como grupo en alza de Handicap.