La pareja de músicos compareció en un teatro casi lleno para repasar un cancionero construido alrededor de dos geniales discos de estudio y tres álbumes en vivo que son los recuerdos sonoros de sus viajes alrededor del mundo. Su paso por Madrid tuvo un punto de primera cita y el dúo se encargo entre canción y canción de contar su historia. Una historia repleta de aventuras y de decisiones arriesgadas que les llevó de un grupo heavy a tocar en acústico en hoteles y a ocho meses después a cruzar el charco para probar su música en las calles de Dublín, Barcelona y Copenhague.
A principios de semana entrevisté a Rodrigo y me explicaba que la evolución de su música se debe a decisiones prácticas y a casualidades. “La verdad es que nunca buscamos un sonido, fue algo fortuito y accidental. Cuando salimos de México para ir a vivir a Irlanda queríamos viajar ligeros de equipaje y después de Tierra Ácida vendimos el equipo y nos compramos dos guitarras acústicas que eran más fáciles de transportar. Así empezó todo, de un modo muy accidental y sin expectativas, condicionados por el equipaje”.
Entre tema y tema los músicos se cedían el micrófono para relatar sus viajes y sus futuros proyectos, en enero llegará a las tiendas “Área 51”, un disco que han grabado en La Habana con músicos cubanos y colaboradores de la talla de Anoushka Shankar o Carles Benavent, un joya que les llevará a recorrer el mundo por enésima vez y que les traerá de regreso a España en 2012.
La pareja mostró al respetable su simpatía y naturalidad, haber tocado en la calle durante un lustro les ha quitado todo pose de estrellas y se ganan al público tanto con sus magnificas interpretaciones como con sus divertidos coloquios. Una presentación en sociedad en toda regla para recorrer “Rodrigo y Gabriela” y “11:11”, su tributo a once guitarristas que marcaron su carrera.
La velada fue subiendo el tono y el ritmo. “No estamos acostumbrados a tocar con el público sentado y escuchándonos”, bromeaba Gabriela. Esa fue la excusa para afrontar las últimas canciones con el público olvidando sus butacas. El concierto termina con una sensación clara: la música de estos chicos es sumamente personal. Y con una promesa: volveremos.
TEXTO: ALFONSO CARDENAL VÍDEO: VANESSA PASCUAL
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