Crónica de mi CISODay19
El pasado 12 de junio de 2019 se celebró, en el Palacio de la Prensa de Madrid, el gran evento dirigido a la figura del CISO (acrónimo de “Chief Information Security Officer”, o traducido como “Jefe Principal de Seguridad de la Información”), organizado por Cybersecurity News. Se reunieron todo tipo de perfiles relacionados con la Ciberseguridad de nuestro país, y tuve la inmensa fortuna y oportunidad de poder asistir.
Lo que me trae a vuestras pantallas es el relato de lo ocurrido ese día, se sale un poco de lo habitual y posiblemente sea algo más largo de la cuenta, pero creo que es oportuno y necesario publicar esta crónica.
El evento para mí comenzó la noche del 11 de junio, a las 23:00 horas, cuando el autobús partió de la Estación de Autobuses de Málaga. La única tecnología que llevaba era mi móvil, 2 powerbanks, la entrada al CISODay19 y copia en papel de los billetes, por si las moscas. Siempre suelo llevar tarjetas de visita, por lo que fue algo en lo que no reparé.
En honor a la verdad, no esperaba en absoluto asistir, ya que por diversos motivos mi asistencia se había complicado unas semanas antes pero, justo cuando lo daba todo por perdido, llegó una invitación VIP por parte de Cybersecurity News, así como el ofrecimiento de escribir un artículo que combinara la ciberinteligencia con el análisis forense, cosa que sólo tardé 2 horas en escribir. Tras unos repasos, en 2 días lo envié sabiendo que, si lo aceptaban, se publicaría en la edición impresa que se entregaría a los asistentes al congreso. Recuerdo que era un miércoles por la mañana cuando lo envié y, a continuación, salí a hacer mi normal ocupación diaria (apagar fuegos tecnológicos o hacer la calle creando necesidades, lo más habitual). Después del almuerzo, tuve la oportunidad de tener diez minutos de siesta y, al levantarme, reparé en que no había tenido noticias. En mi mente se fijó un pensamiento: “No les ha gustado”. Al cabo de un rato, llegó un correo. No, no les había gustado, les había encantado.
Hice toda la propaganda posible del evento, a través de Linkedin y de Twitter, analizando cada mesa, con cada ponente, con las empresas patrocinadoras, con quien lo organizaba, como si me fuera la vida en ello. Y es que otra cosa no sé, pero dar gracias es algo que lo practico con frecuencia, y qué menos que promulgar a los cuatro vientos que ese día había un evento Ciber importantísimo en Madrid.
A medida que se fueron acercando los días, desvelé que iría, invitado por la organización, y más de uno reorganizó su agenda para que pudiéramos coincidir. Avisé a uno de los ponentes que sabía que iba, y sé que se alegró como el que más.
Tras 6 horas de viaje, me deslicé a la estación de Madrid Sur, un lugar donde viajeros de toda nacionalidad, condición, color de piel e idioma, se acurrucaban en los bancos, paredes y columnas esperando que se abrieran las taquillas, o simplemente dejaban transcurrir el tiempo hasta que los paneles de información les notificasen que sus transportes estaban en proceso para embarcar. Justo al salir, descubrí que no había mirado el tiempo en la capital, y observé con infinito desánimo que la temperatura del exterior eran 6º centígrados: me había venido desde Málaga en mangas de camisa, pantalón largo y zapatos, de sobra para una ciudad costera pero, en el interior, el clima podía jugármela a base de bien. Aproveché el tiempo para tomarme un vaso de café (agua de fregar aromatizada) y, como no suelo tomar, sabía que mínimo 5 horas de ojos como platos me vendrían de lujo.
Como el evento no comenzaba hasta las 9, me dediqué durante hora y media a pasear por el hall de las taquillas, revisando mis redes sociales, escribiendo artículos (ya supondréis que el «Síndrome de la hoja en blanco» no lo padezco en absoluto) y mirando de reojo el indicador de la temperatura exterior que, una vez que el amanecer hizo aparición, comenzó tímidamente a subir. Cuando decidí abandonar el abrigo de la estación, siete grados y medio marcaba la pantalla.
Decidí irme andando hasta el Palacio de la Prensa. Era un largo trecho, pero al moverme entraría en calor y, una vez que comencé a callejear, aflojé el ritmo para fijarme más detenidamente en los edificios, los madrugadores habitantes y en los luminosos LED de ultimísima generación. Iba paseando tan lento que hasta Google Maps se quejó durante el trayecto, claro que el clima también estaba haciendo de las suyas: No hacía frío, no, lo siguiente.
Me pareció espectacular Madrid, me sentía como un pueblerino en una gran ciudad, donde amplísimas avenidas discurrían bajo mis pies aunque, todo hay que decirlo, la Puerta del Sol me pareció pequeña (en la tele parece inmensa), es una cuarta parte la Plaza Mayor de Salamanca, por ejemplo, por no mencionar a la de Zaragoza. Había viajado muchísimo en una vida anterior (ingeniero de congresos), pero no siempre con la tranquilidad que disponía ese día.
Cuando llegué a mi destino, todavía faltaban dos horas para su apertura, y seguí entreteniéndome como podía. Tenía un ligero dolorcillo de cabeza y vi más abajo una farmacia de 24 horas, me acerqué y me sorprendí con que era una máquina expendedora de profilácticos. «Eso no me lo va a quitar», me dije, y volví a subir a la puerta. Poco más tarde de las 8:30 horas empezó todo el movimiento, contemplándolo bajo la mirada de no conocer ni al tato. No podía recordar quién iba a ir o no, confiaba en desdigitalizar y volver a encontrar a algunos de los conferenciantes, pero seguro que en la cola de la entrada no estarían.
En un momento dado, me giré hacia atrás y vi un rostro conocido, pero no recordaba cómo se llamaba… Busqué en mi app de Twitter y, con un arrojo de desparpajo, le solté:
- Vienes al ciso?
Me respondió que estaba en la puerta. ¡¡Había acertado!! (bufff esto de no recordar los nombres cualquier día me la juega)
- Yo tb
– le solté.
En ese momento me giré muy despacito, jajajaja, quería ver su cara porque estaba convencido que no esperaba verme allí. Se sorprendió, y fue una alegría inmensa. Era Nickie, más conocido como TheXXLMan. Habíamos tenido cierto trato en Telegram, donde lo había conocido y luego aprendí su exquisita pericia en campos en los que soy un auténtico palurdo a través de Twitter.
Se vino a mi lugar, comenzamos a charlar no recuerdo bien de qué – no sería importante – y, en un momento determinado, se detuvo el tiempo en la calle donde nos encontramos: Veo que se acerca caminando Chema Alonso hasta Nickie, le da un abrazo enorme, me lo presenta, intercambiamos dos o tres frases, y se va, ya que era ponente en la Hacking Round Table. El chaval que tenía detrás de mí había dejado de respirar, pero también el resto de las personas que se encontraban en la cola y en la calle, no había ni sonidos. Al cabo de un momento vuelve el mundo a continuar con su giro y desde entonces sentimos que hemos dejado de ser anónimos, jaja.
Después de recoger nuestras acreditaciones, en la bolsa roja que nos entregaban, miré y vi el magazine de Cybersecurity News. Bajamos al lugar donde estaban los patrocinadores y preguntamos dónde podiamos tomar café. Allí, en un mostrador color rojo, saqué la revista y me busqué, y cuando me encontré realicé la siguiente instantánea:
(Hubo personas que se pusieron a leer el artículo en la propia fotografía, inundé mis contactos de WhatsApp con ella)
Tras repostar con otro café (otras 5 horas adicionales de vigilia), y siendo aún temprano, salimos fuera del edificio, donde se produjeron dos desdigitalizaciones necesarias y fantásticas: una, del gran Enrique Maza, y del siempre sonriente y cercano José Manuel Ávalos
Entramos y nos sentamos en la impresionante sala de cine donde se celebraría el CISODay y vamos asistiendo a las distintas Round Tables, a la vez que las vamos retransmitiendo por Twitter y empieza a calentarse, con mensajes de tuiteros que no se encuentran en la sala, retuiteos por otros, con competición incluida a ver quien consigue una camiseta, jajaja. Nickie se lleva la primera y el auditorio se desboca. Cuando termina la primera mesa, Nickie me presentó a la maravillosa Carmen Torrano en la oscuridad de la sala, pero esa desdigitalización no contará porque casi ni nos vimos.
Justo antes de finalizar la jornada de mañana, tengo el inmenso honor de desdigitalizar al creador de Tinfoleaks y CEO de iSecAuditors, Vicente Aguilera, y saludar a Carlos Seisdedos, así como darle el prometido abrazo de oso a Pablo San Emeterio, y al rescatador oficial del Reino, que obró el milagro de invitarme, Vicente Ramírez, CMO & Redactor Jefe de Cybersecurity News.
A la hora del almuerzo, nos separamos, por un lado los VIP y por otro los que no lo eran, y se producen otras dos desdigitalizaciones esperadas, la de Susana González cuya contemplación de su rostro me deja cuajado (en el mundo real la belleza se multiplica por cien), y de Julio San José, impulsor de @DerechoDeLaRed y al cual le debo muchísimo, pues me ha publicado numerosos artículos, y del que también me asombro porque me supera en altura.
Ubicado en un lugar estratégico, abuso de la compañía de Jesús Valverde, y asaltamos literalmente a los profesionales del cáterin (salían justo a nuestras espaldas, jeje).
En la sesión de tarde, me había insensibilizado al café. Aunque intenté dormir en el trayecto hacia Madrid, por muy cómodo que fuera el sillón del autobús, empezaba a sentir cierto cansancio y por más interés que demostré, los párpados querían cerrarse a toda costa; aún así, el evento finalizó en hora y, tras despedirme de Vicente Ramírez y escapárseme Maribel Poyato, así como Raúl Beamud y no poder saludar a Óscar Maqueda, quise exprimir un poco más el día: sabía, gracias a un tuit que Hack Madrid había publicado unos días antes, que el gran Kaneda impartiría una charla sobre Ingeniería Social en un hotel de Madrid y allí nos plantamos Nickie, Jesús y yo, tras tomar un cercanías (los de la periferia no estamos acostumbrados a distancias tan largas, y aún me sigue pareciendo alucinante).
Disfruté lo que pude, el contacto con los jóvenes hackers de la capital, y lo alucinante de compartir trozos de pizzas como cena junto a todos los asistentes, el conocer en persona al inimitable Daniel Mery y ver de lejos a la increíble maker Nuria (no estaba seguro que fuera ella, me lo confirmó cuando ya estaba de nuevo en la estación de Madrid Sur), fueron los últimos eventos que culminaron con un día apoteósico que sólo sería superado 5 días más tarde, en el C1b3rwall de Ávila.
Al llegar a casa, en Málaga, a las 8.00 de la mañana del día 13, fui directamente a planchar la oreja. Estaba absolutamente agotado pero la sonrisa no se fue ni en sueños, se mantuvo varios días e incluso, la noche anterior a mi viaje a Ávila, tenía la premonición que se repetirían las mismas sensaciones.
Cuando me preguntan por el CISODay19, siempre digo lo mismo: los chicos de Telefónica me acogieron como uno más, desde el primer momento, y me sentí acompañado todo el tiempo. Fruto de ese día, han surgido amistades ciberfrikis que durarán toda la vida. A toro pasado debería haber hecho más networking, haber hablado con varios patrocinadores… Pero me gusta atender a cada persona el tiempo necesario, hasta que se harta de mí (al reves no ocurre, lo siento
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