Crónica de mi maravilloso viaje a Escocia: días 1 y 2

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu
 Muchos me lo estábais pidiendo, y además me apetece contarlo así que, ¡allá vamos con la narración del viaje! Pero antes, os pongo en antecedentes:
  1. Siempre tuve tres viajes soñados: Roma, Escocia y Japón. El viaje a Roma ya lo hice el pasado diciembre (hice una larga crónica, como la que vendrá a continuación, que podéis leer aquí), así que solo me falta Japón. Aunque a Roma y a Escocia volveré... varias veces.
  2. Viajo sola (una experiencia que os recomiendo) y me gusta contratar tours con buenos hoteles y seguros de viaje. La combinación de todo eso (odiosos suplementos por ir sola, que los tours salen caros...) hace que me haya gastado más de dos sueldos en este viaje y que me plantara en Escocia con 80 libras para 8 días (por suerte la libra se depreció a lo bestia dos días antes de cambiar), con solo desayunos y tres cenas incluidos en el paquete que ya había pagado. Aun así me sobró, pero ya entraré en detalles sobre eso. La cuestión es la dualidad "me gasto un riñón en el viaje y luego tengo que hacer uso del ingenio para comer y comprar cuatro chuminadas".
Dicho esto, empiezo con la narración. Contraté el viaje con Politours, pero luego descubrí que Politours tenía contratada a su vez a Viajar por Escocia para hacer el tour. Son geniales y luego descubrí que podría haber contratado con ellos directamente y el avión aparte, lo que me habría ahorrado la pesadilla de los enlaces en Londres, ya que existen vuelos directos Madrid-Edimburgo, pero los encantadores señores de Politours (nótese la ironía) no te permitían coger otra opción de vuelo que no fuera la que imponían: haciendo escala en Londres. Dado que el tiempo de escala era de menos de una hora, un retraso de media hora hizo que, al tener que pasar por aduanas en Londres otra vez (lo cual es absurdo), perdiéramos el vuelo de enlace y tuviéramos que esperar dos horas al siguiente (y éramos como veintitantos afectados, no es como si hubiera perdido el vuelo una sola persona). Esto fue un drama para mí, porque la idea era aterrizar a eso de las tres e ir directa al Museo Nacional de Escocia, que cierra a las cinco. Cuando aterrizó el vuelo siguiente, el museo de mis anhelos llevaba cerrado un cuarto de hora. Además, en British Airways solo nos dieron 5 libras para comer en el aeropuerto, los muy ratas, lo que me obligó a tirar del bocata que llevaba para la cena (y aquí es cuando os recuerdo que estaba en modo ahorro: llevaba varios bocatas hechos para ese día y el siguiente).El recibimiento en el aeropuerto sí que fue bien: en Viajar por Escocia tienen gente muy maja. Fuimos al hotel Travelondge Edimburgh Central (que está, efectivamente, en pleno centro) y me di una vueltecita por la maravillosa ciudad de Edimburgo antes de las 9, momento en el que empezó... ¡la ruta de los fantasmas! Seguro que os apetece saber más sobre la ruta, pero antes os narraré mis impresiones de ese primer paseo por Edimburgo.

Adam Smith, cruz del mercado y catedral (izq) y casas típicas

Es una ciudad preciosa, con casas de cuento y muchos callejones estrechos, muy buen ambiente, gaiteros por la calle y semáforos para peatones que tardan un horror y te dan cinco segundos para cruzar. También es una ciudad muy pequeña y en las pocas horas que tenía prácticamente me recorrí todo el centro: desde mi hotel hasta el castillo y todas las callecitas de alrededor. Iba buscando un supermercado (recordemos el modo ahorro) y un sitio donde comprar un adaptador porque (¡sorpresa!) tienen enchufes de tres ranuras y no de dos. No encontré ni lo uno ni lo otro (sí que me topé con infinidad de pubs con fachadas espectaculares y de tiendas de preciosos tartanes), pero tampoco me importó mucho porque todavía tenía bocatas de reserva.

Algunas de las preciosas casas y pubs de Edimburgo

Por supuesto, llovía. Y, cuando fue a empezar la ruta de los fantasmas, se puso a diluviar, así que nos dieron la opción de no subir a Carlton Hill, que era un ascenso empinado y resbaladizo. Yo hubiera subido, pero la mayoría habló. Pero bueno, la lluvia ayudó a darle ambientación al asunto ^^. La ruta, con proyecciones visuales incluidas, se compuso de varias paradas en puntos calientes de actividad paranormal (en Edimburgo hay muchos, incluso tienen una carrera universitaria relacionada), como algunos close (los callejones que mencionaba antes) donde se encerraba (literalmente) todas las noches a la gente que no podía pagar una casa, en la zona donde se juzgaba a las brujas y estaba el lago que se creía una puerta al infierno (tiene su explicación científica: toda la inmundicia y no pocos cadáveres iban a parar ahí), un cementerio... Por supuesto, nos contaron un montón de historias interesantes y me lo pasé genial.

Cementerio, edificio del ayuntamiento.

Cuando acabó el tour, aunque ya eran las 11 de la noche y estaba nubladísimo, todavía había luz. Es lo que tiene Escocia en verano, que apenas hay un par de horas de noche cerrada. En cualquier caso, nos dejaron justo frente al hotel y decidí reservar fuerzas para el día siguiente.El desayuno estuvo bien (y el descanso también) y a las 9 me dirigí a la puerta del hotel para empezar la visita panorámica a pie del Edimburgo histórico. Vimos, entre muchas otras cosas, la cruz del mercado, los juzgados (aún operativos), Victoria Street (con sus tiendas de colores), otro cementerio (mucho más bonito que el de la noche anterior y en el que la gente paseaba como si fuera un parque) y muchos lugares emblemáticos relacionados con Harry Potter (hay que ver la de cosas de Edimburgo que tomó esa mujer para la historia), incluido The elephant house, donde se escribió, entre muchos otros puntos interesantes.

Juzgados, Victoria Street, cementerio y The elephant house.

Luego, por supuesto, tocó una maravillosa visita al castillo de Edimburgo, en cuya explanada había una monstruosidad de estadio de gradas azules para celebrar un festival. Que no digo que no lo pongan, pero por lo menos ¡podrían buscar algo más discreto! Lo gracioso era que, como la reina de Inglaterra estaba de visita por esos lares, estaban los guardias ingleses a la puerta. Así que, entre las gradas y los guardias con sus paseítos marciales, la entrada no tenía desperdicio.Tanto el castillo por dentro como sus vistas me encantaron. Nos dieron un mini-tour por el mismo y luego nos dejaron total libertad. La entrada incluía todo, pero yo tenía que priorizar si quería visitar el Museo Nacional de Escocia (¿he dicho ya que cierra a las 5?), ya que ya era la hora de comer. Así pues, renuncié a ver las joyas de la corona (había mucha cola) y me di un paseo rápido por las celdas de los prisioneros (interesante), la capilla y el decepcionante Museo de la Guerra (mucho uniforme y equipación, muy pocas armas), tras lo cual salí disparada al otro museo, bastante alejado, para tener tiempo de visitarlo antes de que cerrara.

Varias fotos del castillo, su interior y sus vistas.

Ciertos museos en Escocia son otro mundo: tienen un poco de todo, sin ningún tipo de orden, y son más interactivos y menos silenciosos de lo que tenemos por costumbre aquí. Me encanta. Del Museo Nacional de Escocia elegí la parte que me parecía más interesante: la de la historia de Escocia. Es en varias plantas, y solo pude visitar una, que me pareció de lo más completa. Ojalá hubiera podido dedicarle más tiempo antes de que cerraran.Luego encontré por fin una tienda donde vendían adaptadores y un supermercado donde compré materia prima para los bocatas de la semana y caldo instantáneo (en todos los hoteles tienen una tetera, y después de un largo y frío día lluvioso nada mejor que un caldo calentito para entrar en calor). Eran las 5:30 y pensé que me daba tiempo a visitar una tienda de segunda mano que me había recomendado la guía para comprarme una falta de tartán. Error. Cuando llegué, un cuarto de hora después, estaba cerrada. En Escocia todo cierra pronto.Acabadas las compras del día, dejé la bolsa en el hotel y me fui a ver el palacio de la reina. No tardé mucho en llegar, así que decidí subir a Carlton Hill, donde conocí a unos españoles tan preocupados como yo por la posibilidad de que pudieran cerrar el parque (no lo cierran). Las vistas son espectaculares, pero era muy temprano para volver al hotel, de modo que volví al castillo (en la otra punta) paseando por Princess street (tiendas), crucé los jardines y, ya sí que sí, me dirigí al hotel a tomarme mi caldito y reponer fuerzas para el día 3... que os contaré en otra entrada.

Palacio (sup izq), Monumento Nacional (inf izq), vistas desde Carlton Hill (sup der) y Castillo desde Princess Gardens.

Para resumir (por desgracia no pasamos más tiempo en Edimburgo, pero volveré) es una ciudad que me ha encantado.  --------------------------------------------------------------------------------- Follow @DeborahFMu