Deseábamos hacer una Twitcam para hacerles partícipes del desastre que íbamos a hacer en la cocina al preparar nuestra primera tarta conjunta. Se suponía que la haríamos la noche antes de nuestro aniversario para que el día 16 estuviera lista y reposada (y deliciosa, y comible, y mmmmm). Lo que ocurrió fue que, ¡somos un desastre!, era ya la noche antes y aún no teníamos ni intención de hacerla. Se nos había olvidado hasta nuestro propio día especial. Cuando nos dimos cuentas, nos pusimos manos a la obra y comenzamos los experimentos chiflados en la mini-cocina del apartamento en la playa. Estábamos tan nerviosos que se nos olvidó sacar fotos en el proceso, aunque ya que me tenéis aquí contando la historia, os comentaré cómo fue la aventura.
A ver, nuestra idea era hacer una tarta de: chocolate, nata y dulce de leche, adornada con lacasitos y fideos de azúcar espacial. Sin embargo, el malévolo doctor maligno fraguó nuestros planes. Os explicaré lo que ocurrió esa fría noche del 15 de noviembre de 2011: pusimos el chocolate a hervir (300gr) en medio vaso de leche y... ¡tachán! se deshizo y desapareció, convirtiéndose en chocolate para beber. Lo hervimos y no cogió forma. Se nos había olvidado el ingrediente secreto para dotar de músculos al chocolate y poder convertirlo en una masa espectacular de rellenos para tartas. Así que nos quedamos sin chocolate. Ahí empezó a cundir el pánico. ¡Nos íbamos a quedar sin tarta de aniversario!
Empezamos a mirar las dos latas de nata y, con mucha suspicacia, desconfiamos de su capacidad para alimentar dos estómagos espaciales en una tarta de tres pisos. Uy, uy, uy, que la nata no va a dar para tanta tarta. La batimos, le pusimos el punto de azúcar y quedó MMMMMMMMmmmmmMMMmM muy rica. Pero aún no sabíamos si daría. Así que empezamos a prepararnos para lo peor... Con el chocolate líquido, mojamos levemente las capas de bizcocho de la tarta, y comenzamos a poner nata en la primera, la que asentaría las bases de nuestra felicidad. No pusimos demasiada por miedo a quedarnos cortos, así que terminamos pronto y le pusimos encima un poco de dulce de leche. También creíamos que no daría para toda la tarta, por lo que fuimos agarradísimos y pusimos poquito
En conclusión, la tarta quedó pobre de base, pero exuberante en la copa. Los chorros de dulce de leche se derramaban por no tener sitio en donde descansar, y la nata de la capa superior era un dedo de gorda. Finalmente pusimos los lacasitos (algunos se perdieron por el camino y ya no digo nada más...) y los fideos de colores, adornando la masa blanca lechosa de nieve dulce. El resultado, este que podéis ver:
¿En serio tenemos que aclararlo? No queda ni un trocito de esta pobre tarta, y es que su muerte hacía gala a Gabriel García Márquez, porque estaba más que anunciada. Aunque su aspecto pueda parecer chapuza o nada del otro mundo, la tarta estaba buenísima y estamos deseando hacer otra muy pronto (programando la agenda). ¡Esperamos que os haya abierto el apetito! Añadimos que volveremos a casa mañana o el mismo domingo de las elecciones, así que volveremos con entradas de noticias, twitter a toda marcha, una reseña algo "eterna", y unos concursos jugosos (echadle un vistazo a la sidebar).
Para terminar un vídeo, no es nuestro ni tiene nada que ver con la entrada, pero mola.