Crónica del Festival de la Habana (Día 5)

Publicado el 11 diciembre 2011 por Fimin

Continuando la línea de la ausencia en el inconsciente colectivo del saber hacer latinoamericano al que ayer hacia referencia, hoy se proyecto fuera de concurso y fuera de catalogo y fuera de todo “Verdades verdaderas, la historia de Estela” (2011) del argentino Nicolás Gil Lavedra.

Volvemos a “la militancia de la ficción” del chileno Sebastián Lelio, pero en este caso con un poco mas de efectividad o, si se prefiere, con una dirección mejor definida. Estamos hablando de argentinos que hablan de la dictadura de su país en los años ´70 y principios del ´80. Estamos hablando de argentinos que hablan de las abuelas de plaza de mayo y, en concreto, de la historia de Estela Carlotto, presidenta de dicha organización.

Arriesgado ficcionar una vida saturada de realidad, la de esta mujer a la que la dictadura militar le borro una hija y puso en paradero desconocido a su nieto. Nieto que aun hoy busca incansablemente. Arriesgado también, por mi parte, escribir sobre la lógica interna del cine (véase calidad actoral, fotografía y guion) cuando aquí no hay otra intención que la de encontrar a ese nieto que bien podría estar en las butacas del cine “Yara” con otro nombre, con otra familia y, en definitiva, con otra vida.

Cine activo en toda regla. Cine de soluciones que busca una reacción allá donde se proyecta, que busca una verdad que no pierde impulso, que no puede perder impulso. Se trata de cine que no olvida.

Algo más metafórica resulta “La mujer de Iván” (2011) de la chilena Francisca Silva. Una película sencilla y elegante que trata, entre otras cosas, como se desenvuelve la naturaleza humana en una situación de cautiverio. Iván es un hombre silencioso y parco que mantiene encerrada en su casa desde hace años a Natalia, una adolescente en pleno despertar sexual.

La relación de ambos nunca se termina de definir y la tensión dentro de la casa llega a desbordar los límites del cautiverio, señalando cuestiones poco tratadas en los medios convencionales como la peligrosa capacidad de la moral para justificar actos de evidente inhumanidad, tanto por parte del agresor, como de la víctima.   

Estamos en Chile, y aquí tampoco se olvida, aquí también hubo señores uniformados que en nombre de un país (el de ellos) se han permitido hacer y sobretodo deshacer vidas a su antojo.

Es todo un tema el de la barbarie que se derrama de civilizaciones evidentemente cultas, hijas del progreso tecnológico y cultural, defensoras del derecho a la vida y el bienestar social. Así también los procesos de exterminio europeos que se han justificados con una lógica sorprendentemente macabra, la misma lógica con la cual se ha defendido el asesino en serieBehring Breivikque en julio de este año mato a 76 personas en Noruega o el vecino ejemplar Josef Fritzlque retuvo a su hija en el sótano de la casa durante años en Austria. 

“La mujer de Iván”, a pesar de sus planteamientos éticos y su invitación a cuestionar temas de tupidos razonamientos, resulta muy amena y estéticamente sobresaliente. Mención especial se merece la actriz María de los Ángeles García, un pequeño monstruo de veinticuatro años.

Por último, la guatemalteca “Toque de queda” (2010) de Elías Jiménez, una especie de Alex de la Iglesia pero de bajos fondos, es decir, con todo por hacer. La historia cuenta como un grupo de vecinos de una zona residencial deciden, ante la ineficacia policial,  patrullar las calles para atajar la violencia que cada día golpea más el país. No se puede negar que la intención es buena, de hecho el propio director nos abre la puerta a “reírnos un poco pero también preocuparnos un poco”.

El caso es que lo que empieza como una radiografía de una situación insostenible en un país con el mayor índice de violencia del continente, acaba delirándose en una película de zombis que amenazan un barrio de clase media y donde la sangre y los gritos y la desesperación pasan de la preocupación, a la que el director hacía referencia, a la risa, esa risa que ríe por no llorar.

Una historia sin balance de blancos. Un película, para mi gusto, olvidable.

Ariel Fernández Verba