Casi con el tiempo justo llegamos para ver a The Orwells poner en escena su último disco Disgraceland. Los americanos no defraudaron y sonaron potentes como pocos desde el principio, con sus guitarras y esa voz singular de su cantante Mario Cuomo. Destacaron así momentos como la interpretación de 'Who Needs You' o la versión rockera de 'Stop Breaking My Heart'.
Todavía con poca gente en el BarclayCard Center saltaron al escenario Grises para intentar desatar a su "Animal" entre el público y calentar los motores para el resto de actuaciones. Los gipuzkoanos pusieron mucho empeño en ello y no decepcionaron con canciones tan efectivas como 'Webdy', pero la gente allí congregada estaba esperando otra cosa.
Justo después iba a venir uno de los primeros platos fuertes de la noche, Mando Diao hacían una puesta en escena diferente a la que nos tenían a acostumbrados y se plantaron en un esecnario que más bien parecía una nave espacial ataviados con extraños ropajes blancos todos ellos y con una declaración de intenciones inicial: espandir en amor entre todos los allí pesentes.
Los suecos empezaron fuerte con 'God Knows' y eso nos hacía presajiar un grandísimo concierto de rock ´n´ roll, pero inexplicablemente en la tecera canción pararon en seco al interpretar en español junto a Zahara 'Sweet Wet Dreams', que por momentos nos hizo pensar que estábamos en un concierto de Carlos Baute y Marta Sánchez... Eso sí, poco después se quitaron las camisetas y llegaron las grandísimas 'Mr.Moon', 'Gloria', 'Dance With Somebody' y 'Black Saturday'.
Pasando un poco de puntillas por el ruidoso regreso de Cycle a los escenarios, llegaba el turno para The Kooks. Había ganas de ver la nueva e interesante propuesta de los ingleses en su último disco, que muy inteligentemente mezclaron con su ya grandes hits. Así canciones como la bailable 'Down' o la preciosa interpetación de 'See Me now' --junto al atractivo de Luke Pritchard-- se mezclaroon con 'See the world', 'Ooh La' y una grandísima 'Naïve' a los postres.
Con la sensación de haber presenciado un gran concierto y la grandísima evolución de una banda que empezó como un hype como The Kooks, llegaba el plato fuerte de la noche y pasadas las 23.30 horas salían al escenario The National, que pecedidos por 'Riders On The Storm' de The Doors, nos hacía intuir que algo muy grande iba a pasar.
'Don´t Seallow the Cap' se encargo de encender la chispa del fuego que se prolongaría durante casi dos horas con momentazos como 'Bloozbuzz Ohio', 'Afraid Of Everyone', 'I Need My Girl' o 'Graceless', a los que se unieron otros únicos como toda la intensidad que ponía Matt Bernninger en cada canción, que bajara a cantar con el público a cantar 'Terrible Love' o un cierre muy emotivo con 'Vanderlyle Crubaby Geeks', que el grupo interpretó en acústico y junto al público.
Un momento este último de los que ponen la piel de gallina, que te hace pensar que estas presenciando algo único que pasa solamente una vez en la vida y que hace que un concierto de The National sea algo obligatorio para cualquier personas al menos una vez en la vida. Y si encima los acompaña Sufjan Stevens mucho mejor.