Matanza de vacas. Caballos siendo decapitados. Pollitos machos en una trituradora, descartados por no ser los que ponen huevos. Laboratorios haciendo experimentos en animales. Los videos muestran el sufrimiento animal y la música se oye triste. Pasa un hombre caminando rápido. “Aguante la carne, aguante comer carne”, grita. Pero el “Cubo de la Verdad”, método de movilizarse por los derechos de los animales, no puede contestar.
Ya son las cuatro de la tarde. Activistas de “Anonymous for the Voiceless Buenos Aires” ya están en pleno centro de Recoleta, justo frente a un McDonald’s, atrás del cementerio. Todos vestidos de negro. Tienen una batería grande, un parlante y una zapatilla de enchufes, que apoyan en el medio de la vereda. Alrededor, ocho de ellos se ponen de espaldas, intentando formar un cuadrado. Algunos sostienen notebooks o monitores, y otros, carteles. “Verdad”, dicen. Los demás, los ayudan a ponerse sus máscaras.
La idea es intercambiarse. Aunque usan arneses, los que más se cansan son los que sostienen los monitores, porque son aparatos grandes y pesados. Levantan la mano para avisar y un compañero los reemplaza. A un costado hay una mesa. Sobre ella, más máscaras y algunos folletos. Debajo, sus mochilas y pertenencias, tapadas con una tela negra.
Pasa mucha gente. Es sábado y sobre Vicente López hay muchas opciones para comer o tomar algo. Algunas personas ignoran la situación por completo. Otros, miran poco tiempo, por curiosidad o para fotografiar o filmar la actividad. “Ah, estos son los veganos. No me gusta, me da pena”, le dice una mujer a otra, mientras siguen caminando. Los que se quedan más tiempo mirando las pantallas, son interrogados por la organización. “Disculpa, ¿vos estás viendo los videos?”, preguntan, para empezar la charla.
Un joven se acerca a debatir con una activista. “Me parece que a los veganos les faltan nutrientes”, dice él, con tono bajo. “No necesitamos comer carne por ningún nutriente. Yo soy profesional de la salud y tengo una beba, ¿vos crees que no le voy a dar a mi hija todo lo que necesita para estar sana? Además, Novak Djokovic es vegano, por ejemplo”, responde ella.
A los interesados en el tema, les dan un folleto informativo y los alientan a este estilo de vida. Y si justo se encuentran con algún vegano, le dan la idea de participar en el movimiento.
Quienes se indignan de la situación son los adultos mayores. Ponen cara de enojo, hacen comentarios de disgusto. “Hay que cambiar el método. Esto no me parece”, expresa un señor en voz alta, mientras pasa caminando.
Pasan muchos chicos, les llama la atención las máscaras. “¡Qué miedo!”, dice la mayoría cuando mira los videos. Una de las pantallas muestra a chanchos siendo asesinados a palazos en la cabeza. Muy cerca, hay cinco niños mirando. Tres son muy chiquitos, y ya están llorando. “¿Cómo permitís que comamos hamburguesas?”, le pregunta la más grande a la mamá. Una joven que participa de la actividad se acerca a consolarlos. “Yo también era muy chica cuando me enteré de esto”, cuenta, mientras los abraza.
“Anonymous for the Voiceless” es una organización por los derechos animales que realiza activismo callejero y busca crear conciencia sobre el veganismo. Se fundó en 2016, en Australia, y actualmente existe en otros países como Argentina, Chile, Perú, España y Francia.
Ya son las siete y media, y se suponía que la actividad terminaba a las siete. Empiezan a levantar todo. Pero volverán el próximo fin de semana, como lo hace siempre, para manifestar, como se hace la hacer llamar la organización, “por los que no tienen voz”.