¿De qué va?
Una joven estudiante con necesidad de dinero va de trabajo en trabajo. Después de responder a un anuncio se incorpora a una red de bellas durmientes. Se dormirá y se despertará como si no hubiera pasado nada.
¿Quién está detrás?
Julia Leigh (Sydney, 1970) se convirtió en una de las promesas más jóvenes de la literatura mundial. Su novela "El cazador" (Ed. Tropismos) mereció que el periódico británico The Observer la considerara una de los '21 escritores para el siglo XXI'. Además, Toni Morrison la apadrinó durante todo un año al amparo de 'The Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative'. Pero luego llegó el silencio. Un silencio de nueve años que rompió con 'Inquietud' (Ed. Mondadori), una novela breve en la que la australiana parecía haberle robado la voz al mismísimo J.M. Coetzee para narrar una historia dura, tremendamente dura. Ahora llega su ópera prima como directora en forma de bella durmiente, es decir, "Sleeping Beauty."
¿Quién sale?
La máxima responsable de los sueños húmedos de Zack Snyder. Es la "Sucker Punch" Emily Browning.
¿Qué es?
"La bella durmiente" + "Eyes wide shut"
¿Qué ofrece?
Un sofisticado pero aburrido sueño que juega con el morbo y poco más. Técnicamente elegante, argumentalmente endeble, el mayor pecado de la debutante Julia Leigh es no saber sacar partido de un sugerente y misterioso punto de partida, de una excelente interpretación como la que nos brinda una oscuramente angelical Emily Browning y de multitud de referencias a la que nos lleva (desde "Eyes wide shut" hasta "Belle de Jour"). Al final, lo que nos queda es la sensación de que la directora no ha sabido como adaptar su propia novela combinando todos estos elementos, siendo condenada por su deliberada apuesta por la frialdad y el distanciamiento. Una lástima, teniendo todos los condimentos necesarios para erigirse en una inolvidable mirada, ya ni me acuerdo de ella.