07 de Octubre del 2014 | etiquetas: Festival de Sitges, Festivales 2014
TwittearPresentada como "una compleja panorámica de Hollywood, la cultura occidental y nuestra obsesión por la popuralidad", David Cronenberg vuelve hacer suya la novela de DonDelillo. "Maps to the Stars" supone para nosotros una propuesta sugestivamente mórbida,más aún si tenemos en cuenta que quien nos sumerge en el inframundo de la meca del cine es alguien que siempre ha rodado desde sus márgenes.
¿De qué va?
La llegada de una chica que se cubre el cuerpo para ocultar sus quemaduras sacude la vida de los excéntricos habitantes de Hollywood: un coach, un niño prodigio y una estrella en horas bajas.
¿Quién está detrás?
Uno de los principales novelistas de nuestro tiempo, Don DeLillo, y el director David Cronenberg se juntaron para crear una de las películas más impactantes del pasado año. Una crítica brutal al sistema económico protagonizada (sí, pro-ta-go-ni-za-da) por Robert Pattinson y Juliette Binoche. Pues bien, tanto director como autor (y en menor medida, actor) vuelven a unir fuerzas en la adaptación de "Maps to the stars"
¿Quién sale?
Junto a la Mejor Actriz del pasado Festival de Cannes (excepcional Julianne Moore) encontramos a Mia Wasikowska, Robert Pattinson, John Cusack, Olivia Williams o Sara Gadon están entre las estrellas que conforman tan inicuo mapa. Quien brilla con luz propia, sin embargo, no es otro que el joven Evan Bird metiéndose en la piel del Macaulay Culkin de turno.
¿Qué es?
Mulholland Drive + The Canyons
¿Qué ofrece?
Para que nos entendamos, y a modo de significativo ejemplo, las estrellas que Croneberg referencia y pone en tan inicuo mapa son Carrie Fisher o el director de "Pretty Woman", Garry Marshall, y no precisamente Steven Spielberg o James Cameron. Con tan 'sugerente' carta de presentación, el director de "Comópolis" desarrolla una enfermiza e invectiva sátira para mostrarnos la cara más pérfida e infame posible de Hollywood. El extremo sarcasmo que emana "Maps to the Stars" comienza por sustentarse en la mueca y en el chiste, adquiriendo la forma de una pseudocomedia que satiriza la estrellada vida de una bizarra constelación de supuestas estrellas. Es así como penetramos de lleno en un universo artificioso y postergado que sentencia de forma irreversible a todo aquel que irrumpe en él. No hay salida, tampoco escapatoria posible. Es el cínico y despiadado mensaje que Cronenberg transmite a una industria que se muestra tan endogámica, como incestuosa, demente y degenerada. Sus personajes son tan presos de lo frívolo, como de la ansia de popularidad y la superficialidad del lujo. Son fantasmas, cuerpos de artificio que carecen de espiritualidad y alma, que vagan por un mundo que se antoja tan trivial y volátil como vacuo y defenestrado.
Pese a su innegables virtudes, el problema que le veo al nuevo Cronenberg es que me quedo con la sensación de que tan estimulante discurso me llega pero no se ensambla. Rodada intencionadamente de forma tosca y plana, tirando del plano-contraplano y un empleo raso y mísero del digital, uno se queda con la sensación que el director canadiense a creído conveniente que no había mejor forma posible para detractar un submundo necio y desequilibrado que tan carente se muestra de corazón y alma. Decisión que se me antoja tan elocuente y razonada, como áspera y definitivamente aversiva. Quizás esa es la gracia, la de provocar sensaciones encontradas. Si es así, Cronenberg triunfa, por más que no estemos ante una de sus más destacables películas.